jueves, 31 de marzo de 2011

Entrevista a Javier Villán

Boletín del Instituo Castellano y Leonés de la Lengua, n.º 21, marzo de 2011

Entrevista con motivo de la concesión del Premio de la Crítica de Castilla y León 2011.


miércoles, 30 de marzo de 2011

Homenaje a Paca Aguirre en Getafe

Domingo 3 de abril
12:00 h.

Teatro Federico García Lorca
C/ Ramón y Cajal, 22
Getafe (Madrid)

Organiza: Fundación Centro de Poesía José Hierro
Entrada libre

La FCPJH tiene el enorme placer de homenajear este año a una de las figuras más relevantes humana y creativamente de nuestra comunidad cultural, Francisca Aguirre. Con una sólida y reconocida trayectoria a sus espaldas, testigo de una de las épocas más convulsas pero fundacionales de nuestra reciente historia, Paca Aguirre ha mostrado, en palabras de Fran Cruz, una "voluntad de comprensión a fondo, a pesar de las humillaciones y carencias cotidianas, de las aberraciones padecidas en carne propia y en la ajena -que a veces es lo mismo- que nace de una autenticidad a prueba de bomba, cuya fuente nutricia es el binomio ‘desolación y lucidez'. Ambos estados, al complementarse en lugar de paralizar el espíritu, lo reaniman y fortifican, hasta irradiar de la obra y la persona de Paca una actitud antidogmática y un flujo afectivo conmovedores".

Participarán numerosos poetas y amigos, entre ellos Marta Agudo, Noni Benegas, Luis Alberto de Cuenca, Lola López, Javier Lostalé, Juan Carlos Mestre, Manuel Francisco Reina, Manuel Rico, Manolo Romero, Ada Salas, Margarita Sánchez, Emilio Torné, Arnoldo Liberman y Emilio Ruiz Barrachina.

Actuación musical a cargo de Paco del Pozo (voz) y Gaspar Rodríguez (guitarra).
Se regalará a los asistentes una antología poética de la autora.

Francisca Aguirre nació en Alicante en 1930, hija del pintor Lorenzo Aguirre, asesinado por el régimen de Franco. Empezó a trabajar a los quince años; es autodidacta. En 1963 se casó con el poeta Félix Grande y en 1965 nace la hija de ambos, Guadalupe. La familia Grande-Aguirre viene a confirmar la regla de que "de tal palo, tal astilla": todos los miembros han ido impregnándose creativa y vitalmente los unos de los otros.
En 1971 obtiene el premio de poesía Leopoldo Panero por su libro de poemas Ítaca, y en 1976 el premio Ciudad de Irún por Los trescientos escalones. En 1977 publica La otra música. En 1994 obtiene el Premio Galiana por su libro de relatos Que planche Rosa Luxemburgo. En 1995 publica su libro de recuerdos Espejito, espejito. En 1995 obtiene el Premio Esquío por Ensayo general, y en 1998 el Premio María Isabel Fernández Simal por su otro libro de poemas titulado Pavana del desasosiego. Con el título de Ensayo general (Poesía completa, 1966-2000) aparece en abril del 2000, publicado por la Editorial Calambur, con prólogo de Emilio Miró, su obra poética completa (Premio de la Crítica Valenciana al conjunto de una obra, 2001). La Institución Alfonso el Magnánimo, de Valencia, encargó al poeta Manuel Rico una antología de la autora que publicó con el título de Memoria arrodillada (2002). En el 2006 aparece, publicado por la Editorial Bartleby su libro de poemas titulado La herida absurda. En el 2007 obtiene el Premio Ciudad de Valencia de la Institución Alfonso El Magnánimo con Nanas para dormir desperdicios (Hiperión). Ha sido traducida al valenciano, inglés, francés, italiano y portugués. En el 2010 obtiene el Premio Internacional de Poesía Miguel Hernández Comunidad de Valencia por Historia de una anatomía (Hiperión).

martes, 29 de marzo de 2011

Presentación en Jerez del poemario Las calles de la lluvia, de Pepa Caro


Jueves 31 de marzo
20:00 h.

Fundación Caballero Bonald
C/ Caballeros, 17
11403 Jerez de la Frontera

La autora estará acompañada por Josefa Parra.


Pepa Caro
Las calles de la lluvia
Calambur Poesía, 119.
ISBN: 978-84-8359-213-7
72 págs. 2010
PVP: 10 €


Pepa Caro Gamaza es gaditana (Arcos de la Frontera, 1961) y licenciada en Historia General por la Universidad de Cádiz. Colabora en prensa y en revistas literarias, y participa en diferentes encuentros de poesía. Escribe una guía turística de su ciudad en 1997. En 1995, publica una selección de sus poemas en la antología Voces nuevas (ed. Torremozas). En 1997, publica el cuaderno de poesía Primeros Poemas (Aula «José Cadalso» de San Roque). En 2002, ve la luz el libro Con todo el invierno dentro(«Cuadernos de Sandua», Cordoba). En 2005 participa, junto a otras poetas gaditanas, en El placer de la escritura o nuevo retablo de Maese Pedro (ed. Universidad de Cadiz).

Pedro Sevilla, paisano, poeta y miembro, como Pepa Caro, del grupo literario «Calima», escribe: «estamos ante una poesía sensible y moderna, ante una prosa elegante y serena como pocas». Juan Jose Téllez, en su prólogo «Ave del Paraíso» para sus Primeros poemas, afirma: «Tal vez, su edén privado sea el de aquella niña venida de un pueblo que en sus versos suena a veces a nombres arábigo-andaluces y otras veces a eco de Julio Mariscal». Enrique Montiel afirma: «Si buscamos un factor común en la poesía de Pepa Caro nos encontramos un pueblo con murallas e iglesias, árboles, sequías, lluvias, pájaros, flores, melancolías y dolores, un balcón abierto, un lecho de amor y de sueño, de ilusiones y esperanzas, la infancia cristalizada en un paraíso que se aleja y una visión de invierno interior, ese drama sin el cual no puede florecer ni la poesía ni la literatura».

