martes, 27 de abril de 2010

Crónica: Juan Carlos Mestre y Amancio Prada en la Feria del Libro de Granada

Granada Hoy, 26 de abril de 2010

Cierre de lujo con aires del Bierzo


Amancio Prada y Juan Carlos Mestre ponen el punto final al certamen con el espectáculo 'Poesía al canto' en el teatro Isidoro Máiquez de CajaGranada y con el público totalmente entregado


Concluyó la Feria del Libro de Granada y lo hizo de una manera exquisita y elegante de la mano del poeta Juan Carlos Mestre y del cantautor Amancio Prada, que pusieron sobre el escenario del Teatro Isidoro Máiquez de CajaGranada su espectáculo Poesía al canto, en el que fueron alternándose con el canto y la palabra a lo largo del recital en un recinto completamente abarrotado de público. Con ellos se cierra una de las ferias del libro más exitosas de los últimos años.

No fue el único acto en el que ambos creadores participaron. A mediodía, Juan Carlos Mestre presentó en el Centro Cultural Caja Granada de Puerta Real su último libro, La casa roja, publicado por la editorial Calambur y en el que crea un universo absolutamente personal lleno de poderosas imágenes, un espíritu crítico y un gran dominio de la técnica poética.

En la presentación de Mestre, hubo otra sorpresa. No estaba previsto que Amancio Prada hiciera acto de presencia, pero lo hizo y con algo recién salido del horno: su libro-disco en el que pone música a las Coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique, una de las obras cumbre de la poesía española a la que Prada aún no le había puesto su voz y su hermosura todavía. El cantautor se mostró emocionado de tener esta nueva obra en sus manos que, cuenta, además, con ilustraciones que le hizo Juan Carlos Mestre. Los autores del Bierzo saben conectar a la perfección y eso es lo que demostraron anoche sobre el escenario del Isidoro Máiquez.

Amancio Prada mostró su exquisita elegancia de siempre, con su voz tierna y profunda, la extraña musicalidad que sabe extraer de los poemas, el hondo espíritu del alma que descubre en versos que no son suyos pero que, una vez tocados por su garganta, se convierte en otra cosa, en algo más hermoso de lo que ya eran.

Mestre, por su parte, encandiló al público con sus lecturas y con sus pinitos junto a Amancio Prada. El espectáculo Poesía al canto, que Prada ya ha llevado incluso a Chile, es un espectáculo cargado de alma y sencillez, de dulzura íntima, de rosas en la guitarra.

Fue el colofón para un día en que la Feria del Libro echaba el cierre, pero con satisfacción. Granada ha vivido estas jornadas con bastante intensidad y la zona de la feria se ha convertido a lo largo de esta semana en un lugar de peregrinaje obligado para todos los devotos de las palabras y de las hojas de papel. La organización del certamen se mostró ayer muy satisfecha con la feria, que concluyó con el broche de oro puesto por Amancio Prada y Juan Carlos Mestre en el teatro Isidoro Máiquez. Magnífica velada.

http://www.granadahoy.com/article/ocio/686398/cierre/lujo/con/aires/bierzo.html

lunes, 26 de abril de 2010

Noticia de la presentación del libro Estudios sobre la poesía de José Corredor-Matheos


El Patronato Municipal de Cultura de Alcázar organizó la presentación del libro “Estudios sobre la poesía de José Corredor-Matheos” obra de Jesús Barrajón Muñoz y María Rubio Martín, y editado por Calambur.

Al acto asistieron los autores, ambos profesores de la Universidad de Castilla La Mancha, el Presidente del Patronato Municipal de Cultura, Ángel Parreño, y el poeta y crítico de arte, José Corredor-Matheos que al finalizar la presentación leyó un poema suyo homenaje a Luis Alberto de Cuenca y otros escogidos de su último libro “Un pez que va por el jardín”.

ESTUDIOS SOBRE LA POESÍA DE JOSÉ CORREDOR-MATHEOS
Este libro reúne un conjunto de trabajos, especialmente, escritos para esta edición, de profesores universitarios, críticos literarios y poetas sobre la obra del poeta José Corredor-Matheos. Su propósito según la editorial “es el de ofrecer al lector una revisión y puesta al día de las coordenadas históricas y poéticas en las que su obra ha sido concebida y creada, y participar de esta manera del justificado y merecido interés que su obra ha despertado en lectores y crítica especializada a partir, sobre todo, de la aparición de Carta a Li-Po (1975) y, más significativamente, desde la publicación de El don de la ignorancia (2004), libro con el que obtuvo el Premio Nacional de Poesía, y de Un pez que va por el jardín (2007)”.

La obra se inicia con unos estudios de carácter general que permiten una relectura global de toda la producción poética de Corredor-Matheos. Le sigue un segundo bloque de ensayos en los que se analizan obras concretas y aspectos significativos de su poesía, “como la profunda coherencia y unidad en el estilo, en los temas y en la escritura, caracterizada por la asimilación —personalísima y nunca mimética— de la sutileza del arte y la filosofía orientales” según Calambur y se cierra con “las voces de otros poetas que iluminan esa mirada serena, inteligente y agradecida de una poesía que camina sin estridencias y en soledad hacia el despojamiento absoluto”.

“PASEANTE QUE DEAMBULA POR LAS PÁGINAS DE SUS POEMAS”
Según los autores del Estudio “fue el interés y el valor de su obra poética lo que nos animó a iniciarlo, pero el cariño que en el autor depositamos no puede, este caso, permanecer al margen. Queremos también que estas páginas sean celebración de su generosidad, de su sentido del humor, del regalo de su sencillez y de su mirada siempre extrañada y cómplice y amistosa, de la hermosa sorpresa de encontrar en la vida real a ese paseante que deambula por las páginas de sus poemas.

Jesús Barrajón es profesor titular de Literatura Española en la Facultad de Letras de la Universidad de Castilla-La Mancha y autor de diversas monografías, ediciones y artículos sobre teatro y poesía de los siglos XIX y XX.

María Rubio Martín es profesora titular de Teoría de la Literatura en la Facultad de Letras de la Universidad de Castilla-La Mancha. Ha desarrollado su investigación en los ámbitos de la retórica, los géneros literarios y la teoría literaria contemporánea, y es autora de diversas monografías, artículos y ensayos sobre la poética de lo imaginario, poesía española contemporánea, retórica clásica y literatura de viajes.

