lunes, 29 de abril de 2013

Noticia: entrevista a José Luis Puerto en el Diario de León

La fragua literaria leonesa. José Luis Puerto
«La poesía nace siempre de la vida y la trasciende»
Diario de León, 16/04/2013 

El escritor, traductor, editor y etnógrafo José Luis Puerto, autor de Memoria de un jardín, está reuniendo y sistematizando las tradiciones orales de la comarca leonesa de Rueda a la vez que escribe un nuevo poemario.

Nacido en La Alberca, el poeta y narrador José Luis Puerto, que vive desde hace años en León, donde trabaja como Catedrático de lengua y literatura española, se siente ciudadano del mundo, europeo, «pues la cultura y la historia de Europa nos impregnan en nuestras mentalidades y modos de ser». Asimismo, muestra su querencia por el oeste, ese espacio mítico que discurre «a lo largo del corredor de la Vía de la Plata…, lo que se ha llamado el dominio leonés… que iría desde Asturias a Huelva y que recibe herencias portuguesas», aclara Puerto, quien reivindica su origen en la Raya, «en una fraternidad con las gentes humildes, con esos seres intrahistóricos que nutren mi creación y mi existir».

La Alberca es para él un ámbito mental, un territorio de la memoria y de las primeras experiencias vitales, «claves en mi modo de entender el mundo: la pobreza; el misterio, la fascinación y la magia; la poderosa presencia de una naturaleza paradisíaca; así como la existencia de un lenguaje encantado, que, noche a noche, me transmitía mi abuelo Pablo, uno de los seres decisivos de mi vida», porque La Alberca de hoy, sellada por el turismo es otra cosa, pese a que conserve aún buena parte de su encanto y atractivo.

En su caso, la docencia de la literatura y la creación han ido de la mano. «El contacto con los jóvenes, así como el hecho de transmitirles el conocimiento, ha sido algo importante en mi vida, pues me ha hecho tener de continuo la mente abierta hacia todo lo nuevo y todos los cambios». No obstante, es consciente de que la creación lleva su propio ritmo, «se rige por una lógica que está más allá de lo social; ha tenido y tiene en mí su propia autonomía», aclara el autor de una sustanciosa obra, tanto poética y narrativa como etnográfica.

Su poesía de la memoria, que ha sido traducida, entre otros al inglés y al árabe, se halla recogida en diversas antologías tanto nacionales como internacionales. Sin embargo, cree que las antologías, los premios, «todo ese ruido de lo social, del mundillo literario, es secundario», porque «el escritor ha de ser fiel a sí mismo, a su mundo, a su destino, a su estar en el mundo, dentro de esa tradición hölderliniana que me fascina».

El polifacético José Luis, que recientemente ha publicado Trazar la salvaguarda, entiende la poesía como un arte de espiritualización a través de la palabra. Comenzó escribiendo poemas cuando tenía diez años y desde entonces le ha guardado fidelidad a este arte, que «nace siempre de la vida y la trasciende… está presente siempre en el telar del corazón, de la psique; de modo que la escritura, más que un proceso físico, es un proceso anímico y mental», porque para el autor de la antología poética Memoria de un jardín -marcada por la emoción y la contemplación, por el sentir y el pensar que se aúnan en la palabra poética- escribir es estar en el mundo de un modo determinado, «en un contacto continuo con el mundo del espíritu, que se manifiesta en la naturaleza, en los otros, en las luces, en la temporalidad, en todo aquello que pasa desapercibido…». Algo así como lo que ya hacían determinados poetas simbolistas y románticos (Hölderlin o Keats), y como han seguido haciendo Rilke, J. R. Jiménez o Cela, a los que cabría añadir otros muchos clásicos: Manrique, Fray Luis de León, San Juan, Santa Teresa; y contemporáneos: Machado, Lorca, Valente, Claudio Rodríguez, Brines, Colinas… «Y la prosa y el decir de María Zambrano».

En el fondo, su obra poética es un continuo –«por eso en mis últimos libros no pongo punto final a cada uno de mis poemas»-, como una suerte de biografía espiritual, en la que sus distintos libros poéticos dialogaran entre sí. «Ninguno de ellos podría amputarse, pues supondría destruir los sentidos del conjunto».

El que fuera secretario -en los Cursos de Verano de El Escorial y Almería-, de Alberti, Benedetti y Caballero Bonald, también ha escrito libros en prosa como Las cordilleras del alba, que es una memoria de la niñez, de la pobreza, del misterio de su mundo originario: motivos que inspiran su escritura.

Como traductor de poesía, siente devoción por la poesía portuguesa, «aún no descubierta y valorada del todo, como se mereciera, en España», lo que le ha procurado conocer, también traducir, a grandes poetas contemporáneos: Torga; Eugénio de Andrade, Herberto Hélder, Jorge de Sena, José Bento, Fernando Echevarría, Nuno Júdice, Al Berto…

Su experiencia editora, «siempre ediciones muy cuidadas, minoritarias y no venales», se concreta en una colección de libros: Pavesas. Hojas de poesía; cuadernos: Cuadernos del Noroeste; pliegos: Entregas de invierno; y, cada Navidad, una de tarjetas: Las cordilleras. «Me fascina editar poesía. Hay en la España contemporánea una excelente tradición de poetas editores (Juan Ramón, Altolaguirre, José Janés…) y propuestas muy hermosas».

Otra de sus pasiones es la etnografía, centrada en la cultura material e inmaterial del legendario oeste: áreas salmantinas, Las Hurdes o la provincia de León, a la que ha dedicado mucho empeño, como queda recogido en su monumental trabajo, Leyendas de tradición oral en la provincia de León. En estos momentos, está reuniendo y sistematizando las tradiciones orales de la comarca leonesa de Rueda a la vez que escribe un nuevo poemario.

http://www.diariodeleon.es/noticias/cultura/la-poesia-nace-siempre-de-vida-y-trasciende-_787512.html

 

 

Reseña: Nueva York después de muerto, de Antonio Hernández, en Sur. Diario de Málaga

Poesía en estado puro
Antonio Garrido
Sur. Diario de Málaga, 20/04/2013


Afirmar que Antonio Hernández es un gran escritor y un poeta extraordinario es algo sabido desde hace mucho. El poeta de Arcos tiene una obra dilatada y de calidad sostenida, su afán de exploración es manifiesto en cada una de sus entregas. Ha recibido muy importantes y numerosos reconocimientos pero, como verdadero escritor, como poeta verdadero, sabe que la palabra riesgo es la guía, atreverse en cada libro, exponerse ante sí mismo, ante su personal serie literaria que entra en el gran río de la historia de los textos. Al margen de las modas y de las coyunturas, con la valentía de explicar y explicarse para ayudarse y ayudarnos en este ejercicio borgiano de cansar los días, que eso es vivir.

Este libro, muy bien editado, es el más complejo de los que Hernández ha dado a las prensas hasta la fecha. Se trata de una trinidad articulada como tres poderosas piezas de armar, al modo de la mecánica perfecta del puente de Brooklyn. Este libro alcanza la virtud del extrañamiento que es base de la función poética: la Metrópolis, García Lorca y Luis Rosales en tres libros que son Antonio Hernández en los múltiples espejos de una realidad que juega al escondite y a la provocación al mismo tiempo. Transgresión desde un conocimiento perfecto de la gramática poética aplicable en cada caso. Tres llamas independientes que se unen en un fuego absoluto que se llama poesía total y es fuego purificador de las emociones y de los sentimientos, verdadera catarsis para el receptor del mensaje.