Reseña de Único día, de Jesús Hilario Tundidor, en ABC


ABC Castilla y León, 28 de marzo de 2011

Una jornada singular

Jesús Hilario Tundidor reúne en una gran antología las dos etapas de su obra poética, repartidas en sendos volúmenes, que no dejan de ser una biografía vital del escritor zamorano

Como anteriormente hiciese con la obra completa —salvo su último libro— de Victoriano Crémer y con la de Antonio Hernández —miembro, por cierto, como el autor que nos ocupa, aunque muy distante de él tanto en estilo como en intención, de una hipotética generación de los 60 que ensombreciera y barriese de los manuales literarios el vendaval novísimo— o aún más recientemente con la del extremeño Basilio Sánchez, la editorial Calambur ha recopilado casi todos los libros de Jesús Hilario Tundidor en un estuche de dos volúmenes, en un claro empeño por recuperar en su conjunto trayectorias fundamentales, aunque no reconocidas como merecen, del panorama lírico actual.

Ya hemos apuntado que en este caso no se trata de la obra total del poeta zamorano, sino más bien de poesía reunida, porque se excluyen, por expreso deseo suyo, Mausoleo, publicado en su día por Devenir, y su último libro, Fue, que abrió la nueva andadura de la límpida colección de la editorial palentina Cálamo. Al parecer, estas dos entregas, junto a otro libro inconcluso, formarán una futura trilogía, otra etapa de su obra. En cambio, por añadidura, el último tomo se cierra con un largo y arrebatado poema en prosa, inédito: El holocausto de los huracanes. Eso sí, están todos sus demás libros; muchos de los cuales vieron la luz en editoriales provinciales y son ya, por tanto, imposibles de encontrar. Como curiosidad, aquí se incluye Tetraedro en el primer volumen, texto que corresponde teóricamente a su período existencialista y sentimental, cuando hasta ahora se adscribía a su segunda época, bajo el signo de la precariedad de la conciencia del hombre actual frente a sí mismo y al otro. Este dato es un indicio de las continuas correcciones, reelaboraciones y ordenamientos a que somete el escritor su producción, en consonancia con el concepto juanramoniano de obra en marcha.

Hay que señalar de entrada que Tundidor, y en esto recuerda mucho a José Hierro o a Claudio Rodríguez, es un poeta a secas, volcado de continuo y exclusivamente en el quehacer lírico; un poeta inspirado, a la antigua usanza romántica, que encuentra en el verso el único recinto de libertad; un poeta para quien persona y obra son términos sinónimos e intercambiables.

Vista así, de nuevo, junta y organizada cronológicamente, su poética destaca, a mi juicio, por dos notas capitales: extrañeza intrínseca y excentricidad respecto a sus coetáneos.

La extrañeza procede, en cuanto al contenido, de la amalgama con que se articulan sus poemas más paradigmáticos, aquellos de media o larga extensión: un realismo de partida que, sin embargo, se orienta hacia lo metafísico; un interrogar retórico compartido con su citado paisano, dirigido casi siempre al terreno ontológico; un hálito existencial, a veces descarnado; y una búsqueda de la trascendencia rabiosamente agarrada a la vida, a la biografía incluso. Esta mezcla de niveles de significado opera en sus registros expresivos más característicos —si bien estamos ante un escritor todo terreno, capaz de un hondo simbolismo y de la certera finura popular; del dominio de los metros clásicos y de un irracionalismo visionario tal vez demasiado abstracto— confiriéndoles una densidad peculiar, como si apostase su existencia entera, apurándola, en cada verso.

De ahí procede el sentido de su mirada, a la vez feroz y compasiva, esa sensación al mismo tiempo hímnica y melancólica, de epifanía y desamparo, que desprende su palabra, como extraída de un duelo en la cumbre entre Eros y Thanatos. Porque, además, Tundidor vuelca su trémula emoción directamente, a borbotones, en crudo, sin eludir lo más escabroso ni olvidar lo más delicado. En cada libro emprende, con el fondo casi constante de lo autobiográfico, una aventura hacia el conocimiento, para indagar en su sustancia. Nada le es ajeno: la casa y el entorno familiar, la pintura, la música, la rosa, el destino, el devenir histórico, la celebración del amor…; todo ello desde una pasión jubilosa que con frecuencia se torna angustia aniquiladora y deviene en reflexión metapoética que la enriquece.

Dotado para el ritmo
Mientras que, en lo que respecta a la forma, su cántico, a menudo en forma de monólogo, presenta una dicción inconfundible: adjetivo montaraz, transposición semántica, hiato imprevisto, yuxtaposición del asombro, enumeración hacia lo maravilloso, quiebro oracional, sintaxis desbocada, subordinaciones tortuosas, hipérbatos de ascendencia barroca, aliteraciones, paralelismos…Estamos, por otra parte, ante un poeta muy dotado para el ritmo, desde la ligereza de la musiquilla tradicional del verso corto asonantado a la apertura sinfónica del metro clásico impar y blanco, cuasiversículo, que llega en ocasiones hasta la prosa poética de raíz modernista.

Estos rasgos temáticos y estilísticos imposibilitan una ubicación concreta de Tundidor. Es más, resulta dudosa hasta su procedencia. Algunos críticos hablan del influjo de Quevedo o Unamuno; otros, por caminos muy divergentes, de Eliot o Baudelaire; hay quienes lo emparientan, incluso, con los místicos. Por mi parte, juzgo muy elocuente –su estirpe, su humus, puede remontarse hasta los presocráticos, y ahí está, presidiendo el primer tomo, Borracho en los propileos —el exergo de Heráclito que aparece en Tetraedro: «todas las cosas se dispersan y se reúnen de nuevo, se aproximan y se alejan»—, como, en efecto, sucede en muchos de sus poemas. En todo caso, de su posición excéntrica, pero destacable, en nuestras letras, da buena cuenta el «inventario» del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, al cuidado de J. Mª. Balcells, que recoge las ponencias del homenaje que se le tributara en su tierra natal en 2005.