José Corredor-Matheos, poeta y crítico de arte, es Miembro de la Real Academia de Bellas Artes y Premio Nacional de Traducción en 1983. Premio Nacional de Poesía 2005, Cruz de Sant Jordi de la Generalitat de Cataluña y Medalla de Oro al Mérito Cultural del Ayuntamiento de Barcelona, entre otros. Así como, Premio de Literatura en Lengua Castellana del Ayuntamiento de Barcelona 2008.

Reseña de Cuadernos 2000-2009, de José María Millares Sall

Odiel Información, 25 de abril de 2010





viernes, 23 de abril de 2010

Reseña de Las rosas de la carne, de Manuel Francisco Reina

El Cultural (El Mundo), 23 de abril de 2010

Por Túa Blesa

Es un riesgo inscribir en el título de un libro la palabra “rosas”, pues lo inserta en una riquísima tradición poética construida sobre este símbolo de la belleza, de la perfección, a la vez que de la caducidad de éstas. Esto sucede en este Rosas de la carne de Manuel Francisco Reina (Jerez de la Frontera, 1974), que ha publicado varios libros de poesía y también novelas, que se presenta como “un mártir de la belleza” y una y otra vez parte del tópico mencionado para armar un libro que es un cántico, una celebración de la vida, de la carne -“Celebración de la carne” se titula el poema inicial-, del amor, pero también del lenguaje y de la poesía, de ahí las citas y las reiteradas referencias a otros textos. Celebración que rehuye lo elegíaco. Así, se lee: “La única certeza de mi vida / es que mis días sean como rosas […]. Deshojarme en silencio, suavemente, / como un pequeño sol en el espacio / que expande su corola luminosa / sin pena, sin rencor y sin tragedia”. Hay en estos poemas una cierta pretensión mágica: “decimos rosa / y florece en el aire su presencia”. De este modo, nombrar el placer, la belleza, habrá de suponer que con tal gesto surja un mundo en el que todo ello se haga realidad. Contrapartida, se diría, de que en la vida la presencia de la persona amada, del cuerpo deseado suponga también la elevación, mágica, del mundo a vivencia de intensidad poética.

http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/27060/Las_rosas_de_la_carne

Reseñas de La experiencia de la memoria, de Joaquín Benito de Lucas

ABCD las Artes y las Letras, 17 de abril de 2010

Por Luis García Jambrina

Bajo el elocuente título de
La experiencia de la memoria (Poesía 1957-2009), nos ofrece Joaquín Benito de Lucas (Talavera de la Reina, Toledo, 1934) su poesía reunida en dos volúmenes. Nos encontramos ante una trayectoria bastante homogénea y unitaria. En ella destacan unos pocos temas fundamentales (el amor, la evocación del pasado y de la infancia, los sueños...), sujetos a constantes y variadas modulaciones y unificados por un mismo tono evocador. Se trata de un universo poético animado por dos ideas básicas: la enorme importancia concedida al recuerdo y la íntima fusión de poesía y vida.

Su primer libro publicado,
Las tentaciones (1964), es el reflejo de la estancia del autor durante dos años en Damasco. Con Materia de olvido (1968) obtendrá el Premio Adonais. El elemento central es el recuerdo, la nostalgia, el intento de rescatar lo perdido y desaparecido. En 1970, publica KZ (Campo de concentración), libro desgarrador y desengañado, amargo fruto de su experiencia berlinesa en la década de los 60. Plancton (1976) nos ofrece una indagación en el subconsciente y los sueños. En Memorial del viento (1978) se repiten temas de libros anteriores, junto a otros de carácter social y hasta político.

Antinomia (1975-1981) (1983), del que en 2006 apareció una edición revisada y ampliada, es su libro más complejo y significativo; según el autor, es «una reflexión sobre el amor y el desamor, es decir, sobre el proceso amoroso que dolorosamente termina en el olvido», puesta en boca de algunos personajes de La Celestina, con toda la carga literaria y simbólica que estos arrastran y con una clara estructura dramática. Este libro cobra aún más interés si se relaciona con otro poemario suyo aparecido ese mismo año, Campo de espuma (1974-1981), ya que el tema es más o menos el mismo, aunque expuesto de manera muy diferente.

Tras
La sombra ante el espejo (1987) llega Noces d´argent (Divertimentos poéticos) (1989), un libro de caligramas dedicados a diferentes amigos y muy especialmente a su esposa. Después, vendrán Dolor a solas (1991), Invitación al viaje (1995), Álbum de familia (2000), La mirada inocente (2003), el libro de poesía infantil El reino de la niñez (2006), Los senderos abiertos (2007, aunque escrito en 1957), El haz de la memoria (2008), Canción del ánfora (2008) y La escritura indeleble (2008), que completan su universo.

http://www.abc.es/abcd/noticia.asp?id=14356&num=945&sec=32

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ABC Castilla-La Mancha, 8 de marzo de 2010

Por Ángel del Valle

Joaquín Benito de Lucas (Talavera de la Reina, 1934) acaba de presentar «La experiencia de la memoria», título que comprende su poesía desde 1957 hasta 2009. Calambur edita, el Excelentísimo Ayuntamiento patrocina y Pedro J. de la Peña prologa.
Talavera: activa, comercial, laboriosa, no peyorativamente fenicia, inquieta en su propio devenir histórico. Pero con fe, con emoción, con sensibilidad. En su matraz vierte Joaquín su palabra y la macera y se hace abanderado de su ciudad. No, no puedo enjuiciar críticamente su obra porque no tengo la preparación suficiente para ello; ni siquiera hablar de su poesía. Pero sí puedo referirme a él como talaverano.
Una obra la de Joaquín en la que hace bandera de mi mismo río, de mis mismos puentes, de idénticas calles; de la misma Fe en la Virgen de todos. En amigos comunes, más suyos que míos, sí, pero en muchos momentos compartidos y a los que retrata con las palabras que todos quisiéramos encontrar cuando lo intentamos...

Palabras que fluyen en su poesía tan musicalmente como las aguas del Tajo, de «su» Tajo, de «nuestro» Tajo. Que llevan engarzados los ruidos, los sonidos de nuestras calles a las que, como señala Abraham Madroñal, las universaliza desde sí mismas.