¿Qué es la poesía total? Se trata de una acuñación del poeta Rosales. Es la integración de elementos heterogéneos, de plurales registros que pueden llegar a ser opuestos, y que en virtud de un modélico plan textual alcanza un altísimo rendimiento estético. No busque el lector nada parecido en nuestro panorama poético. Este libro pertenece a la estirpe anglosajona del poema extenso que es el lugar de encuentro de la reflexión, del diálogo, de la memoria, de los planos narrativos, de las secuencias fílmicas, de la opulenta imaginería verbal, del laconismo, de todos los elementos que conforman la contemporaneidad lírica que, cuando es de esta singular calidad, deviene clásica y es total y es panteísta por definición.

Un ejemplo de poesía total es el que se refiere a Nueva York. La Metrópolis es realidad, vertiginosa y maravillosa realidad, miserable y sórdida realidad. Es también la literatura general y, por supuesto, el genial libro de Federico; es también la presencia de Rosales, al que se rinde un emocionado homenaje en el último poema. No nos olvidemos del autor que es la voz que ordena y desordena la materia, cuatro elementos que se armonizan.

Otro ejemplo son los registros en una síntesis magistral. El verso largo, el mundo de la cultura asumido como sustancia, como vida. El verso corto en la mejor cauda de las raíces populares. Este contraste crea perfiles y sombras que, de pronto, el rayo deslumbrador ilumina con una intensidad que destaca el aguafuerte de las imágenes líricas, este es el nervio del libro.

El componente dialógico y los planos narrativos otorgan al libro otra cualidad eminente: el dinamismo que se remansa en momentos de reflexión, casi siempre en la recuperación de la memoria que se hace presente. Los paradigmas se cruzan en el universo de la belleza.

No olvidemos nunca que el texto es poesía, pura poesía que sale a pasear por el mundo y se interna en las galerías interiores de las voces que crean esa polifonía que es clave en las tres partes, en la triada mágica de res y de la verba.


jueves, 25 de abril de 2013

Reseña: Carta blanca, de Rafael Saravia, en El Diario de León


Carta blanca, de Rafael Saravia 
Cristina Fanjul
Diario de León, 16/04/2013

Será Calambur, la gran editorial poética, la que finalmente edite el nuevo libro de Rafael Saravia, Carta Blanca, una obra en la que el autor confiesa que se ha distanciado de sus libros anteriores. «El lector podrá calibrar —sostiene—, que, pese a ciertos temas comunes, hay otra música en este libro». Carta Blanca es un libro estructurado en tres partes, tres «pliegues», al decir del poeta que conforman un único ser, «con las dolencias propias y ajenas que nos hacen constituirnos como individuos».
La primera parte se titula Solo y revisa la introspección que nos hace buscar en los lugares interiores. «La búsqueda en esta parte es plural. Busco y encuentro... bailo con la sensación de soledad pero dentro y fuera del amor, de lo social, de lo inherente al individuo», destaca Saravia.
La segunda parte, Hasta que llegue diciembre, es un itinerario por las apetencias más intensas, un relato que comienza en un verano y que, al convertirse en poema, jamás acaba. «Erotismo y fuga», en palabras del poeta. La última capa es la que da título al libro y fue escrita en un intenso retiro de verano. «Me golpeó la necesidad de insurgencia y convencimiento político y generó ansias de preguntas que no necesitan respuestas. Ahí se encuentra la vida: acallando o voceando la verdad», asegura el escritor.
Defiende Rafael Saravia, columnista de DIARIO DE LEÓN, que la poesía sólo es posible ante el lenguaje de la verdad y subraya que esta verdad no es lo mismo que la realidad entendida en el sentido más simple de la palabra. «No concibo el poema dentro del facilismo verbal que agrede la emoción de lo incomprensible. No creo en la voluntad domesticada del lenguaje plano, jocoso y simple para llegar a más y más ventas. No me interesa el mercado como estratagema de cercanía literaria. Si he de escribir simple y complaciendo para que me lean más, desisto de hacerlo. No escribo para conquistar; escribo para compartir», subraya. El poeta añade que la necesidad de ejercer el poema en este libro llega después de largos periodos durante los cuales el autor se ha visto obligado a reflexionar y a engendrar otras vías en el lenguaje. «Sólo existe el poema cuando la sustancia poética no es sustituible por otra experiencia. Aquí lo emotivo e inexplicable surge y genera complicidades con quien se enfrenta a su lectura sin intentar comprender», defiende.

Influencias


Para el escritor, uno de los fundadores del club Leteo, este libro se alimenta del camino que generan otras tantas lecturas que le han iluminado, y cita a Valente, Rafael Pérez Estrada, Walter Benjamin, Mestre, Gamoneda o Gelman. «Es un poemario para quienes no le tienen miedo a la magia. Esos que no intentan explicar el significado de la belleza y la contundencia y sencillamente se dejan empapar de ellas».

El poemario comienza con una plegaria en forma de deseo, con la letanía de un soñador, y se cierra con la denuncia de un mundo injusto en el que la revolución es más necesaria que nunca: «Por eso la quietud/O tal vez… todo lo contrario», dice el poeta.
Destaca Víktor Gómez que los tres episodios que conforman el libro: Solo. Hasta que llegue diciembre y Carta blanca anuncian la complejidad de escrutar deseo, emancipación y convivencia. Opina además que Rafael Saravia «apuesta en este poemario por la primordial meta, que es el origen, no lo original».
Este es el cuarto poemario del escritor. Los anteriores fueron Pequeñas conversaciones (20012), Desprovisto de esencias (2008) y Llorar lo alegre (2011). Además, su labor como gestor cultural también ha fructificado en la edición de obras como El río de los amigos. Escritura y diálogo en torno a Gamoneda (Madrid, Calambur, 2009) con colaboraciones destacadas como las de Gonzalo Rojas, Jaime Siles o Juan Carlos Mestre y la edición del libro Barcos sobre el agua natal. Poesía hispanoamericana desde el siglo XXI elaborada conjuntamente con Jocelyn Pantoja (Coedición Ediciones Leteo y Ediciones Literal, 2012).

http://www.diariodeleon.es/noticias/cultura/el-leones-rafael-saravia-concede-carta-blanca-a-su-madurez-poetica 

martes, 23 de abril de 2013

Reseña: La bicicleta del panadero, de Juan Carlos Mestre, en Poemofilia

La bicicleta del panadero, de Juan Carlos Mestre
Francisco Onieva
Poemofilia, 16/04/2013


“Extraordinario” es, según el DRAE, “fuera del orden o regla natural o común”. La bicicleta del panadero, el último y ambicioso libro de Juan Carlos Mestre (Villafranca del Bierzo, 1957), lo es no solo por lo inusual de un poemario de casi 500 páginas y 297 poemas compuestos en versículo o en prosa y concebidos como un todo unitario tanto temática como rítmicamente, sino también por la maestría con la que el autor solventa el reto de mantener el tono y la intensidad de semejante propósito. Estamos, por tanto, ante una poesía de largo aliento, motivada, en primera instancia, por el reciente fallecimiento de su padre, el panadero de Villafranca del Bierzo. Sin embargo, aunque el poeta no oculta el tono elegíaco de muchos poemas, va mucho más allá del simple lamento y consigue convertir al padre muerto en símbolo del hombre que trabaja y sufre la opresión indiferente de los poderosos, con lo que las circunstancias vitales y los presupuestos ideológicos se encuentran en un ámbito fértil, capaz de generar una obra auténtica e imprescindible, construida a partir de la imagen que le da título y que, según el propio autor, “es la metáfora de la realidad de nuestra casa. Aquel panadero que era mi padre no tenía furgoneta, sino una bicicleta que era la imagen de la utilidad, la posibilidad de llegar hasta donde la gente estaba esperando el pan”.