En definitiva, Un único día muestra una jornada, en el sentido de las coplas manriqueñas, fructífera, desde el prometedor Adonais al consolidado poeta de hoy, igual de entusiasta, de un lirismo visceral, que muchas veces desarma al lector, libro a libro. No es éste espacio para recorrerlos uno a uno; más de medio siglo de creación ahora nuevamente refundada de manera unitaria. Muestra, al cabo, un instante suficiente, mágico, el testimonio de un poeta torrencial, dionisiaco, inabarcable, pítico, lúdico. Impar.

Entrevista a Javier Lostalé en ABC


ABC, 28 de marzo de 2011

Javier Lostalé: "Incluso más allá de la muerte, algo de nosotros canta"

El poeta y periodista publica Tormenta transparente, que ya va por su segunda edición

A Javier Lostalé siempre le pilla uno con las botas del periodismo y la poesía bien puestas y calzadas. Jubilado tras casi cuarenta años de trabajo en Radio Nacional, fue presentador de ese programa rompedor que es «El Ojo Crítico», codirector junto a Ignacio Elguero de esa atalaya poético-radiofónica que es «La estación azul», Premio Ondas, Premio Nacional al Fomento de la Lectura, a Javier, entre verso y verso, todavía se lo puede uno encontrar en cualquier presentación, rueda de Prensa, recital... porque el periodismo cultural sigue bullendo en sus venas. Es un referente, un maestro, y sí, es cierto, posee el don de la ubicuidad: está en todas partes. En su nuevo libro, Tormenta transparente (Ed. Calambur, 2ª edición), reflexiona sobre el amor, su pérdida, si imposibilidad, sus gozos y sus sombras.

—¿El amor, aquel que en la juventud fue tormenta, chaparrón, se diluye con el tiempo en apenas una llovizna?
—La tormenta va tornándose cada vez más transparencia, quietud que no deja de arder. Suceden muchas cosas entre los amantes, sucede el tiempo, pero quienes hicieron de éste la estación iluminada del corazón siempre están al principio, allí donde suena la palabra primera. Quien ama, canta pleno en lo amado.

—Parece que todo cambia, todo muta, modos, modas, tecnologías, pero la poesía sigue en el eje de las preocupaciones humanas...el amor, la soledad, la pérdida, el tiempo...
—La poesía sigue siendo la forma más exacta y abarcadora en toda su complejidad de nombrar lo esencial humano. La poesía es un modo de vencer al tiempo y una aurora para el lector. No es ajeno el poeta al momento histórico que le ha tocado vivir, pero transforma la gesta en memoria íntima, la tragedia en herida de cada uno y en cicatriz.

—¿El tiempo acaba convirtiéndolo todo en ruinas... en aquel lejano esplendor en la yerba de Wordsworth?
—En las ruinas aún crecen rosas, en lo que el tiempo devasta permanecen respiraciones, y su oxígeno, aunque doloroso, nos mantiene vivos. Somos mendigos de nuestras propias pérdidas, y en lo más despojado sigue amaneciendo cada día. Además contamos con la capacidad resucitadora de la memoria y hay siempre un último espacio de intimidad del ser humano al que no llega la hoz del tiempo. Incluso más allá de la muerte, lo percibo, algo de nosotros aún canta. ¿La inmortalidad? No lo sé.

Lostalé se siente «cada vez más cerca de lo que se puede considerar una metafísica lírica o pensamiento encarnado, sin minusvalorar la potencia de los símbolos y de las imágenes, ni evitar el deslumbramiento de la belleza». Hora es de que certifique este caminar.

—¿Cuál cree que ha sido el norte de su búsqueda poética, qué es lo que siempre estaba en su horizonte?
—Creo que los pilares del humilde edificio de mi obra poética han sido el amor y el deseo. En cuanto al lenguaje empleado, sin perder, creo, sensorialidad, ni abandonar las imágenes, se ha ido despojando, haciéndose cada vez más esencial. Sin olvidar, como creo, que la verdad de un poema se mide por la emoción que produce en el lector.

—Hemos llegado, pues inevitablemente, al momento de toparse con la red y las nuevas, novísimas tecnologías. Su nombre aparece asociado a 18.000 resultado de búsqueda en Google. ¿Le emociona, le desconcierta, le asusta, le llena de esperanza?
—El saberme dentro del corazón virtual de la red me emociona más bien poco. Prefiero, aunque sea también sin rostro, imaginarme dialogando en silencio con un lector que tiene en sus manos un poemario mío. Con esto no quiero poner en duda la utilidad máxima de Internet, su contribución a la información cultural (con todas las reservas) y a la difusión de la obra artística, pero el desarrollo de la cultura tiene otras vías más profundas, aunque no sea ajena a cualquier innovación. Prefiero mirar más los ojos asombrados y cálidos de un joven lector perdido entre montañas que la pantalla del ordenador.

lunes, 28 de marzo de 2011

Presentación de Vísteme de largo en Ámbito Cultural (Madrid)

Jueves, 31 de marzo, 19 h.


Presentación del poemario

Vísteme de largo

de Cecilia Quílez (Calambur Editorial)


Ámbito Cultural (7ª planta de El Corte Inglés, Serrano, 52)

Intervendrán junto a la autora,

Ramón Pernas como director de Ámbito Cultural

y la poeta Nuria Ruiz de Viñaspre



Cecilia Quílez
Vísteme de largo
Calambur Poesía, 118
ISBN: 9788483592120
92 págs. 2010
PVP: 10 €

Si alguien resucita a mitad de camino necesita el cuarto día para comenzar de nuevo a vivir. Y empieza de nuevo el cuento: recorre los pasillos de la infancia para alcanzar la gracia de poder vestirse de largo, convertirse en la que una sueña de sí misma; recorre los pasillos del amor y del deseo por desordenar la pasión que una espera para sí. Pero… ay… el dolor, el absurdo inevitable, las perdices rotas o el colorín colorado en la sangre de la herida. La poesía como razón de madrugada.