Joaquín viene a Talavera y se vuelca con ella y Talavera con él. Es Hijo Predilecto para premiar su predilección por su ciudad, nunca olvidada, siempre presente en el ritmo de su verso libre o en la maestría de sus metáforas esté dónde esté: en Damasco, en China, en Belén, en Berlín... Y Talavera le honra dando su nombre a instituciones y eventos. ¿Para cuándo un monumento compartido con Rafael Morales?

Pedro J. de la Peña destaca «la hipersensibilidad de Joaquín para tratar sus temas sobre la familia, su infancia, su río y su ciudad» y es esta misma sensibilidad la que abre las puertas de su corazón para entregarse a Talavera y para recibirla en una ósmosis permanente. Los Premios poéticos de los que es alma mater y el Ciclo de Poesía Actual, que tiene como marco a otra puerta siempre abierta a Talavera, la de la Galería Cerdán, son los máximos exponentes de lo anterior. Pero, asimismo, acoge en su casa a quien quiera acercarse buscando su consejo y su magisterio, con una disponibilidad intemporal.... Y, François, dulce esposa de eterna sonrisa colgada en sus labios, en sus ojos, en su alma. A tenor de esto, recuerdo que, en mayo de 1998, en estas mismas páginas de ABC, yo venía a decir a «mis Cigüeñas del Tajo» refiriéndome a Joaquín, que «al hombre que baña sus sentimientos en el ritmo propio de su palabra, se le llama poeta, el cuál no guarda nada para sí, y se lo da a los demás para hacerse, cuánto más da, más poeta».

Talavera de la Reina, hidalga, leal y noble ciudad junto al río Tajo, de cristalinas aguas (¡qué tiempos aquellos!) y doradas arenas en palabras de Cervantes, siempre ha sido llevada por Joaquín como una antorcha en su poesía y la ha cantado con su palabra húmeda de arcillas y con los latidos enamorados de su río, sin acallarla nunca, mostrando siempre en alto a su maravillosa ciudad de las redes azules. La nuestra.

http://www.abc.es/hemeroteca/historico-08-03-2010/abc/Toledo/joaquin-benito-de-lucas-obra-completa_1149088423.html

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Y una entrevista con el autor:
ABC Castilla La Mancha, Suplemento Artes y Letras, marzo de 2010

Por María José Muñoz

- En uno de sus poemas aparece su madre sentada en la cocina esperando a que usted y su hermano, entonces unos niños, vuelvan con alimentos de la vega del Tajo. ¿Su infancia le trae recuerdos tristes?
- Sí, muy tristes porque aquel fue un momento muy difícil de España, había mucha pobreza. Yo nací en el 34, he vivido la posguerra, y tenía dos años cuando mi familia salió de Talavera al ser tomada por las tropas nacionales. Mi padre era republicano, tenía una taberna donde iba toda la gente de izquierdas a comer. Se llamaba «La Lancha», porque mi padre tenía unos antecedentes de pescador.

- ¿Por eso lo de las redes azules?
- Claro, así se llama una antología mía. Y mire, todavía hace unos años, cuando me encontraba con gente mayor en Talavera, me decían: «Anda, pero si tú eres hijo de Manolo el de la lancha». Sí, mi padre pescaba en el Tajo y mi abuelo también era pescador.

- En esos recuerdos lejanos, ¿tiene conciencia de cuándo escribió su primer poema?
- Sí, mi primer poema lo escribí con unos 14 años. Creo que es el único poema que puedo recordar casi del todo: «La tarde ya muere/ y la noche tiende su pálido manto./ Los pájaros vuelan/ y ya no se oyen sus alegres cantos./ Ya todo queda en silencio/, la sierra, el campo, el mar/ y el ladrido de un mastín se oye, ¡qué lejos está!».

(El poeta pronuncia los versos emocionado, fuma un puro y de vez en cuando, tose).
- Usted ha estado en muchos países árabes, y hasta vivió en Siria, donde escribió su primer libro de poemas, «Las tentaciones». ¿Qué le llevó allí?
- He ido a muchos países árabes pero vivir, he vivido dos años en Siria y, efectivamente, mi primer libro de poemas está escrito en Damasco. Allí fui director del Centro Cultural Hispánico.

- ¿Le inspiraron aquellos años en tierras árabes?
- Sí, los temas que yo tocaba estaban relacionados con mis vivencias de entonces, con las gentes, el tema de las caravanas, problemas de tipo religioso., asuntos íntimamente ligados a mi vida en el Medio Oriente.

- Ese primer libro sale en 1964, usted tenía 30 años. ¿Es quizá un poeta tardío?
- Mi primer libro publicado es del 64 pero no es el primer libro escrito. En 1957, a los 23 años, ya tenía terminado otro libro de poemas que aparecieron en revistas de la época y del cual di lecturas públicas en el Ateneo de Madrid cuando José Hierro llevaba la tertulia poética. Ese libro, «Los senderos abiertos», se publicó en 2007, cincuenta años después. Antes, publicar era bastante difícil.

- Costaba dinero, claro.
- Yo nunca pagué dinero.

- ¿Ni en sus orígenes?
- No, nunca. Me he valido de premios, en algunos casos, y en otros me han pedido libros, o los he ofrecido yo, y me los han publicado.

- Ha recibido varios premios, el Adonáis entre ellos, por «Materia de olvido» en 1967. ¿Cuál le ha hecho más ilusión?
- El Adonáis, porque lo recibí en Berlín, cuando vivía allí.

- ¿Por qué pasó de Siria a Alemania?
- Dámaso Alonso me propuso para el lectorado en la Universidad, y me aceptaron. Estuve allí siete años.

- O sea, era usted un alumno aventajado de profesores de la talla de Dámaso Alonso.
- Aventajado, no exactamente. Había una buena relación. Además, Dámaso era poeta, yo también, y también intervino Vicente Aleixandre.

- ¿Escribió poesía en Alemania?
- En Alemania hice todo lo que no hice antes por la enfermedad pulmonar que tuve, por haber empezado a estudiar a los 16 años...todo ese tiempo perdido lo gané en Alemania. Allí hice unas oposiciones a institutos de Enseñanza Media, que gané; terminé la tesis doctoral que me dirigió Dámaso Alonso, gané el Premio Adonáis y escribí otro libro.