En este sentido, su poesía, que asume la tradición desde la vanguardia, es un acto de desobediencia ética y estética frente a la injusticia y a la mediocridad del mundo en que vivimos. Semejante componente ético es, además de legítimo, irrenunciable, y nace de la capacidad para escuchar al otro, que ha de ser, necesariamente, el derrotado, aquel que no ha tenido voz. Con todo, el poeta leonés, que descree de cualquier dogmatismo y deslegitima cualquier pensamiento totalitario y excluyente, parte de la dificultad de definir tanto el mundo como la verdad, siendo consciente de que solo podemos aproximarnos a ellos a tientas y de modo impreciso, y construye con precisión una poesía ética que se reivindica a sí misma como instrumento para mirar más allá de la realidad y buscar los principios motrices de universo, pero, eso sí, sin perder de vista el fragmento de existencia en que se está enraizado y que, para ser entendido, debe ser revisado a través de la memoria y la mirada al pasado.

En coherencia con esta definición de la realidad y la verdad como inabarcables, y con la intención de reflejar el carácter poliédrico de ambas, evita que sea una única voz la que sostenga todo el libro, apostando por una multiplicidad de personajes articulados en una singular y armónica polifonía, y plantea tanto una ruptura de la sintaxis previsible como el descubrimiento de nuevas potencialidades semánticas de un lenguaje desgastado y manoseado. Para ello confía en la metáfora como instrumento privilegiado para nombrar el mundo de un modo nuevo, capaz de revelar lo que no es visible –con lo que la poesía es, en cierta medida, el acto fundacional de una realidad más justa y solidaria- y de hurgar en la conciencia de los lectores, en virtud de unas asociaciones imprevistas, invitándolos a la reflexión. Así, todo el poemario irradia un tono visionario, sustentado en poderosas y sorprendentes imágenes que se engarzan entre sí mediante un singular procedimiento acumulativo, difícil de mantener.

Mestre ha logrado crear un libro total, su obra más personal, compleja e intensa, una síntesis de toda su trayectoria poética y un compendio visceral de su ideología, un libro que vuelve a confirmarlo como una de las voces más personales de la poesía española de las últimas décadas, como un poeta de obligada lectura.


http://poemofilia.blogspot.com.es/2013/04/la-bicicleta-del-panadero-de-juan.html

Reseña: Ecuador y la guerra civil española. La voz de los intelectuales, en Portal del hispanismo

Ecuador y la guerra civil española. La voz de los intelectuales
Libro de la semana
Portal del hispanismo, Instituto Cervantes


Este volumen a cargo de Niall Binns (profesor de Literatura hispanoamericana de la Universidad Complutense), da cuenta del impacto de la guerra civil española en Hispanoamérica, donde se vivió y se sufrió como si fuese en carne propia, lo que se pone en evidencia en la serie de artículos recogidos aquí. Cinco años de republicanismo conviertieron a la antigua madre patria en un espejo donde se veían reflejados muchos de los temores y aspiraciones de las repúblicas hispanoamericanas, y cada país se escindió en disputas airadas, apasionadas, en torno a la guerra y a las nociones de la sociedad y del ser hispano defendidas y encarnadas por lo distintos bandos: republicanos, socialistas, comunistas y anarquistas, por un lado; monárquicos, católicos y fascistas, por el otro. Nunca se había escrito tanto sobre España: poemas, narraciones, obras dramáticas, testimonios, crónicas, ensayos, artículos periodísticos y panfletos.


El presente libro, el primero de la colección Hispanoamérica y la guerra civil, estudia y muestra el impacto que la guerra dejó en los intelectuales de Ecuador, un país que estaba viviendo un momento de verdadero esplendor en su literatura. La guerra civil trastornó el campo intelectual ecuatoriano, impulsó un encendido diálogo sobre los deberes del escritor y se convirtió en un tema casi ineludible para todos los intelectuales.


http://hispanismo.cervantes.es/libros.asp?DOCN=575

Reseña: El gran libro del flamenco, de Manuel Ríos Ruiz, en Encuentros de lecturas

Ríos Ruiz. El gran libro del flamenco
Santos Domínguez
Encuentros de lecturas, 02/04/2013


Desde que se publicó, hace poco más de diez años, El gran libro del flamenco, de Manuel Ríos Ruiz, se ha convertido en un clásico indispensable de la flamencología, junto con otras obras de referencia de Félix Grande, Caballero Bonald, José Manuel Gamboa, Ortiz Nuevo o Alfredo Grimaldos.

Editado por Calambur en un cuidado estuche con dos tomos, no es una enciclopedia aséptica, sino un tratado meticuloso en el que es fundamental  el enfoque valorativo y el juicio del experto prestigioso que es Manuel Ríos Ruiz.

La historia y los estilos flamencos son la base del primer volumen, completado con una bibliografía completa y una discografía selecta y suficiente. Generosamente ilustrado, se aborda en sus páginas el origen y la evolución de la más expresiva de las músicas mediterráneas, desde las raíces tartésicas a las influencias orientales árabes o persas de la música andalusí pasando por aquellas cantica gaditanae a las que aludían los latinos anteriores a Cristo.

La genealogía, etimología y del flamenco, folclore elevado a arte desde que en el último cuarto del XVIII -a la vez que la Pragmática de 1783 con la que Carlos III reconocía a los gitanos su condición de españoles- se concretan su estilo, su estructura lírica y melódica y las diferentes ramificaciones en siete ritmos fundamentales: siguiriya, soleá, tangos, fandangos, cantes libres, cantiñas y bulerías.

De Jerez a los Puertos, de Triana a Málaga, de Cádiz a Granada, de esas siete estructuras derivan los palos flamencos que desde las tonás a los cantes de ida y vuelta se abordan en la segunda parte de este primer volumen que incluye también un jugoso apartado sobre el coplerío tradicional de lso distintos estilos. 

Canto porque me acuerdo de lo que he vivido, decía Manolito el de María, profundo y casi mendigo, desde su cueva de Alcalá de Guadaira. De la cueva oscura a las ventas, de las fraguas a los colmados, de los reservados a los tablados de los teatros y a las plazas de toros, desde las Cortes de Cádiz a la actualidad pasando por las sublevaciones campesinas, la época republicana, la dictadura y la clandestinidad antifranquista, la historia del flamenco es inseparable de la historia de España, del trasfondo social de la Andalucía de la injusticia y de la marginación. De la seguiriya a la soleá, es la historia de las calamidades y la pobreza hechas cante negro de fragua y de celda o cauce de la explosión a compás de la alegría festera.