Vísteme de largo es la apuesta por romper los tópicos, morder el hueso, hilvanar las lágrimas, seducir y crecer, amar y crecer, fracasar y crecer… la vida que transcurre. Si miras a través de las páginas, encontrarás un paisaje en femenino, una visión en la que reconocerte para asumir el propio paso, el torpe tropiezo, la ambición por beberse el ahora y apurar las ganas. Poesía al límite de un latido, justo antes de quedarse sin aliento.

Cecilia Quílez (Algeciras, Cádiz) es una poeta a la que avalan los sueños —que toman forma en tres libros, La posada del dragón (2002), Un mal ácido(2006, mención especial del premio «Francisco de Quevedo») y El cuarto día (2008)—, mil noches de insomnio y un gesto de rabia. Su universo poético crece como las ondas que provoca en el agua el choque de una piedra, como un marco barroco decorado con ángeles y vísceras en cuyo centro está el espejo que refleja el tránsito de una mueca.
Ana Martín Puigpelat

Comunicación a los libreros

Comunicamos que a partir del 1 de abril cambiamos nuestros distribuidores para las siguientes zonas geográficas:

Madrid, Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara y Toledo
El nuevo distribuidor es
MUSEUM LINE
Polígono Camporroso
c/ Montevideo, 5, nave 15
Alcalá de Henares
28806 Madrid
Tlf.: 918300388
museumline@museumline.com

Cataluña
El nuevo distribuidor es
MIDAC LLIBRES
c/ Raimon Casellas, 5
08025 Sabadell (Barcelona)
Tlf.: 93 746 41 10
Fax: 93 746 41 11
pedidos@midacllibres.es


miércoles, 23 de marzo de 2011

Reseña de Especímenes tipográficos españoles, de Albert Corbeto, en La Vanguardia

La Vanguardia, 23 de marzo de 2011

Una historia de la letra en España

Por Aitor Quiney

El término specimen, proveniente del mundo anglosajón, designa los libros u hojas sueltas con muestras de tipos de imprenta que publicaban principalmente los grabadores, fundidores e impresores, para publicitar, a modo de catálogo, el contenido de sus fondos tipográficos. El estudio de las muestras, para construir la historia de la tipografía y su relación con los libros, tuvo gran repercusión fuera de nuestras fronteras, sobre todo a partir del estudio del impresor de Boston Daniel B. Updike, impreso en dos volúmenes con el título Printing types (1922). Este libro despertó el interés por las muestras de letras y se convirtió en la primera guía para bibliófilos, impresores y aficionados a este material. El primer espécimen libro que se conoce y cita Updike es el Index sive specimen characterum (1567), del impresor flamemnco Cristóbal Plantino, que se conserva en el museo Plantin-Moretus de Amberes. Una hoja de muestras del impresor Ratdolt con fecha de 1486 es el único ejemplar incunable conocido.

Hasta ahora, la creencia entre los investigadores era que los primeros especímenes españoles, o al menos, la muestra más antigua, pertenecía a inicios del siglo XVIII, mérito que se atribuía a la del impresor valenciano Antonio Bordazar, impresa con el título Caracteres de España en 1732. Pero Albert Corbeto (Barcelona, 1971) en Especímenes tipográficos españoles, demuestra la existencia de otros ejemplares anteriores, como las hojas que, con fecha de 1684, muestran los caracteres impresos a partir de los punzones grabados por el francés Pedro Dises, establecido esos años en la Corte.

Al margen de estos ejemplos es de suponer que la producción de especímenes debió de ser bastante mayor en esta época y anteriores, aunque debido a su carácter efímero muchos de ellos no se conservan. El estudio de Corbeto, pionero en nuestro país, exhuma los muestrarios del XVIII, los identifica y localiza, hasta llegar al año 1833, además de ofrecernos 72 láminas de los diferentes muestrarios. Sobresalen los especímenes de la época del Carlos III, en cuyo reinado la imprenta vivió su máximo esplendor con los grabadores Pradell, Gil y Espinosa, y en particular de los impresores Ibarra, Sancha, Cano o Monfort. Un estudio llamado a ser referencia para futuras investigaciones en el ámbito de la tipografía española.



Lectura de Javier Lostalé en Zaragoza

Viernes 25 de marzo de 2011, 20 h.

Librería Antígona
c/ Pedro Cerbuna, 25
50009 Zaragoza

Presentará el libro Tormenta transparente, publicado por Calambur en 2010.

Intervendrán, además del autor, los escritores David Mayor y Ariadna García.


Javier Lostalé (Madrid, 1942) fue profesional de Radio Nacional de España durante 36 años. Presentador del programa cultural El Ojo Crítico a comienzos de los años noventa y codirector con Ignacio Elguero del espacio de poesía La Estación Azul, su dedicación a la cultura le hizo merecedor de los premios «Ondas» y Nacional al Fo mento de la Lectura a través de los medios de comunicación. Como poeta, formó parte en 1971 de la antología Espejo del amor y de la muerte, al lado de L. A. de Cuenca, L. A. de Villena, E. Calvo y R. Mayrata. En 2002 publicó en Calambur su poesía reunida hasta ese momento bajo el título La rosa inclinada, en la que se incluyen los libros Jimmy, Jimmy, Figura en el Paseo Marítimo, La rosa inclinada (Premio Juan de Baños), Hondo es el resplandor y La estación azul (Premio «Francisco de Quevedo» 2003). Es autor también de las antologías: Antología del mar y la noche (de poemas de Vicente Aleixandre) y Edad presente. Poesía cordobesa para el siglo XXI. Pertenece a la Academia Castellano-Leonesa de Poesía.

Tormenta transparente es una reflexión sobre el amor, su imposibilidad y su pérdida, en la que más allá de la criatura sin nombre que late en todos los poemas, el lector sentirá lo que sucede en el interior de quien ha hecho de la entrega a un ser su destino, su «tormenta transparente», porque no llega a desatarse, aunque todo arde en la aparente quietud. En realidad, se trata de un canto al amor que no deja de brillar en el desamor. Un pensamiento encarnado, táctil, y una pasión contenida prestan a este poemario una hondura y emoción difícilmente olvidables. Lostalé alcanza en este libro su voz más plena y confirma la singularidad e importancia de su obra dentro de su generación.