- ¿Allí se casó?
- Me casé en Damasco con mi esposa Françoise. Ella es francesa y nos conocimos en Madrid, en la Universidad. Cuando llegó el momento de marcharme a Damasco le dije que me iba, que se viniese conmigo y nos casábamos. Sus padres la llevaron a Marsella desde San Juan de Luz, donde ella vivía, y en Marsella cogió un barco. Yo la recibí en Beirut.

- Una escena con mucha poesía. ¿Es su esposa su musa?
- Sí, el poeta canta a muchas cosas. Aunque el poeta miente mucho. Decía un autor portugués que el poeta es un fingidor; más que mentir, fingir. Sobre mi mujer he escrito bastante. Esto, por ejemplo, que se llama «Agur Alba, buenos días alba».

Y el poeta recita este poema de 1959 que escribió al lado de la vía del tren, junto a la casa de sus suegros en San Juan de Luz:
«Buenos días amor, y te despiertas al borde mismo de la aurora, al borde del mar, de la ciudad, de los jardines que desprenden sus flores como las letras de un abecedario para escribir tu nombre cada mañana. Buenos días alba, agur amor, qué voces tiemblan si te saludo, si te beso, si me fumo un cigarro, si te pones sentada en mis rodillas y me miras mientras cruzan veloces trenes hacia París, mientras me miras, y el mar respira con su pecho enorme».

- Fue amigo de José Hierro y conoció a otro poetas como Claudio Rodríguez, Brines, Sahagún o Eladio Cabañero. ¿Quién es para usted el mejor poeta español? Si tuviera que decir sólo uno...
- ¡Yo! (risas) Es muy difícil porque cada poeta te interesa por un aspecto: unos por la riqueza del vocabulario, otros por la emoción que producen, otros por los sentimientos que ponen, otros por el valor social, como Blas de Otero.

- ¿Quizá el no decantarse se deba a que usted, además de poeta, es un estudioso de la poesía?
- Claro, sí, en efecto. Tengo 18 libros de poemas publicados y otros 18 libros de crítica. Por lo tanto, uno, cuando opina de la poesía, opina con cierto rigor no dejándose llevar por los impulsos. Poetas clásicos, para mí uno de ellos es Garcilaso, pero también está Bécquer, Machado, Juan Ramón. Rafael Morales, más moderno, le conocí mucho, éramos muy amigos.

- ¿Y de la generación del 27?
- He conocido a pocos, sólo a Vicente Aleixandre, he ido a su casa, incluso tengo cartas suyas.

- Pero los ha leído...
- Lorca es un poeta excepcional. Pasa como con Miguel Hernández, que, porque ha muerto, es conocido. No es verdad. Miguel Hernández es un gran poeta también.

- Usted ganó también el Premio «Miguel Hernández».
- Sí, fui el primer premio de la convocatoria del Ayuntamiento de Orihuela en el 76.

- El último premio que ha recibido es el «Ricardo Molina» de la ciudad de Córdoba ¿Qué se siente al seguir recibiendo premios después de toda una vida de poeta?
- Mucha satisfacción, pero ya no me presento a premios porque.¿sabe lo que ocurre? Llega una edad en que hay que dejar que los jóvenes se presenten a los premios y que los ganen porque publicar siempre es difícil.

- ¿Sigue usted a la nueva generación de poetas?
- Sí, claro. Tengo muchos amigos como Pedro Antonio González Moreno, que es un poeta manchego de Ciudad Real. Conozco a Jesús Maroto, de Toledo, nos escribimos... Y en Talavera, Miguel Ángel Curiel, que está ahora en Italia con una beca. Nuestra tierra da buenos poetas.

- En la vida que ahora usted lleva, ¿qué le puede inspirar?
- Ahora en este momento, nada, porque estoy haciendo un trabajo (se levanta y lo muestra) sobre Poesía y Religiosidad en la Edad Media Castellana. Es mi tesis doctoral, que hice en 1964 y se publicó parcialmente hace años. Ahora estoy aligerándola de cientifismo, de muchos datos, muchas citas, para que sea una lectura amable al lector y no sólo un trabajo de investigación que interesa a los profesores y a la Universidad, pero no al gran público.

- O sea, en usted se cumple lo que decía Picasso: cuando llegue la inspiración, que me encuentre trabajando.
- Sí, pero desde que he empezado a hacer esto, no he vuelto a escribir ningún poema y tengo algunos sin publicar todavía. Estoy metido hasta las cejas en esto.

- ¿Tiene un horario establecido de trabajo?
- Sí, yo suelo trabajar por las mañanas. Me levanto a las ocho, desayuno y comienzo a trabajar. Paro a la hora de comer y ya ni siquiera me echo la siesta para seguir trabajando hasta las ocho de la tarde. Es la revisión de textos medievales desde el Cantar del Mio Cid hasta los poetas del siglo XV.

- ¿Y qué le interesa de ellos?
- Veo sus obras y hablo, por ejemplo, de su actitud ante la Virgen María, el tema mariano, que se va dando en numerosos poetas pero de distintas formas. Por ejemplo, distingo la forma con que Berceo trata el tema mariano en sus Milagros sobre Nuestra Señora, o cómo lo trata el Arcipreste de Hita en su libro. Y luego veo hasta qué punto corresponden esos milagros a las creencias del pueblo. Espero que la tesis salga en otoño.

- Y ha presentado sus Obras Completas en Talavera. ¿Cuándo lo hará en Madrid?
- Se ha retrasado para el día 8 de abril. Será en el Ateneo de Madrid.

- Ha sido usted un estudioso de la poesía de José García Nieto.
- Él ya estaba muy enfermo cuando le dieron el Premio Cervantes, y no podía escribir. Entonces Cela, que era su padrino, me pidió que hiciera el discurso y lo leyera como si lo hubiera escrito él.

