lunes, 24 de octubre de 2016

Novedad: Picasso en el burdel, de José Luis Calvo Carilla


Ya en librerías Picasso en el burdel, de José Luis Calvo Carilla, un ensayo imprescindible sobre la vanguardia antes de la vanguardia.



Picasso encontró en cubismo en un burdel de la calle Aviñón de Barcelona; ciertos escritores españoles prefiguraron intuitivamente el futurismo; Baroja practicó un futurismo no aprendido; entre Freud y Ramón y Cajal hubo un duelo silencioso y desigual; el Dr. Ruiz propuso una «ética del entusiasmo» para combatir el mal de siglo; Gómez de la Serna extrajo sus ideas de los juegos de sociedad; la estética «robótica» e los Ballets Rusos injertaron el fogoso duende del flamenco. Estas premoniciones ilustran cómo una vanguardia sociológica precedió, en vísperas de la Gran Guerra, la gran eclosión de las vanguardias europeas. Con el aderezo de instantáneas, anotaciones y breves chispazos reflexivos, los capítulos de este ensayo despliegan con agilidad un abanico de novedosas interpretaciones que perfilan la existencia de esa «vanguardia antes de la vanguardia» de que habló el dadaísta Richard Huelsenbeck.

Novedad: Eros y amistad, de David T. Gies

Llega el tercer título de Selecta Philologica, Eros y amistad, de David T. Gies, un sugerente ensayo sobre la cultura y la literatura de los siglos XVIII y XIX.


Entre los temas más candentes de los siglos XVIII y XIX en España (los tiempos de la Ilustración, el Neoclasicismo y el Romanticismo) se cuentan el amor (eros) y la amistad. Desde Cadalso, Forner, Cienfuegos y Moratín padre hasta Pacheco, Asquerino y Zorrilla, los autores más prestigiosos de época se preocupan por las relaciones humanas, tanto en su forma más inocente y social (la amistad) como en su vertiente más escabrosa (el incesto y la pornografía). Meléndez Valdés, el fino poeta de la segunda mitad del dieciocho, capta en sus versos una profunda sensualidad erótica que convirtirá a objetos domésticos, como una paloma o un perrito, en elementos cargados de un fuerte erotismo. Contrastamos estos sugerentes poemas con los conocidos cuadros de Boucher, Watteau y Fragonard. Asimismo, Don Juan Tenorio, el famosísimo calavera de Zorrilla, no termina sus escapadas en 1844 (año del estreno del original) sino que sigue viviendo en obras paródicas del mismo siglo, en una versión escandalosamente pornográfica y luego en versiones fílmicas del siglo XX, cuando se convierte en estrella de cine en películas dirigidas Mercero y Barrera.