Entrevista a Javier Villán en El Cultural (El Mundo)


El Cultural (El Mundo), 5 de marzo de 2011

Javier Villán
"La clandestinidad estimularía la pureza del toreo"

Alberto OJEDA | Publicado el 05/03/2011
Acaba de publicar el libro de relatos Los toros furtivos (Calambur)

Javier Villán (Torre de los Molinos, Palencia, 1943) plantea, medio en broma, medio en serio, una polémica hipótesis en Los toros furtivos, su último libro: la tauromaquia en un tiempo (?) será un ritual que se celebre en España de forma clandestina. Los relatos que conforman el volumen están situados en un futuro impreciso en que la prohibición sobre la fiesta abarca todo el territorio nacional. Funcionarios pagados por el Gobierno llevan a cabo en las dehesas campañas de exterminio de las camadas de reses bravas. Así conjuran cualquier posibilidad de que puedan organizarse de nuevo corridas de toros. Pero su labor es boicoteada con saña por una organización dispuesta a defender la tradición ancestral. Es el Movimiento Ibérico de Liberación Taurina, liderado en las alturas por intelectuales como Albert Boadella, Sánchez Dragó y Luis María Anson, y con militantes de base reclutados en el heterogéneo mundo taurino: matadores, banderilleros, alguacilillos, monosabios, mayorales... El crítico taurino (y teatral) de El Mundo se ha reído mucho ingeniando estas historias. Pero bajo el humor late la denuncia y la rabia de ver como, poco a poco, los enemigos del toreo van ganando batallas cada vez más importantes.

Pregunta.- En lugar de dramatizar sobre la abolición en Cataluña se la ha tomado con mucho humor. ¿Confía en el dicho latino Castigat ridendo mores (La risa castiga la moralidad), que cita Gimferrer en el prólogo?
Respuesta.- Sí, claro, el sarcasmo, la ironía, el humor en definitiva, son grandes aliados de la crítica. En este libro he llevado la situación al extremo, en una España en que la tauromaquia está prohibida completamente y sólo se organizan corridas en la clandestinidad. No digo que algo así sea probable, ni siquiera posible, pero con esta extraña profecía denuncio la decadencia de la Fiesta, motivada por enemigos internos y externos.

P.- ¿Los toros serán objeto de la memoria histórica en nuestro país a corto, medio o largo plazo?
R.- Los toros han pasado a lo largo de la historia por situaciones críticas. La Ilustración y algunos reyes borbones estuvieron contra la fiesta. También se dictaron bulas papales contra ella, porque consideraban que arriesgar la vida delante de un toro constituía una rebelión contra la ley de Dios. En la actualidad yo temo más a las amenazas internas que a las externas. Es más grave la falta de respeto al toro y a la ortodoxia de la lidia que los ataques animalistas, europeístas, nacionalistas... El mundo del toro necesita una purificación.

P.- O una Transición, como se hizo en el ámbito político. Eso es lo que reclama Alfonso Guerra (convertido en personaje) en su libro...
R.- Alfonso Guerra es una de las personas que convierto en personaje de ficción y que junto a Savater, Anson, Vicent y otros más forman el Movimiento Ibérico de Liberación Taurina para defender la fiesta tras su prohibición. Yo creo que la fiesta debe confesar sus culpas, que también las tiene, y muchas, y una vez hecho eso se podrá hacer frente a los problemas externos. En Cataluña no se hubieran abolido las corridas si tuviese una afición fuerte y entendida, pero allí han ido desapareciendo todas las plazas en las últimas décadas. Los políticos se han encontrado un toro postrado, al que sólo han tenido que descabellar.

P.- ¿Cree que las huestes taurinas están armando bien su defensa ante el fenómeno abolicionista?
R.- Creo que no. Todo se está centrando en el pase de Interior a Cultura y eso no va a solucionar mucho. No creo que sea algo sustancial, porque que el toreo es un arte arraigado en la tradición cultural hispánica no hay nadie que lo ponga en duda. Lo sustancial, insisto, es conservar la casta del toro y el conocimiento de la profesionalidad de los matadores.

P.- ¿No le vendría bien la clandestinidad a los toros? ¿Les daría más misticismo, más épica todavía?
R.- La clandestinidad siempre estimula la pureza. Desde luego no reclamo clandestinidad para el toreo, pero en el libro lo planteo así: la prohibición es la que desencadena la purificación de la Fiesta, la recuperación de la bravura del toro y la unión de los taurinos, algo muy difícil de conseguir, porque es un mundo muy particular, en el que cada uno suele ir a lo suyo.

P.- Lleva décadas peregrinando por las plazas españolas. ¿Qué cambios más notables aprecia en el toro, en los toreros y en el público en todo este tiempo?
R.- En el toro, sobre todo, la falta de casta. En los aficionados noto cada vez menos exigencia. Los cabales y realmente entendidos cada vez están más en minoría. Y los toreros se han acostumbrado a un toro débil y poca bravura. Ahora, cuando tienen delante un toro bravo de verdad, no suelen estar a la altura, salvo las grandes figuras.

P.- Critico taurino y teatral, a la vez. ¿Se siente continuador de un tipo de periodista en peligro de extinción?
R.- Era una figura que se había perdido y que Pedro J. Ramírez, gran conocedor de la historia del periodismo, quiso recuperar para su periódico. Antes el crítico taurino también lo era de ópera, de música, de teatro, de pintura, de literatura... Corrochano incluso fue corresponsal de guerra. Esas disciplinas enriquecen la contemplación del toreo y por tanto es positivo que el crítico taurino se mueva también en otros ámbitos.

P.- La vida del crítico taurino que retrata en el libro es bastante aperreada: amenazas, expulsiones de las plazas, agresiones de cuadrillas... ¿Cuánto se acerca a la realidad este retrato?
R.- Hombre, sí responde en parte a la realidad. Todo eso ocurre. Pero el personaje no se corresponde con un crítico concreto real, sino a una serie de retazos y anécdotas que he vivido en mis propias carnes y otras de las que he tenido conocimiento.