Si en el primer volumen Ríos Ruiz evoca la evolución del flamenco hasta la actualidad, desde figuras fundacionales como El Fillo, Silverio Franconetti, La Serneta, El Nitri, Enrique el Mellizo, El Loco Mateo o Antonio Chacón hasta Camarón o Morente, pasando por nombres imprescindibles como Manuel Torre, Juan Talega, Manuel Vallejo o Antonio Mairena, el eje del segundo volumen son las semblanzas valorativas de las grandes figuras del cante, el baile y el toque flamencos, subrayadas con abundantes documentos gráficos.

Unos utilísimos índices onomástico y topográfico completan la obra y permiten la precisión de una consulta rápida sobre esa música abismal que viene del tronco mineral y negro de la fragua y emerge en los cantes oscuros de fragua, de mina o de celda  o en la claridad salinera del camino estrecho y jalonado de ventas entre San Fernando y Cádiz, con la prosodia rítmica del lamento y del duende o con la sintaxis amarga de la rebeldía y el dibujo secreto de sus sonidos negros. 


lunes, 22 de abril de 2013

Novedad: Carta blanca, de Rafael Saravia


Carta blanca
Rafael Saravia
Calambur Poesía, 137. 68 p. 14 x 22,5 cm.
ISBN: 978-84-8359-251-9

PVP: 10,00 €

«La poesía de Saravia, como él mismo, se llena de sabiduría e ingenuidad, compromiso con la vida y derrame absoluto de imaginación comprometida con el lenguaje y las transgresiones de existencia necesarias para la creación de un mundo propio y emocionante». Jesús Hilario Tundidor

En Carta blanca, su cuarto libro, Rafael Saravia sigue y ensancha el camino que expone su intemperie afectiva en busca de las señales de la conciencia. Un itinerario que se inicia en la autointerrogación, intelectual y corpórea «La genética nos conduce al hombre que conversaba con la tierra […] esa que concierne al agricultor de esperanzas», continúa con el cuestionamiento de los vínculos amorosos «Sólo como presa soy consciente de ti», y finalmente vuelca su mirada sobre el mundo, en su calidad civil «Los herederos del juego quieren vender piolets / a los lectores del Manifiesto por un arte revolucionario independiente / y la nieve ya no limpia los fracasos cosidos al pulóver de los embargados». En palabras de Víktor Gómez, «Lo genético es desbordado por la intensidad de la experiencia vital y la toma de conciencia frente al otro, sea amante, sea pueblo, sea un tiempo herido por sanar y resarcir».

Rafael Saravia, fundador del Club Cultural Leteo y Ediciones Leteo, realiza una intensa labor como gestor cultural y editor, de la que se han derivado los reconocidos premios Leteo. En el ámbito literario, preparó y prologó la edición del libro homenaje a Antonio Gamoneda El río de los amigos (Calambur, 2009), así como, junto a Jocelyn Pantoja, Barcos sobre el agua natal. Poesía hispanoamericana desde el siglo XXI (2012). Ha participado en diversas antologías y ha publicado los libros de poemas Pequeñas conversaciones (2001, 2009), Desprovisto de esencias (2008) y Llorar lo alegre (2011).  


rafaelsaravia.es/ 

Novedad: Porción del enemigo, de Enrique Falcón

Porción del enemigo
Enrique Falcón
Calambur Poesía, 136. 128 p. 14 x 22,5 cm.
ISBN: 978-84-8359-250-2

PVP: 14,00 €

Porción del enemigo aparece no solo como un paso adelante en la trayectoria poética de Enrique Falcón, sino como un instrumento para pensar y afrontar, en términos de conciencia poética, el complejo momento al que se enfrenta la cultura occidental. En palabras del propio autor: «Mucho de lo que vivimos repite cíclicamente sometimientos, rebeldías, liberaciones y catástrofes. Nada de extraño hay en que dicha replicación se produzca también aquí. En la excesiva circularidad de ese ritmo, la pregunta que este libro le confía a la tribu no es si nuestro enemigo podrá ser vencido (lo será), sino si podremos mirarlo de una vez, al menos un centímetro por encima de nuestros propios temores. Estos poemas hablan, casi todos ellos, desde la altura formidable de ese único centímetro posible: ojalá la poesía siga revelando, desde él, los secretos de esa resistencia, cuando esa comunidad de hombres y mujeres la alcanza a conseguir». Un libro para la acción del pensamiento poético en tiempos temibles.

Enrique Falcón (Valencia, 1968) es una voz clave de la renovación poética española, desde que en 1992 publicara El día que me llamé Pushkin. Su actividad poética y crítica, indisolublemente unida a su compromiso cívico, supone una actualización y adecuación de las poéticas de vanguardia y de las corrientes de la poesía comprometida, tanto españolas como iberoamericanas. Falcón es autor de AUTT (2002), Amonal y otros poemas (2005), Para un tiempo herido (2008) y Taberna roja (2008), así como de La marcha de 150.000.000, libro río publicado en sucesivas entregas, finalmente reunidas en 2009. De entre su actividad crítica cabe destacar Poesía y poder (con el colectivo Alicia bajo cero, 1997), El amor y la ira: escritos políticos sobre poesía (2006) o Las prácticas literarias del conflicto (2010). 


http://porciondelenemigo.blogspot.com.es/

miércoles, 17 de abril de 2013

Noticia: entrevista a Juan Carlos Mestre en el Diario de León

Juan Carlos Mestre. Poeta
«No todo tiene precio en este mundo»
Verónica Viñas
Diario de León, 17/04/2013 

Concibe la poesía como una «casa de huéspedes para los descontentos y los débiles». El sábado recibía el Premio de la Crítica por La bicicleta del panadero, mejor poemario del año. Mestre es un encantador de palabras, que le brotán también del pincel o de su achacoso acordeón. Un soñador que quiere desarmar el vocabulario y averiguar qué hay detrás de las cortinas de niebla del pequeño teatro del mundo.

—¿La poesía es un arma cargada de futuro?

—No, definitivamente no. Las armas ni de lejos. Hay que desarmar el vocabulario civil de las metáforas de la agresión. No pertenece la poesía al ámbito de los discursos de fuerza ni a la imposición agresiva; por el contrario, la poesía es lo que siempre ha sido el lenguaje de la delicadeza humana, una forma de consuelo y resistencia, pero nunca arma. El balance de la crueldad humana ha expulsado para siempre esos artefactos del imaginario moral de los poetas.

—Dice Gamoneda que no ha existido un gran movimiento poético desde la Guerra Civil...

—Creo que el maestro Gamoneda tiene razón, después de Larrea, Lorca, Cernuda… toda la Generación del 27, sólo han existido individuales; grandes cabezas dialogantes, pero solas. Los sucesivos intentos generacionales de constituirse en tendencia o movimiento se quedaron en cándidos balbuceos, gestos menores de la sociología literaria que nada tiene que ver con la creación poética.

—Que ‘La bicicleta del panadero’ haya sido elegido mejor libro del año, ¿cambia algo?

—Nada, en nada mejorará al libro, ni podría empeorarlo. Es lo que es. Todo premio forma parte de un error, la poesía no participa de esas categorías jerárquicas, ni es materia que adquiera más valor o tenga rentabilidad como inversión. No, el espíritu que anima todo proyecto poético se desenvuelve en un sentido inverso a la utilidad de lo consumible y la lepra de los mercados. Además, nadie puede decir que un libro sea mejor que otro, no van por ahí las visiones cercanas a la verdad.