- Uno de los versos de su «Escritura endeble» dice: Más sin embargo escribo porque creo que hundir las manos en lo que fue herida tiene olor a manzanas de la infancia. ¿Recuerda en este momento a qué se refería exactamente?
- Sí, es la evocación de mi infancia. Yo, si ahora me pongo a escribir un poema, mi cabeza se vuelca hacia unos años y los veo como si estuviera ojeando un álbum de fotografías. Y cuando me pongo a escribir noto que la infancia mía vuelve a resurgir como viva. Yo me encuentro siendo niño en Talavera. Decía Hierro que mi poesía, para entenderla bien, había que pensar en la pureza; es verdad, pureza, inocencia.todo nuevo, los olores, los sabores, como esas manzanas.En «El reino de la niñez» tengo un poema, «Templo de inocencia», que dice: «Mis ojos niños miran el mundo como un templo de inocencia». Es esa visión, yo me estoy viendo como era, me reconozco perfectamente, y entonces no cuento lo que pienso yo sino lo que pensaba por entonces. Y ahí surge esa inocencia, esa indefensión del niño ante el mundo;el niño está vendido a todo, perdido siempre. Esa es una de las fuentes de inspiración que más he utilizado en mi poesía.

- ¿Su estado anímico ahora es más de recuerdo de una época que fue o mira usted al futuro de alguna forma?
- Cuando escribo sí pienso en el pasado, pero cuando vivo soy una persona normal, tengo proyectos, viajo muchísimo. Acabo de venir hace poco de Marruecos, un poco antes estuve en Tánger presentando «Álbum de familia», que lo han traducido al árabe y me invitó el Instituto Cervantes.

- ¿Está sano nuestro idioma?
- Sí, mucho, el castellano es muy poderoso, a pesar de los mensajes que ahora se mandan los jóvenes por los teléfonos móviles que pueden perjudicar y de hecho perjudican luego a la expresión normal de los chicos a la hora de hablar y de escribir. Y es una pena porque el lenguaje tiene una expresividad enorme y si se sabe utilizar con talento, con experiencia y con mucha lectura, se puede uno expresar maravillosamente.

- ¿Ha sido feliz en su vida, ha cumplido sus sueños, sigue anhelando algo?
- A veces lo que hago es compadecerme de mí mismo, de cuando era niño, pero no siempre con dolor sino a veces con alegría porque fue una época dorada de alguna manera, aunque estaba rodeado de muchas tristezas. Creo que he aprendido a conocerme a través de mi poesía, y eso me da una enorme satisfacción.

- ¿Y se gusta a sí mismo?
- Me soporto, que ya es bastante.

jueves, 22 de abril de 2010

Reseña de A vueltas con el autor del Lazarillo

Por Rubén Castillo Gallego

Tres misterios fundamentales planean sobre la historia de la literatura española: el primero es determinar quién fue el autor del «Cantar de Mío Cid»; el segundo, esclarecer qué humanista se aprestó a componer las páginas de «Lazarillo de Tormes»; y el tercero arrojar luz sobre el nombre de quien compuso la biliosa continuación apócrifa de «Don Quijote de la Mancha», que tanto hizo sufrir a don Miguel de Cervantes desde el año 1614 hasta su muerte. Sobre el segundo de esos enigmas (la autoría del Lazarillo) acaba de redactar la profesora Mercedes Agulló y Cobo una interesante aportación, que le ha publicado hermosamente la editorial Calambur, en su colección Biblioteca Litterae. A lo largo de los años y aun de los siglos se han ido amontonando las hipótesis más variopintas y distantes acerca del enigmático escritor que dio vida al primero de los pícaros de nuestra literatura: se ha hablado del jerónimo fray Juan de Ortega, de los hermanos Valdés, de Sebastián de Horozco, de Lope de Rueda, de Torres Naharro e incluso del humanista Juan Luis Vives, por no citar sino los más célebres. Pero la hipótesis que comenzó a fraguarse en 1607, donde se indicaba abiertamente la paternidad de Diego Hurtado de Mendoza, parece convertirse en definitiva tras las sólidas páginas de Mercedes Agulló. En un estudio muy técnico (hay que reconocer que no resulta apto para lectores ajenos a la especialización), la doctora madrileña recorre una serie de documentos bastante esclarecedores, como el testamento de don Diego, el inventario de sus bienes y otros papeles igualmente interesantes. En uno de ellos se indica que en un cajón propiedad de Hurtado de Mendoza se guardaba «un legajo de correcciones hechas para la impresión del Lazarillo» (página 44). ¿Qué sentido puede tener que don Diego corrigiese pruebas de imprenta sobre un libro, si éste no era suyo? La respuesta es cristalina: a él hay que atribuirle la escritura de la obra. Aun así, y con una cautela intelectual que la honra, la profesora Agulló se resiste a mostrarse tajante en sus conclusiones, y anota tan sólo que «estas coincidencias y entreveros apuntan a don Diego como padre de Lázaro» (página 46). No obstante, el hilo lógico que va siguiendo la investigadora es tan implacable que poco lugar a dudas puede quedar sobre la solvencia y la solidez de su criterio. Las fotografías de distintos protocolos, que se aportan como prueba visual, contribuyen también a que la hipótesis tenga visos de ser aceptada unánimemente dentro de muy poco tiempo. Es probable que nuestros hijos y nietos ya no estudien en sus clases de literatura que el «Lazarillo de Tormes» es una obra anónima, sino que se la adjudique a don Diego Hurtado de Mendoza (1504-1575), embajador de España en Venecia y Roma, amigo de santa Teresa de Jesús y celebrado poeta. Habrá quien argumente que la verdad aún no está en nuestras manos, pero nadie podrá negar que la estamos rozando con la punta de los dedos. Y la doctora Mercedes Agulló ha sido la responsable de este progreso.