P.- ¿Con qué perspectivas afronta la nueva temporada?
R.- Es una incógnita. Si recuperamos las grandes ganaderías y los grandes encastes, entonces podremos juzgar bien a los toreros. El Juli está en muy buen momento, esperemos que reaparezca José Tomás, Morante se está revelando como un genio, Ponce todavía tiene que decir cosas, está también Manzares... Figuras hay, pero ya iremos viendo.

Reseña de La experiencia de la memoria, de Joaquín Benito de Lucas, en Revista de las Letras

Revista República de las Letras, n.º 120

LA EXPERIENCIA DE LA MEMORIA, de Joaquín Benito de Lucas

Por Pedro A. González Moreno

Joaquín Benito de Lucas es, esencialmente, un poeta de la memoria, cuya obra está marcada por lo que él mismo llama “la tiranía del regreso”, y cuya voz discurre fluvialmente hacia un reino antiguo que fue el de su infancia. De ahí lo oportuno del título de este libro, La experiencia de la memoria (1957 - 2009), que reúne en dos volúmentes la larga trayectoria lírica del poeta y que aparece publicada por Editorial Calambur.

Los senderos abiertos (escrito en el 57 aunque publicado en 2007), Las tentaciones (1964), Materia de Olvido (1968) y Kz (Campo de concentración) (1970) son los cuatro primeros libros de Joaquín Benito de Lucas, en los que de una u otra forma, aparece el nexo común que es el desarraigo, motivado siempre por alguna circunstancia biográfica del poeta. En todos ellos se manifiesta de algún modo un sentimiento de exiliado, ya sea motivado por su estancia en Oriente Medio Las tentaciones, ya sea por el abandono de la patria de su infancia, Talavera Materia de olvido—, o ya por sus años vividos en Berlín KZ (Campo de concentración). Pero será Materia de olvido el libro a partir del cual la voz del agua, como símbolo de la memoria, se convierte ya en uno de los motivos medulares de su lirica, y en un signo emblemático de su pasado.

De los ámbitos oníricos hacia el ámbito del amor

Plancton (1976) se construye también sobre el tema de la memoria, pero con él se entreteje un motivo nuevo: el de los sueños, el de las imágenes oníricas concebidas como un modo diferente de conocer, interpretar o incluso revivir la realidad. Por su parte, Memorial del viento (1978) es una obra de temática diversa que aglutina poemas en homenaje a escritores o amigos, si bien presentan como nexo un sutil hilo conductor que no es sino una idéntica actitud solidaria con aquellos seres que han sido condenados al sufrimiento o a la muerte. Con un acento sereno y compasivo, pero doliente siempre, el poeta muestra su irrenunciable compromiso con la verdad y la justicia, y se solidariza con todas aquellas criaturas que han sido sometidas a un “duro destino” y que, como el propio Cervantes, lucharon ”contra tanta injusticia, contra tanta mentira”.

Antinomia y Campo de espuma son dos libros escritos simultáneamente y también publicados en el mismo año, 1983, de ahí que giren en torno a una temática, una estética y una atmósfera comunes. Se trata, en realidad, de una misma obra dual, concebida como una amplia reflexión sobre el amor y el desamor, o sobre la pasión y el olvido, aunque en ambos libros el sentimiento amoroso es abordado desde diferentes perspectivas. En Antinomia el poeta cede la voz a los personajes de La Celestina, y en Campo de espuma entona su cántico desde el punto de vista de la primera persona. Diálogo y monólogo son, en consecuencia, las diferentes técnicas con las que Joaquín Benito de Lucas elabora su reflexión lírica.

En 1987, con La sombra ante el espejo, Benito de Lucas vuelve su mirada y su mundo creativo hacia el tema esencial de su lírica, el de la infancia. Como si avanzara a impulsos de su propia nostalgia, el poeta acaba volviendo los ojos a su patria talaverana, al tiempo muerto de sus recuerdos y a la música de su río, que es la de su niñez. Y esto, en el fondo, tal vez lo haga por la razón que le escuchamos en el poema “Brindis de la amistad”: “Porque queremos/ ser felices/ bebemos de la infancia,/ evocamos escenas/ que apenas la memoria reconoce”.

Hacia los ámbitos de la memoria

Tras La sombra ante el espejo, Benito de Lucas publica tres títulos, un tanto alejados de sus preocupaciones habituales, pero en los que parece reflejarse un mismo espíritu de búsqueda. Antes de reencontrarse con el mundo que ya se había manifestado en Materia de olvido, la lírica del poeta talaverano se remansa y se diversifica como si pretendiera buscar nuevos acentos y nuevas direcciones en su universo poético. Regresa a la temática amorosa de Campo de espuma para abandonarla acto seguido, explora los tenebrosos ámbitos del dolor y la soledad, o se adentra en las reflexiones metapoéticas en Dolor a solas (1991); y posteriormente busca en el viaje un pretexto para construir una peculiar metafísica de los sentidos en Invitación al viaje (1995). Diferentes maneras de la búsqueda que sirven de preámbulo al bloque final y más representativo de su obra, configurado por su tetralogía de la memoria.

En Álbum de familia (2000), La mirada inocente (2003), El reino de la niñez (2006) y La escritura indeleble (2009), Joaquín Benito de Lucas vuelve a reencontrarse con su propia voz y sus propios recuerdos. Álbum de familia es el libro de un regreso, un libro donde el poeta retorna a un ámbito y a un tiempo que ya no le pertenecen, a un lugar en donde ya nadie le espera, salvo el río, que se detiene para acogerle entre sus orillas maternales. El poeta vuelve, después de tantos años, a un lugar despoblado por el que sólo deambulan las sombras muertas de un ayer irrecuperable.

La mirada inocente viene a ser una página nueva de ese “álbum” de la memoria que el autor había trazado ya en su libro anterior. La mirada del niño, que es la mirada de la inocencia y la ternura, sigue poniendo ante nuestros ojos sensaciones de ayer, evocaciones de un pasado que oscila entre la felicidad y la pesadilla, entre la ilusión y el desamparo.