—¿Cree en el poder curativo de la palabra?

—Creo en la sanidad del bien que trae consigo las palabras que vinculan lo humano con los sueños de la felicidad. Pero yo no escribo para creyentes, y desde luego no sustituiría el ácido acetilsalicílico por ningún soneto.

—¿Cuál es la perversión del lenguaje?

—El secuestro de sus significados, la retórica puesta al servicio del engaño masivo, de la falsificación moral de las promesas, de la demagogia irresponsable que nos acerca al fascismo. Mentir se ha convertido en una práctica dialéctica, y eso históricamente siempre ha remitido a las vísperas de alguna catástrofe civil. Estamos en manos de políticos ideológicamente analfabetos, gente que ha antepuesto el interés económico y mezquino de unos pocos a los grandes intereses colectivos de la nación. Lo primero que se corrompe en una democracia es el lenguaje, cuando la palabra ciudadano deja de designar a la persona y comienza a significar cliente.

—¿La Habana es el sitio que más le ha fascinado?

—No, no es precisamente fascinación lo que produce La Habana, una ciudad en ruina, un pueblo al borde siempre del abismo del sueño pendiente de ser soñado.

—¿Ser el hijo del panadero le ha marcado?

—Por supuesto, no cabe ninguna duda. Una panadería no es una fábrica de revólveres. Un padre que madruga par amasar el agua con la harina, que prende fuego a un horno de urces, que cuida con esmero lo que hace, de la mejor manera que sabe, intentando hacer el mejor pan día a día, toda la vida, es una fundación de conducta, de honradez, de humilde ejemplaridad. Así era mi padre.

—¿Es usted el juez más crítico de su obra?

—Digamos que soy el primer insatisfecho, también el mayor dudoso, siempre pienso que podría hacerse mejor, corregir más, borrar tanto defecto, pero llego hasta donde puedo, mi cabeza no da para más, lo que hago lo hago lo mejor que puedo, pero en la minoría crítica de mi cabeza el balance no es nunca satisfactorio. Así lo siento.

—¿’La poesía ha caído en desgracia’ como titulaba un poemario?

—Lo que ha caído en desgracia es el respeto hacia el ciudadano, hacia sus legítimas aspiraciones, hacia el proyecto individual de cada persona en la búsqueda de la felicidad. La democracia ha sido secuestrada por el sistema financiero. Las palabras de la tribu han sido rociadas con el insecticida de la demagogia que oculta el robo de los poderosos y el saqueo a las clases humildes. Ha caído en desgracia la palabra, y esa es entonces también la desgracia de la utopía del porvenir.

—¿Cuál es la música de su poesía?

—No la del pentagrama, tampoco la de los once dedos del endecasílabo. No lo sé, si algo armónico se oye será el rumor de lo misterioso, el recado que acarrean las partículas elementales de lo lingüístico desde el territorio de la conciencia.

—¿Cuáles son las servidumbres de los escritores?

—Yo sólo puedo hablar por las mías. Tiendo a pensar que los límites de mi imaginación están más allá de lo poco que mi lenguaje puede dar cuenta. Intuyo mucho más de lo que soy capaz de expresar, y sé, por reiterada persistencia en ese fracaso, que el horizonte se desplaza en la misma proporción que el intento de nuestros pasos por acercarse a lo infinito. Pero no debemos confundir servidumbre con sometimiento, una cosa es estar al servicio de la palabra reveladora de los sentidos de la existencia y otra muy distinta convertir las palabras en vasallos al servicio de los sistemas de dominación.

—¿La poesía es el último refugio de las minorías?

—Sí, algo tiene la poesía de casa de huéspedes para los hablantes de la imaginación crítica, los descontentos y los débiles, las víctimas cuya última oportunidad de restitución de justicia ya sólo reside en el imperativo moral de la memoria. Todo poeta lo es en la medida en que permite hablar a la minoría que lo habita, al otro que en su diferencia lo persuade de su condición de igual.

—¿Cuál es su compromiso con la poesía?

—No he elegido, la poesía y mi manera de entender y estar en el mundo ha sido mi única posibilidad. ¿Compromiso? Sí, el de tener un encargo, el encargo que nadie me ha hecho pero que estoy dispuesto a cumplir hasta el ultimo día de mi vida.

—Literatura, arte, música, ¿se considera un artista global?

—No, no, en absoluto. Lo global no es el número de mis zapatos, yo hago una sola cosa, es la platilla de los policías de la cultura la que ordena el tráfico de las ideas, es el sistema de orden el que separa la expresividad artística en géneros y el que determina a qué debe o no dedicarse una persona… Todos deberíamos estudiar, pintar, escribir, como práctica de una misma amistad con lo maravilloso. Así sería en la tierra de los encantamientos, donde el carpintero, el electricista, el campesino fuese también músico, poeta y pintor. Hace mucho tiempo que los amos se dieron cuenta de que negando el acceso a la cultura se le robaba a las clases populares la escalera para ascender a los sueños.

—¿Es usted un renacentista que se confundió de época?

—No, no, por favor. Simplemente alguien que aunque ya ha abandonado la época de ser muchacho no se ha alejado de la adolescente curiosidad por averiguar qué hay detrás de las cortinas de niebla del pequeño teatro del mundo.

—¿La rebeldía le ha salido cara?

—No, sería vergonzante decir lo contrario en una sociedad y en una época en la que tantos han tenido que pagar con su vida el precio de la lucha por tantas causas justas. Yo he sido solidario en ese dolor con otros, pero ni he sido perseguido, ni he sido encarcelado, ni he pasado hambre ni sufrido el exilio. No he sido una víctima, y mis molestias no alcanzan la categoría del sufrimiento.

–¿Por qué abandonó el periodismo?

—Escribí mucho, acaso demasiado, llegue a tener una columna diaria, era joven, por esa rendija notaba que se me iba todo el talento. Tenía que atarme con correas las manos para escribir frases cortas, echarme lejía en el corazón para que no me saliesen adjetivos y frasecillas con metáforas. Así que decidí hacerme abstemio de los libros de estilo, con el propio ya tenía bastante para pedir hora en la consulta del doctor Freud.

—Hay palabras como decencia o dignidad que han sido prostituidas por los indecentes y los indignos...

—Decía Oscar Wilde que la palabra dignidad suele provocar risa, sobre todo en aquellos que no la tienen. Así están las cosas, seguimos como entonces, en una sociedad que disculpa con frecuencia al criminal, al corrupto estafador, al bandolero financiero, pero nunca al soñador, jamás al débil en su necesidad, no al desobediente ante lo injusto. Por eso son indignos los que comparan la protesta civil del ciudadano desesperado con el nazismo, no saben lo que pasa ahora como no supieron sus antepasados ideológicos lo que pasaba entonces.

—El Bierzo es un territorio...

—Unos dicen que mágico, y son los mágicos. Otros que una tierra irredenta, son los irredentos. Yo creo que es un territorio con unas posibilidades excepcionales pero con una problemática tremenda derivada de una desastrosa gestión de los intereses públicos, expoliada en su riqueza, olvidada administrativamente. Un territorio… sí, digamos un pequeño país para la esperanza.

—¿La poesía está al servicio de la conciencia?