Título: A vueltas con el autor del Lazarillo. Autora: Mercedes Agulló y Cobo. Editorial: Calambur. Colección: Biblioteca Litterae, vol. 21. Género: Ensayo. Páginas: 140. Prólogo: Pablo Jauralde. ISBN: 978-84-8359-175-8.

http://www.educarm.es/admin/aplicacionForm.php?aplicacion=ETAPA_SECUNDARIA&mode=ampliacionContenido&sec=355&ar=109&dept=1&cont=17438&zona=PROFESORES&menuSeleccionado=290

www.rubencastillo.blogspot.com

lunes, 19 de abril de 2010

Recitales de Juan Carlos Mestre en Jaén


Martes 20 de abril, 20 h., Jaén
Con Amancio Prada: "Emboscados" Universidad Popular Municipal de Jaén Avda. de Andalucía, 47, 23005
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Miércoles 21 de abril, Villatorres (Jaén)
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Jueves 22 de abril, Martos (Jaén), 19 h.
Casa Municipal de Cultura y Juventud Francisco Delicado (Salón de Actos)
Avda. Pierre Cibié, 14 - Teléfono y Fax 953 - 70 01 39. 23600 MARTOS (Jaén)

Reseña de Aquelarre de sombras, de Javier Villán

Artes Hoy, Revista digital de las artes


Por Julia Sáez-Angulo

Periodista inteligente en la crítica deteatro y de los toros en el diario "El Mundo", Javier Villán cultiva la poesía de modo continuo y libre sin adscripción a grupo alguno, de ahí su singularidad. Actualmente ha publicado "Aquelarre de sombras" en la editorial Calambur, una poesía elegíaca sobre el paso del tiempo, la vida, su sombría expectativa y el cuerpo como decadencia inexorable.

"La frente contra el muro" fue el primer título poético de Javier Villán (Torre de los Molinos. Palencia, 1942), al que siguieron otros libros. Su poesía esencial se encuentra recogida en "El corazón de la ceniza (Antología poética, 1975-2006)", igualmente editada por Calambur.

Javier VillánEl libro se abre con un texto curioso, significativo para el autor: la entrada de un murciélago en la estancia doméstica en la madrugada de un frío final de agosto, sin que el siniestro animal acertara a salir y chocara una y otra vez contra los cristales. Como un presagio negro lo interpreta el poeta y las páginas siguientes abundan en el desconcierto de insomnios, fantasmas y sombras.

La portada del libro es un diseño gráfico a partir del grabado "Las resultas" de la serie "Los desastres de la guerra" de Francisco de Goya, el mismo artista que tituló una de sus obras como "El sueño de la razón produce monstruos".

Coloquio del Cuerpo y las Sombras

Los poemas se recrean en las Sombras y el Cuerpo como protagonistas intensos de un coloquio de incertidumbre, dolor ydesesperanza. "Sombra sabia: Vengo desde remotos tiempos y lugares. No hay planicie ni cóncava espesura que no haya recorrido. Cuerpo amado, siempre me diste cobijo, eras selva fresca y umbría".

El poemario va dedicado a "Ana, que intentaba ahuyentar las sombras y le nacían estrellas en las manos".

"Cuerpo solo: ¿Sólo el silencio es mío ¿Sólo la niebla? ¿Sólo un fantasma que no tiene humana consistencia?".

El poeta termina diciendo en un cerrado paréntesis: "(Y el cuerpo definitivamente calamitoso se negó a toda controversia. Logró dormirse al fin y, al despertarse otra vez, eligió seguir viviendo; …)".

miércoles, 14 de abril de 2010

Reseña de Un único día, de Jesús Hilario Tundidor

Enclave, Revista cultural de Castilla y León


Enclaverevista analiza 'Un único día', toda la poesía de Tundidor

Editorial Calambur publica toda la obra poética de Jesús Hilario Tundidor

'Un único día' es la obra que recoge la creación poética del autor zamorano Jesús Hilario Tundidor, con la excepción de Mausoleo y Fue, poemarios que, junto con un tercer libro, inédito aún, conformarán una trilogía para una futura entrega. Concebida como en su tiempo lo hicieran Cernuda con 'La realidad y el deseo', Jaime Gil de Biedma con 'Las personas del verbo' u otros autores en la actualidad, como Antonio Gamoneda con 'Esta luz', 'Un único día' es un ambicioso trabajo que redunda en la minuciosidad y en el rigor creativo. Ambas cualidades se reflejan tanto en la expresión (con sus múltiples tentáculos estilísticos al acecho de la ordenación del caos en que se nos ofrece la realidad), como en la presentación (el libro rezuma una celosa y detallada organización con nuevas citas que contribuyen a completar la concepción poética de la obra).

El resultado de toda una vida dedicada a la poesía (1960-2008) se nos presenta en dos tomos para agrupar la obra del poeta en dos etapas en las que la crítica y el autor clasifican el conjunto de su creación. “Borracho en los propileos” (1960-1978) es el nombre del volumen uno, y se abre con el poema inaugural homónimo (previo prólogo y presentación a cargo de Natalia Carbajosa y el propio Jesús Hilario Tundidor respectivamente). El autor explica en el epílogo, incluido al final del volumen dos (aparece con el nombre de addenda), que este poema refleja el carácter bajo el que se agrupan los libros de la primera etapa (Río oscuro –sólo parcialmente-, Junto a mi silencio, Las hoces y los días, En voz baja y Pasiono):

“…, pues el argumento general de este poema globaliza las connotaciones de la búsqueda del conocimiento y la luz en la emoción de la escritura poética. En toda esta parte la materia fundamental unitiva, organizante del libro, es la emoción existencial y sentimental del individuo ante la existencia y lo consuetudinario.”

El existencialismo de Jesús Hilario Tundidor es una postura que hace que la realidad tangible o las situaciones cotidianas trasciendan, unas veces desde la intuición o los sentidos, a través de metáforas de diverso origen (clásicas, surrealistas, impresionistas…), y otras veces desde la razón, mediante detalladas explicaciones.

Pero la finalidad de ambas formas de conocimiento será, en todo caso y, como tantas veces ha declarado el escritor, apasionar la inteligencia a través de la palabra poética.

 “Borracho en los propileos” es también el título de un poema de Tetraedro (incluida en este primer volumen), obra que Jesús Hilario Tundidor ha calificado de “libro bisagra” entre las dos etapas, por contener características expresivas de la primera y por anticiparse, en algunos aspectos, a la segunda. Inaugura con él una serie de creaciones que se estructuran, según palabras de Jesús Pedro Hilario Silva, “en unidades orgánicas en las que la unidad temática se acentúa, ya sea por partes, o por libro”. A partir de Tetraedro, será una constante en la obra de Jesús Hilario Tundidor la ordenación exhaustiva de cada uno de los apartados de sus obras, creando en ellas secciones o “libros” que a su vez incluyan otras divisiones, en un intento por aprehender la realidad a través de cada uno de los aspectos del poema y el espacio que lo envuelve.