A lo largo de La mirada inocente, el poeta nos ofrece un emotivo daguerrotipo, en colores grises y desleídos, de esa época en la que transcurrió su infancia, “en esos años turbulentos/ de mil novecientos cuarenta y tantos”, en aquellos “años oscuros, años perdidos, años muertos…” que a él y a los de su generación les tocó vivir. Unos años oscuros marcados por el fantasma del hambre y el racionamiento, la tos y la tuberculosis, en los que vemos, como si se tratara de fotografías muy antiguas, a un niño prematuramente incorporado al mundo de los adultos, trabajando con apenas doce años en una barbería, o aprendiendo sus primeras lecciones o sus primeras lecturas en escuelas frías y tristes donde difícilmente se aprendía la verdad de la vida.

El reino de la niñez viene a ofrecernos, desde diferente perspectiva, el mismo tema en torno al cual giraban los dos libros anteriores. Dentro de un formato y un estilo que parece concebido “para niños de todas las edades”, lo que Joaquín Benito de Lucas nos presenta es una nueva imagen de ese “Paraíso de la infancia” al que se alude en el título que sirve de pórtico general al libro. Visión edénica de un mundo en el que aún existía la inocencia original y en el que aún no había instalado sus garras el dolor .

La escritura indeleble (2009) completa ese ahondamiento en los ámbitos de la memoria, donde a veces la infancia se concibe como un recinto protector y balsámico que ahuyenta las sombras interiores del poeta; y a la recuperación de sus ruinas no se enfrenta el autor como si realizase una mera tarea arqueológica, sino que los restos de aquel naufragio aún perviven y se proyectan sobre el hombre actual, alimentándolo. De ahí la ternura que rebosan algunos de sus poemas, escritos en un tono conversacional y narrativo, con apenas concesiones a la retórica.

Sin embargo el poemario, que comienza con la visión ilusionada y casi mágica de una infancia cuya luz proporciona protección y consuelo, va poco a poco convirtiéndose en una reflexión amarga y descarnada sobre la enfermedad, sobre el sufrimiento y el dolor y, finalmente, sobre la muerte. Una visión desolada y elegíaca a través de la que el poeta concibe la vida “como un campo de batalla”, y desde semejante perspectiva contempla la vida con el desgarro más profundo y con la viva quemazón de “una angustia seca y sin consuelo”.

Poemas de un reino perdido pero reconquistado poéticamente, vidas que se fueron, voces y rostros desdibujados ya entre la niebla, pero que el poeta ha salvado y ha dejado escritos no con la pluma sino con su propia carne y con la tinta indeleble de los recuerdos. Así el poeta deja escrita su voz, tal vez con la esperanza de que sea lo único que sobreviva al fin en el terrible naufragio del tiempo y de las cosas. Y como él mismo asegura, citando unos versos suyos de Álbum de familia, esa voz ni importa quien la escuche o quien la lea. / Su escritura indeleble/ queda en la arena como testimonio”.

martes, 22 de marzo de 2011

Imágenes del recital de Cecilia Quílez en el Jardín Botánico

La amenaza de lluvias no impidió que celebráramos el Día Mundial de la Poesía, al aire libre, en el magnífico Jardín Botánico de Madrid, con la lectura de la poeta Cecilia Quílez. Desafortunadamente, no pudo asistir al acto Juan Carlos Mestre, que también estaba anunciado.

Muchas gracias a los amigos de la Escuela de Escritores por la organización del acto.


lunes, 21 de marzo de 2011

Vísteme de largo, de Cecilia Quílez, en el suplemento Yo dona (El Mundo)

Dossier dedicado a Jesús Hilario Tundidor en la revista Tierra de Nadie

Revista Tierra de Nadie n.º 9 (2010-2011)

El último número de la revista Tierra de nadie recoge un extenso dossier dedicado al poeta Jesús Hilario Tundidor. Reproducimos aquí uno de los artículos, el de Louise Milton Bourne, "Salvando los despojos de la memoria: el día poético de Jesús Hilario tundidor".

viernes, 18 de marzo de 2011

Reseña de Tormenta transparente, de Javier Lostalé

Blog de Manuel López Azorín

Javier Lostalé y suTormenta transparente. Entre el gozo del Amor y el dolor de lo amado


Javier Lostalé (Madrid, 1942), estudió Derecho pero su vida profesional ha transcurrido en Radio Nacional de España hasta su jubilación. Allí presentó el programa cultural El ojo crítico, igualmente, junto con Ignacio Elguero, codirigió La estación azul y, aunque retirado ya, continúa colaborando con este programe cuyo título se tomó de un poemario suyo en prosa.

Siempre se he dedicado a la promoción de la lectura y a la difusión de la poesía en general. Muchos poetas han sido “promocionados” o difundidos por Javier a través de las ondas. Tantos que la poesía de Lostalé parecía quedar relegada a una actividad secundaria para él. Por esta razón, podría decirse que es un poeta más conocido por su faceta de animador cultural y difusor de poesía en los medios de comunicación que por la suya propia, pero también es cierto que, entre los jóvenes poetas, su influencia es considerable.

Tormenta Transparente, su último libro (Calambur, 2010), según nos dice, supongo que el propio autor, en la solapa interior, es una reflexión sobre el amor, su imposibilidad y su pérdida, en la que más allá de la criatura sin nombre que late en todos los poemas, el lector sentirá lo que sucede en el interior de quien ha hecho de la entrega a un ser su destino, su «tormenta transparente», porque no llega a desatarse, aunque todo arde en la aparente quietud.. Y, ya leído, puedo asegurar que efectivamente, este místico laico que es Javier Lostalé nos ofrece un canto al amor y al desamor en un poemario que nos habla de la pérdida y de la ausencia o de la imposibilidad de amar y de ser amado. Un libro, en fin, de deseo, de anhelo, de amor con todo lo que el Amor conlleva.