—La poesía es conciencia, acaso la conciencia de algo de lo que no podemos tener conciencia de ninguna otra manera que no sea a través de la poesía. Ni la política, ni la ideología, ni el saber científico y tecnológico han aportado desde la sola voz de un hombre la conciencia súbita que cualifica la intensidad del saber que hay en un poema de San Juan de la Cruz, Walt Whitman o Antonio Gamoneda.

—¿Hemos renunciado a la libertad por el consumo?

—Pretenden que dejemos de ser ciudadanos con derechos civiles para convertirnos en clientes con hojas de reclamaciones.

—¿Con una simple moneda le tapas la boca a cualquier pesadilla’?

—Hoy hasta las peores pesadillas le salen gratis a los productores de los malos sueños civiles. No todo tiene precio en este mundo, no lo tuvieron los ideales de justicia y libertad en el pasado y estoy seguro que no los tendrán tampoco los descontentos en las barricadas de la primavera.

—¿Qué caminos atraviesa ‘La bicicleta del panadero’?

—A veces de barro, a veces de nieve, a veces de polvo, a veces de agua, pero normalmente caminos de aire, entre los cerezos donde sigue brotando la sonrisa de los muertos y las vacas azules que tocan el violín en los cielos de Chagall.



martes, 16 de abril de 2013

La bicicleta del panadero, Premio de la Crítica

La bicicleta del panadero, Premio de la Crítica Santos Domínguez 
En un bosque extranjero, 16/04/2013 

Reunido en Ponferrada el día 13 de abril de 2013, en el Sala de Armas del Conde de Lemos del Castillo Templario, el jurado designado por la Asociación Española de Críticos Literarios (AECL) para otorgar los "Premios de la Crítica" correspondientes a obras publicadas en el año 2012, jurado constituido por Ángel Basanta como presidente y los vocales Fernando Valls, Javier Goñi, Pilar Castro, Carlos Galán Lorés, Ernesto Ayala-Dip, Javier Barreiro, Noni Benegas, Jorge de Arco, Santos Domínguez, Xosé Manuel Eyré, Araceli Iravedra, José Enrique Martínez, José Jurado Morales, Nicolás Miñambres, Manuel Moyano, José Vicente Peiró, José Antonio Ponte Far, Lluïsa Julià, Javier Rojo y Enrique Turpin, que actúa de secretario, tras las correspondientes deliberaciones y votaciones, acuerda otorgar los Premios de la Crítica 2012 a las siguientes obras:

PREMIOS EN LENGUA CATALANA:
Narrativa: En caure la tarda [Al caer la tarde], de Jordi Coca.
Poesía: Vetlla [En vela], de Jordi Llavina.

PREMIOS EN LENGUA GALLEGA:
Narrativa: Morgana en Esmelle [Morgana en Esmelle], de Begoña Caamaño.
Poesía: Os ángulos da brasa [Los ángulos de la brasa], de Manuel Álvarez Torneiro.

PREMIOS EN LENGUA VASCA:
Narrativa: Martutene, de Ramon Saizarbitoria.
Poesía: Bitan esan beharra [Hay que contarlo dos veces], de Rikardo Arregi Diaz de Heredia.

PREMIOS EN LENGUA CASTELLANA:
Narrativa: La hija del Este, de Clara Usón.
Poesía: La bicicleta del panadero, de Juan Carlos Mestre. 

Porque tuve el privilegio de estar en el jurado que otorgó este último premio a Mestre y porque al parecer mi reseña de La bicicleta del panadero en la revista Encuentros de lecturas fue la primera que apareció en los medios, vuelvo a traer aquí el enlace a aquella lectura.

http://santosdominguez.blogspot.com.es/2013/04/la-bicicleta-del-panadero-premio-de-la.html

domingo, 14 de abril de 2013

Poesía y novela como resistencia a la legislatura del mal. Premios de la crítica (El País)

Winston Manrique Sabogal, El País, 13/04/2013 

La cara y la cruz del ser humano, la luz y la sombra que pueden acompañar a un individuo, la cara de la esperanza y el rostro del horror. Esos son los dos temas abordados en sendos libros distinguidos con el Premio de la Crítica: el poemario La bicicleta del panadero (Calambur), de Juan Carlos Mestre, y la novela La hija del Este (Seix Barral), de Clara Usón. Una feliz coincidencia porque las dos obras se complementan y comparten un trasfondo que señala lo oscuro para iluminar la ruta a la armonía.

Si la novela de Usón está inspirada en la hija suicida de Ratko Mladic, uno de los criminales más sanguinarios de la guerra de los Balcanes y que le sirve para acercarse al rostro del horror, el poemario de Mestre recuerda fracasos del ser humano para reivindicar la armonía entre el hombre y la naturaleza.


El premio despertó a Mestre en Chicago y a punto del aperitivo de la comida a Clara Usón en Barcelona. Aunque estaban a ocho horas de diferencia el uno del otro, esto no impidió que opinaran, casi al mismo tiempo, sobre el punto compartido de sus obras y sobre cada una de ellas. Ninguno de los dos conoce, aún, la opinión del otro sobre esos dos aspectos en los que los ha unido el galardón. Lo sabrán ahora:  

Juan Carlos Mestre (Villafranca del Bierzo, León, 1957): "Creo, como pensaba Rosa Luxemburgo, que cada lágrima que corre allí donde podría ser evitada es una acusación. La poesía es el testigo incómodo de la conciencia, el imperativo categórico de la memoria como derecho indeclinable de las víctimas, la palabra restituyendo el sentido que le han robado, después del secuestro de la democracia por los mercaderes, al más perdurable de los proyectos de la inteligencia humana, es decir la reafirmación de dignidad que supone la lucha por los derechos civiles a la felicidad. De eso hablan, de eso testimonian las admirables páginas de Clara Usón y los habitantes insurrectos e inocentes de la casa de huéspedes de mi libro. La literatura, la poesía, también está ahí, para decir no, para ofrecer un grado de delicada pero intensa resistencia a la legislatura del mal, a la toxicidad mercantil que pretende convertir al ciudadano en cliente. Desobedecer la costumbre de los sistemas de dominación, hacer inconsumible para el sistema una vez más la voz que desde las afueras de la razón establece alianza con los descontentos y los débiles que, en la esperanzadora profecía de Picabia, harán sin dudad algún día la vida más bella y por tanto más justa. Acaso ahí la coincidencia, la persuasiva intuición de que la esperanza del nombrar el pasado, la vigilancia de su ominoso recuerdo, lleve más lejos que la terrible certeza del miedo". 

Clara Usón (Barcelona, 1961): "Es un acierto esta coincidencia de premiar dos obras de signo tan diferente, lo oscuro y lo luminoso, que tiene detrás el mensaje de que no hay que perder nunca la esperanza. He procurado que mi novela no fuera maniquea en el sentido de buenos y malos absolutos o de bondades y maldades implícitas en una u otra persona. La verdad es que no sabemos quiénes somos hasta que las circunstancias nos ponen a prueba. Es el lado de las luces y sombras del individuo que van apareciendo según el rumbo de situaciones, a veces, externas y ajenas a él. Tendemos a pensar que la maldad pertenece solo a los otros, olvidamos que también puede estar en cada uno y no lo sabemos porque depende de muchos factores".