El volumen dos, “Repaso de un tiempo inmóvil” (1980-2008), toma el título de lo que fue la séptima entrega de Tundidor (dejando a un lado la primera, Río oscuro) y agrupa Libro de amor para Salónica, Repaso de un tiempo inmóvil, Construcción de la rosa, Tejedora de azar y Las llaves del reino. El poema inaugural “Configuración” pertenece a Las llaves del reino y, como ocurría con el volumen uno, contiene las claves generales de concepción e interpretación de la segunda etapa, y que Jesús Hilario Tundidor así expresa en la citada addenda:

“…, es claro que presenta la dialéctica del encuentro del ser y el mundo, bajo el signo de la precariedad de la conciencia dialéctica del hombre contemporáneo frente a sí mismo y frente a la colectividad de la que forma parte”.

En efecto, la segunda etapa o período en la trayectoria poética de Jesús Hilario Tundidor continúa lo que Gabriele Morelli denomina “un proceso de ahondamiento intimista”, siempre acompañado de un marcado tono de desengaño ante la vida (aunque con un paradójico agradecimiento y apego a ésta).

El colofón a esta composición recopiladora de la obra de Jesús Hilario Tundidor lo constituye el poema final “Holocausto de los huracanes”, poema inédito que abunda en los elementos configuradores de la poética de Jesús Hilario Tundidor: la sencillez, la sensibilidad del hombre ante aquello que observa y ante lo que se muestra, en inicio, incomprensible. A ello hemos de añadir la inocencia como utopía que se perdió para siempre en la infancia, y que se desvaneció a través de un tiempo expresado, desde una concepción barroca, en continua huida. La palabra holocausto aparecía ya en un soneto de Tetraedro, “Otoño y madurez, ¿Quién nos avisa?”. Transcribimos aquí sus tercetos como muestra de lo que el lector encontrará en Un único día.

Así en lo oscuro da la airada pieza

en la inutilidad de la chatarra,

holocausto inicial de la tristeza.

Retornar siempre al sol como la parra:

qué amargo el corazón de esta cereza,

qué monótono el son de esta cigarra.


http://www.enclaverevista.com/libros/articulo.php?id_articulo=795

martes, 13 de abril de 2010

Entrevista a Juan Carlos Mestre

Juan Carlos Mestre: "La poesía es el discurso de la desobediencia"

El último Premio Nacional, que participó ayer en la Fundación Dinastía Vivanco en la I Jornada de Poesía y Vino, reivindica la palabra como “un acto de resistencia al mal”

Larioja.com, 27 de marzo de 2010

J.Sainz

Queridos compañeros carpinteros y ebanistas,
yo les traigo el saludo solidario de los metafísicos.
También para nosotros la situación se ha hecho insostenible,
los afiliados se niegan a seguir pagando cuotas.
A partir de este momento la lírica no existe,
con el permiso de ustedes la poesía
ha decidido dar por terminadas sus funciones este invierno.
No lo tomen a mal,
pero aún quisiéramos pedirles una cosa,
mis viejos camaradas amigos de los árboles
acuérdense de nosotros cuando canten La Internacional.