El título refleja muy bien el entramado ya que en el libro se produce una”Tormenta” que es la del amor. Un amor ya de ausencia y por tanto de memoria, de pensamiento más que de hecho, y a través de “visiones tranparentes” que tan pronto se duelen del amor, como del gozo de la pasión del Amor, que sólo se produce en sus palabras. Y aquí oigo ahora, además de otros, los ecos del inolvidable San Juan de la Cruz; pero sin mística religiosa, sólo anhelo, deseo, amor y desamor para este canto de luz y de sombra. Un libro del que Lostalé dice:aunque el libro pueda parecer una despedida del amor, no es así exactamente. De ahí la cita de René Char que abre este libro: El poema es el amor realizado del deseo que sigue siendo deseo.

La andadura poética de Lostalé —en solitario— llegó con la publicación del libro Jimmy, Jimmy (1976. Reeditado en el 2000), al que siguieron Figura en el paseo marítimo (1981), La rosa inclinada (1995), Hondo es el resplandor (1998). Estos libros fueron recogidos (acompañados el inédito, entonces La estación azul) en La Rosa Inclinada (Calambur, 2002) y en ellos se percibe entre las sombras de las palabras que preservan los años, el joven clamor del amor, y de su sombra, el desnudo fulgor de la luz del deseo, y de su sombra, y se perciben igualmente ecos de Vicente Aleixandre, de Cernuda, de Salinas, entre otros, y yo particularmente creo que también de Brines y Pablo García Baena. Ecos de tan inmensos poetas es, me parece a mí, un marchamo de calidad en la poesía de este hombre observador y tímido, de apariencia frágil, del que en muchas ocasiones me dijo Fina de Calderón que era tan buena persona y tan discreto que siempre se podía confiar en él y yo estaba de acuerdo.

Recuerdo la primera vez que coincidí con él, fue en la Tertulia Literaria Hispanoamericana de Rafael Montesinos, en Cultura Hispánica, y recuerdo que estaba entrevistando a una muy buena poeta llamada Encarnación Pisonero. Recuerdo igualmente que la impresión que me produjo fue de un hombre tímido, amable, educado, misterioso, observador.


En La rosa inclinada, en el poema confesión nos dice Javier Lostalé a modo de poética: Escribo porque me salva, porque es lo único que me queda, porque fija un sonido, unas luces, el final de un acto de amor, el escenario de unas horas de deseo. Escribo porque están conmigo los que ya nunca estarán, porque bajo al mar desde la mesa donde apoyo la cuartilla y me quedo quieto en la memoria de un cuerpo, y prolongo unas voces hasta perder la noción del tiempo (días y años juntos, apretados en un instante que me deja sin defensa). Escribo porque al abrir el seno de una palabra encuentro la iluminación última del beso, porque pronuncio a solas mi única verdad: ésa que después desmiento con mi vida. Escribo porque hay un llanto íntimo que me purifica desde que comienzo a hacer signos en el papel, porque poseo las cosas desde su respiración humana y puedo habitar aquello de lo que fui desterrado. Escribo para ser joven y alimentar una esperanza radical, para tener lo que no tengo y escuchar lo que nunca me dijeron. Escribo porque nunca fue más bello el engaño.

Javier Lostalé Tal vez escribe para alumbrarse, entre palabras de sombra y desencanto,entre el gozo del Amor y el dolor de lo amado, esta vida dura, que lo es, frente a la fragilidad y la decepción, no del Amor, sino de lo que se ama. En este nuevo libro, su voz, me parece a mí, llega más sombría, más triste, como conformada a la imposibilidad del Amor. Quizá por ello esta cita de Jules Renard: He construido castillos en el aire tan hermosos que me conformo con las ruinas.

Hay en Lostalé algo de misterio, de enmascaramiento y de fragilidad, al menos así lo percibo yo, es como un aire de dulce tranquilidad, y al tiempo de desamparo, un aire como de reserva, de preservación, un aire que al verle alejarse me deja siempre como si se quedase flotando un misterio, un no sé qué que queda...La última vez que nos vimos fue en el Salón de Columnas del Palacio Real. Juntos nos sentaron y juntos escuchamos las precisas y emocionadas palabras de nuestro admirado amigo Francisco Brines que respondía a la entrega de su Premio de Poesía Hispanoamericano Reina Sofía.


Javier Lostalé elabora la palabra con precisión, con lentitud y, desde su corazón y pensamiento, la deposita, luego del papel, en la vida. Ahora, según me cuenta, anda escribiendo más.
Este libro, Tormenta transparente, es el que canta al Amor y llora al amor. Un libro que nos lleva al Fernando Pessoa fingidor cuando dice: Que de tal manera miente / que hace ver que no es verdad / el dolor que en verdad siente. El canto al Amor y la elegía al amor son el fingimiento de un acercamiento a lo general, a lo colectivo con el propósito de evitar la confesionalidad, lo íntimo y acierta en cuanto a hacer un discurso colectivo donde el lector va a sentir con intensidad emocionada, tal vez, aspectos de sus propias vivencias: Nunca fue más bello el engaño.

En alguna parte leí que Javier Lostalé es un poeta cuya obra se encuadra dentro del movimiento novísimo; pero, aunque este poeta se inició en 1971con una antología de Vicente Aleixandre, titulada Espejo del amor y de la muerte, y lo hizo junto a poetas como Luis Antonio de Villena y Luis Alberto de Cuenca, entre otros, su andadura poética ha caminado siempre fuera de corrientes y modas. Hace ya muchos años en relación al mundo de la poesía me dijo Antonio Gala: Lo mejor es ir, por libre, de francotirador. Javier Lostalé ha caminado así. Con los francotiradores existe el inconveniente de parecer que no se es cuando no se está inmerso en un grupo, una corriente, etc.; pero el que es poeta, lo es aunque no esté.
Javier Lostalé nos deja, con esta Tormenta transparente, un hermoso libro en el que su enmascarada y lírica palabra poética roza la luminosa luz de la Poesía.

http://manuellopezazorin.blogspot.com/2011/02/javier-lostale-y-tormenta-transparente.html