Sobre la poesía y la novela en un presente de incertidumbre como el de hoy dicen:

Juan Carlos Mestre: "De adolescente leí un verso de Antonio Gamoneda , mi admirado maestro, que no me ha abandonado nunca: La poesía no es un lugar donde van a parar los cobardes. Bien, no se trata, ni de valentía, ni de mayor coraje, sino sencillamente de estar en el mundo de otro modo, asumiendo el proyecto de lo inexpresable desde la identificación moral y ética con la fragilidad humana, con la incertidumbre y la intemperie del que no ha cometido ningún otro delito que el de nacer. Las palabras de los poetas son imprescindibles porque no sirven para ninguna otra cosa que no sea la reafirmación de un acto de creencia: la inviolabilidad del ser, ese es su proyecto espiritual, el viento favorable hacia los territorios de la imaginación, allí donde la cultura deje de ser junto a las plusvalías el botín supremo de los amos. En medio de esa supervivencia ciudadana enfrentada a la indefensión civil del nuevo fascismo está la poesía con su pequeño tenderete de palabras recordando lo que ha de seguir significando la palabra justicia, la palabra piedad o la palabra misericordia".

Clara Usón: "No creo que las novelas deban cumplir una función social concreta. Valen por sí mismas como obras literarias. Pero, según me han contado, La hija del Este ha cumplido, o cumple, una labor didáctica porque algunos han entendido mejor lo que sucedió en los Balcanes tras la lectura del libro. Y ha servido para mostrar que Europa es un mito, que permitió una guerra así. Es una obra de ficción pero basada en hechos históricos investigados y contrastados y con personajes reales y ficticios. Cuando empecé a investigar en otros países muchos dudaban de que una española pudiera escribir sobre ese trágico episodio. Los prejuicios y los clichés aparecen cada vez que pueden y muchos creen que solo podemos escribir sobre la Guerra Civil o los toros. Lo curioso es que el hijo de Mladic, Darko, se puso en contacto con la editorial italiana que va a editar la novela, Selerio, para decirle que no la publicara porque formaba parte de una conspiración contra su padre, que está siendo juzgado en La Haya por crímenes de guerra".

Y sobre una reflexión libre que les suscite este momento de alegría, los dos han coincidido en traer su obra al presente:

Mestre: "Es imprescindible que la libertad creativa de la poesía extienda su modo de no querer saber desde los discursos de orden a las demás áreas del pensamiento. Lo que ya no sirve es el sistema en su totalidad, la fuerza que lo sostiene, que ya no protege al ciudadano sino que lo reprime, el analfabetismo político cuya retórica es el engaño, las palabras han de regresar al destino para el que fueron hechas, para la construcción dialéctica e imaginaria de las utopías del mundo. Tal vez los poetas sigan ahí para recordar estas cosas, otra vez los avisadores del fuego ante las catástrofes inminentes de los que tan certeramente nos habló Walter Benjamin. Ya conocemos el costo, ya Wilde refiriéndose a su época decía que la sociedad actual disculpaba con mayor facilidad al criminal que al soñador. No estamos tan lejos de aquellos tiempos, ojalá podamos impedir sus catástrofes".

Usón: "He advertido muchos paralelismos entre mi novela, que su sucede dos décadas atrás, y el presente. La crisis en la que no se ve salida, ni esperanza con un trasfondo de corrupción, donde los políticos creen que azuzando el odio entre los pueblos y sus diferentes sectores señalando a una parte de ellos como responsables o parte del problema pueden llegar a aglutinar a ciudadanos descontentos. Es una falacia, pero funciona".

Así terminan estas palabras cruzadas en vías paralelas al teléfono y por correo electrónico de estos dos autores, pero aquí recién encontradas. Juntadas. Dialogantes. Poesía y novela, La bicicleta del panadero y La hija del Este, como resistencia a la "legislatura del mal" convertidas por Juan Carlos Mestre y Clara Usón en grandes aliados para vivir y, sobre todo, en la posibilidad de rozar parte del misterio del ser humano.

http://cultura.elpais.com/cultura/2013/04/13/actualidad/1365875920_934620.html
 

sábado, 13 de abril de 2013

Mestre, Premio de la Crítica de poesía castellana 2012

Con enorme alegría compartimos con vosotros que hoy Juan Carlos Mestre ha merecido el Premio de la Crítica de poesía castellana 2012, que otorga la Asociación Española de Críticos Literarios, por su libro La bicicleta del panadero (Calambur, 2012).

Nuestra felicitación también para los premiados en otras categorías, Clara Usón, Jordi Coca, Jordi Llavina, Begoña Caamaño, Manuel Álvarez Torreiro, Ramón Saizarbitoria y Ricardo Arregi.

Os dejamos esta noticia que recoge la entrevista que le ha realizado la agencia EFE


 
Juan Carlos Mestre gana el Premio de la Crítica Literaria 

EFE
Juan Carlos Mestre ha reivindicado este sábado la «resistencia» de la poesía «frente al secuestro de la democracia lingüística por los mercados». El escritor nacido en Villafranca del Bierzo (León) se ha alzado con el Premio Nacional de la Crítica 2012 junto a la autora catalana Clara Usón.

Mestre, en declaraciones a Efe desde Chicago (EEUU) nada más conocer el premio a su poemario «La bicicleta del panadero» (Calambur), ha considerado el galardón «un gesto vinculado a la delicadeza del error». «Todos los premios están relacionados con un significado abstracto», ha señalado el poeta, quien ha considerado que la poesía «vive al margen de la sociología de lo público y, desde luego, niega todo tipo de jerarquía relacionada con su supuesto grado de saber».

Para Juan Carlos Mestre, quien se encuentra en Chicago para ser homenajeado, junto a la poeta mexicana Coral Bracho, en la sede de la Poetry Foundation Chicago, «una de las mejores fundaciones de poesía del mundo», la poesía «es la teoría menos humillante de la historia, y está más aliada a la delicadeza del lenguaje humano que al establecimiento de las jerarquías de la sociedad de consumo».

«La bicicleta del panadero», poemario con el que también ha obtenido el premio Estado Crítico 2012, trata el problema del individuo enfrentado a la crisis del lenguaje, asaltado por la «barbarie» de las erosiones a las que se somete la lengua por el discurso funcional o publicitario.

La poesía, según Mestre, está «íntimamente implicada en el elogio de la dignidad humana», por lo que cuando ésta se pone en cuestión un poeta «sólo puede sumar sus personajes imaginarios a la revuelta». Más que como terapia, la poesía debe ser, a su juicio, «toma de conciencia crítica frente al lenguaje», infectado -asegura- «por la retórica política», por lo que la tarea del poeta debe ser «volver a resemantizar la verdad de las palabras» para que éstas ayudan a construir «una sociedad más justa que diga no al secuestro de la democracia lingüística».

martes, 9 de abril de 2013

Reseña: La bicicleta del panadero, de Juan Carlos Mestre, en La Columnata

La ascendencia y el fruto
Luis Luna
La columnata, 04/08/2012


Juan Carlos Mestre (Villafranca del Bierzo, 1957) nos entrega, de la mano de la editorial Calambur, un nuevo libro que completa su larga y profunda obra, merecedora, entre otros, del Premio Nacional de Poesía en 2009. Para quien lo desconozca, Mestre es, hoy por hoy, una de las voces vivas de referencia —junto a Olvido García Valdés, Chantall Maillard, Paca Aguirre, Félix Grande o Antonio Gamoneda— de la poesía española contemporánea. Su influencia en la poesía joven así lo demuestra, del mismo modo que las sucesivas publicaciones, reediciones y traducciones de sus obras. 

La bicicleta del panadero se adentra aún más en el imaginario poético del autor, atravesado siempre de atormentada lucidez. Sus imágenes son la viga maestra que sustenta un lenguaje para la reflexión y el cuestionamiento sistemático del pensamiento único imperante. Se trata, como bien se indica en la propia solapa del libro, de una insurrección estética, tan necesaria, tan posible y tan urgente como las que se están produciendo a nivel global. En ese sentido, Mestre consigue que el lector se instale en la incertidumbre, en el necesario interrogante, para que sea él quien responda en aras de su inteligencia y de su libertad. Esta no coacción contribuye también a que el libro se convierta en una nueva lectura de referencia.

Teniendo en cuenta esa dimensión cívica, los poemas de Mestre amparan un recurso mayor dentro de la poesía contemporánea: el humor. Fina ironía que se hace presente para interpelar de nuevo al lector y no dejarle espacio para la relajación del ocio y la decoración. Veamos un fragmento: “Ahora jugarán al ‘ping-pong online’ con los mandarines pueden rozarse las narices como los esquimales entrar en las recomendaciones de la cinematografía tampoco África les queda tan lejos decir tampoco como muchos saben significa una insignificancia para esa cuchara comparada con el collarín de perlas que se volatiliza camino al gran yogur de los sumideros”. El lector debe saber leer, repasar los diálogos que se establecen entre las diferentes piezas de un puzle infinito, en el que además él debe poner la última pieza. Junto al humor, a la imagen arrolladora, encontramos otros recursos importantes que construyen el rodar de la bicicleta, así el diálogo entre distintas tradiciones y la contemporaneidad: “Dylan ha ido al pantano a pescar barbos con los inquilinos / las sustancias alucinógenas se tambalean bajo nuestros pies / (…) / los lugares comunes están abarrotados de estudiantes / el viejo Whitmann se pasa las noches sin salir del invernadero / (…) quedan cuatro días para el fin del mundo”. O la preferencia de la prosa poética frente al ‘long poem’ característico de otras entregas, en la línea de la penetración de una narratividad necesaria, siempre sin caer en el prosaísmo fácil o anodino.

Espacio, pues, de desasosiego para el lector que lo interpela, aquel que encara la ascendencia del hijo del panadero y degusta, al cerrar el libro, su fruto: pan amargo o dulce, depende del “cabello del ángel”.

lunes, 8 de abril de 2013

Reseña: Trazar la salvaguarda, de José Luis Puerto, en Cuadernos del Sur

La palabra que salva
Francisco Onieva
Cuadernos del Sur, 6/03/2013


La poesía concebida como un territorio de salvación o salvaguarda, un espacio de cobijo frente a la intemperie, es el sólido andamiaje sobre el que José Luis Puerto (La Alberca, 1953) ha construido sus tres últimos poemarios: De la intemperie (2004), Proteger las moradas (2008) y Trazar la salvaguarda (2012). Si la intemperie simboliza el vacío existencial y la problemática del hombre actual, la morada y la salvaguarda constituyen el ámbito sagrado que protege al ser humano y en cuya configuración se produce la vuelta a un paisaje concreto, el de la tierra natal, ámbito donde se funden naturaleza, infancia y recuerdos. Predomina, por tanto, en todo el poemario la plenitud contemplativa proporcionada por la edad y un tono que se mueve entre lo elegíaco y lo meditativo, adoptando, en ocasiones, cierto matiz admonitorio.


El grueso del poemario lo componen los cien poemas que forman “Hilos del tiempo” que, como las hebras de un ovillo del que el poeta ha tirado una y otra vez, se suceden sin puntos finales en un suave discurrir. La suya es una poesía nacida sin prisas, con un propósito vertical, de ahondamiento en las mismas preocupaciones, pero en la que, sin embargo, durante cada aproximación al centro se revelan nuevos matices hasta entonces ignorados. Este camino de indagación busca la esencialidad de la palabra, capaz de redimir al hombre y de alcanzar la trascendencia. A este corpus se añaden dos secciones (“Nueve huellas de marzo”, serie nacida de un viaje a Fez, y “Cinco motivos clásicos”, reinterpretaciones de sendos mitos clásicos) que tan solo justifican su presencia en el conjunto por respirar un mismo impulso creativo. Se cierra el libro con un epílogo en prosa donde establece el paralelismo entre las palabras con que el poeta crea el poema y los trazos de los niños en el suelo para delimitar un área de protección, con lo que la poesía se convierte en una suerte de dextro sagrado. 

http://www.diariocordoba.com/noticias/cuadernos-del-sur/la-palabra-que-salva_790342.html 


jueves, 4 de abril de 2013

Reseña: Deletreos de armonía, en Encuentros de lecturas


Deletreos de armonía
Santos Domínguez
Encuentros de lecturas, 22/03/2013

Un espléndido CD con la Missa Lorca del maestro Corrado Margutti, que fusiona la palabra de la liturgia latina, la música de Monteverdi y el Cante Jondo de Lorca, interpretada por la Torino Vocalensemble, acompaña la edición en Calambur ensayo de Deletreos de armonía.

Ensayos de poesía española contemporánea es el subtítulo de este conjunto de estudios críticos llevados a cabo por el grupo Artifara del Departamento de Estudios Humanísticos de la Universidad de Turín.

Coordinado por los profesores Aldo Ruffinatto, Guillermo Carrascón, Iole Scamuzzi y Selena Simonatti y organizado en tres secciones –Cimientos, Caminos y Cantos el volumen toma su título de un poema de Antonio Machado (Deletreos de armonía/que ensaya inexperta mano...), un poema con piano al fondo del recuerdo.

Desde los Cimientos que pusieron los padres de la poesía española contemporánea, Machado y Juan Ramón a quien se dedican tres estudios y por Cernuda y Aleixandre a los Caminos poéticos que transitaron José Hierro, Ángel González o Víctor Botas, Deletreos de armonía ofrece un conjunto de aproximaciones críticas que constituyen un recorrido cronológico por nombres y temas relevantes de la poesía española del siglo XX: desde el recuerdo y el sueño en el primer Machado a la metafísica implícita en los Borradores silvestres de Juan Ramón o su concepción de la Obra como una maquinaria poética combinatoria; desde la mirada de Luis Cernuda sobre el paisaje a las referencias culturales en la poesía de José Hierro.

Una tercera parte, Cantos, examina la relación entre poética y musicología que sugiere el título y que justifica la inclusión de la Missa Lorca, explicada y analizada en un artículo por su autor, Corrado Margutti.

Un texto de Juan Carlos Mestre –Los argumentos de la misericordia sobre los vínculos entre poesía y música; la relación entre poesía, insurgencia y canción en España entre 1960 y 1980, explorada por Rafael Morales, y un análisis firmado por  Iole Scamuzzi del Cante Jondo y el Romancero gitano a la luz de las teorías de Adorno completan un volumen que une en sus textos la voluntad hermenéutica multidisciplinar con el impulso creativo y la meditación crítica con la reflexión poética.