El poeta y artista plástico Juan Carlos Mestre (Villafranca del Bierzo, León, 1957) es, en realidad extraterrestre, un ángel quizás. Aunque pretendan atarlo a este mundo conmensurable condecoraciones como el Premio Adonáis 1982, el Jaime Gil de Biedma 1992, el Jaén 1999 y, especialmente, el Premio Nacional de Poesía 2009, merecidas por su extensa obra poética desde ‘Siete poemas escritos junto a la lluvia’ (1982) hasta ‘La casa roja’ (2008), él es inquebrantablemente de otro planeta sin medidas. No sólo la lectura de sus exquisitos poemarios, herederos modernistas de tantos grandes, desde Keats hasta Gamoneda, de san Juan de la Cruz a Gonzalo Rojas, también el extraordinario placer de escucharle recitando, su voz grave y danzarina al son de un evocador acompañamiento musical, hace que las almas se rebelen contra la prosa nuestra de cada día y huyan, como amantes fugitivos, a los brazos de la poesía. Así ocurrió hace dos años en las X Jornadas de Poesía en Español, en Logroño, y ayer de nuevo en la Fundación Dinastía Vivanco, en Briones, donde Mestre, junto a otros poetas importantes como Antonio Hernández y Ginés Liébana, participó en la I Jornada de Poesía y Vino e hizo derramar, si no los caldos de la tierra, sí lágrimas de emoción.
Tendría que ser uno El Loco de la Colina para hacer a Juan Carlos Mestre la entrevista que merece, pues el discurso que sale de su boca con la misma facilidad que la poesía de su pluma merece un interlocutor digno y el espacio justo. Los periodistas mundanos, en cambio, hacemos con las palabras apenas tuercas y tornillos con los que todo encaje mal que bien y así gire la rueda un día más. Mientras, con esas mismas palabras, hacen los poetas aves que vuelen alto y lejos. ¿Acaso cabe la poesía en medio de un prosaico periódico, remedo fugaz del triste mundo? Probemos.
-Sostiene Gamoneda que la poesía no tiene que hablar de la realidad porque ella misma es una realidad. Pero la poesía tiene un duro encaje en este mundo, ¿no cree?
-Tal vez sean caminos no precisamente paralelos los del periodismo -yo estudié periodismo- y la poesía. La literatura, como el periodismo, forma parte de un proyecto relacionado con la cultura, con la sociología, con la información. La poesía, sin embargo, entendida como lenguaje de la delicadeza humana, tal vez responda más a un proyecto espiritual, a una manera de estar en el mundo, a una carencia de utilidad práctica pero de imprescindible cualidad ética. La palabra entendida como base de una civilización, la cultura poética como la teoría menos humillante de la historia destinada a reconstruir alguna de las formas de lo que fue en su día la casa de la verdad. Esto no implica ejemplaridad alguna en el uso del lenguaje, pero sí implica conducta. La poesía es la elección moral de un tema imaginario relacionado con una creencia, con la creencia de que las palabras, más allá de transportar un significado, traen consigo un encargo, el encargo probable que nadie nos ha hecho pero que los poetas estamos dispuestos a cumplir hasta el último día de nuestra vida: volver a vincular las huellas perdidas con lo que algún día fue lo que llamamos lo sagrado, sea lo sagrado lo que para cada uno de nosotros sea lo sagrado; todas esas categorías están en última instancia relacionadas con lo que para mí es esencial de la condición humana, ser portadores de dignidad, que se expresa en el lenguaje de la poesía como la súbita presencia de una ancestralidad, de una memoria en la que permanece inmaculada y pura la sonrisa de nuestros muertos y nos anticipa los lenguajes utópicos de la construcción del porvenir.
-Habla de ética poética. ¿Cuál es el compromiso de Juan Carlos Mestre?
-Hablo de la dignidad, esa palabra que suele dar risa sobre todo a quienes carecen de ella. Mi compromiso no es otro que el compromiso con el semejante. Yo pertenezco a la tribu de aquéllos que han renunciado a ejercer todo tipo de autoridad artística sobre los demás y, sobre todo, autoridad moral; carezco de ella. Eso no quiere decir que para mí las palabras situadas al norte del porvenir de la poesía no estén fundamentalmente implicadas con el reconocimiento de la condición de otro, devenir permanentemente en otro que es un igual diferente que yo. De poco serviría la poesía si no ayudara a la reconstrucción espiritual del mundo, a la repoblación moral de una sociedad herida por todos los signos de la barbarie, de la explotación del hombre por el hombre… Mi compromiso es el de oír aquella voz sin boca, la voz de todos los que, arrojados a las amargas canteras de la historia, han tenido que callar durante generaciones siendo portadores además de la gran razón histórica de su inocencia, los que ahí en la intemperie siguen diciendo, bajo las estrellas y aferrados con las manos desnudas al relámpago, ‘soy inocente, tengo derechos, no me mates…’ La poesía articula esa posibilidad de bien. Mi compromiso no es otro que intentar poner las palabras como un acto de resistencia al mal, a las múltiples formas del mal que siguen negando el gran proyecto de la dignidad humana.
-¿Esa resistencia se traduce en hacer de la poesía un refugio, una evasión, o un arma de combate?
-Creo poco en la poesía como un arma cargada de futuro. Lejos de ser la poesía un arma cargada de nada. Tampoco es el refugio espiritual de aquéllos que frente a la sociedad de lo ominoso y lo terrible buscan amparo en la intimidad de su ser. Creo en algo mucho más sencillo: el poeta tal vez sea un taxista que lleva a la gente adonde la gente quiere ir a vivir su propia vida, alguien que ayuda con las maletas a los desvalidos. Un libro de poemas tal vez no sea otra cosa que una caja de herramientas al servicio de la conciencia de los hombres y que cada cuál sabrá para qué necesita un poema o de qué es portador como recuerdo de una conducta. Más que combate, nunca como arma… La poesía es una manera de estar en el mundo, otra manera de estar en el mundo. Puede parecer un pensamiento romántico, pero el gran poeta romántico por excelencia, el británico John Keats decía que poeta es aquella persona que en presencia de otra se considerará siempre su igual, desde el rey al más pobre del clan de los mendigos. Ese concepto republicano de ser todos ciudadanos libres que tenemos la obligación de ejercer el derecho a estar en desacuerdo entre nosotros, es decir la condición de iguales de todos los seres humanos sobre la tierra es también lo que nos iguala en el proyecto y en el desafío de los lenguajes múltiples y republicanos de la poesía. Es otra manera de entender el mundo, una forma delicada de oponer resistencia a los actos de fuerza.
-‘La tumba de Keats’ es precisamente uno de sus grandes poemarios. ‘La casa roja’ está siendo un éxito en las librerías desde la concesión del Premio Nacional de Poesía, también la antología ‘Las estrellas para quien las trabaja’, de título tan proletario y evocador… Su página web (www.juancarlosmestre.com), sus emotivos recitales, sus grabados… ¿Cuál es la mejor forma de aproximarse a su obra?
-Creo que el desafío para un poeta hoy es resistir el autoenorgullecimiento. Por tanto, la mejor manera de acercarse a mi obra es leyendo a otros poetas, porque uno habla con palabras prestadas, con ideas ya usadas por otros, con el aire respirado por otra belleza. Decía Antonio Gamoneda, el gran poeta leonés, que la belleza no es un lugar donde van a parar los cobardes. Los poetas tenemos que asumir la valentía de decir esto que yo hago es posible porque ha sido hecho por otros antes que yo. La poesía es una red dialéctica de conocimientos, de diálogos, de transgresiones, de pequeños hurtos, de préstamos. Para leer a un poeta y para entenderle, como quien fija la vista y contempla un paisaje, hay que abrir todas las posibilidades del múltiple diálogo del cual es resultado lo que uno escribe. No hay que empezar por uno sino por la complejidad del otro.
-Desde Keats hasta Gamoneda… ¿Quiénes en su caso?
-Son tantos… Yo creo que no he leído a ningún poeta que no me haya aportado algún camino o alguna revelación o algún préstamo o alguna emotiva experiencia en los territorios sensitivos del conocimiento. Pero bueno, por mi relación con América Latina, donde he vivido varios años, son importantes para mí Gonzalo Rojas y Nicanor Parra por los diálogos que tuve con ellos. Y aquí en España, sin tener que referirme a los que ya nos acompañan desde los espacios celestes de otra celebración, fue mi importante para mí el encuentro con el poeta malagueño Rafael Pérez Estrada, un príncipe de la imaginación, un hombre prodigioso del que se podría decir lo mismo que se decía de Lorca: “Con él no hacía ni frío de invierno ni calor de verano, hacía Rafael”. Vicente Núñez, poeta cordobés del Grupo Cántico, también me ha interesado enormemente, sobre todo el gran vértigo de su inteligencia con la que atravesaba la zona oscura de la realidad para acceder a las semejanzas invisibles con las que trabaja siempre la poesía. Y un poeta y narrador excepcional de mi pueblo, desaparecido este año, Antonio Pereira, el gran cuentista, el gran mago del noroeste, al que yo pondría en diálogo con Monterroso y Borges y que algún día será leído con el mismo fervor. Hay muchos, muchos…
-Hablaba de resistir el enorgullecimiento. No le voy a preguntar qué ha supuesto el Premio Nacional de Poesía…
-Mejor.
-… Imagino que no ha cambiado su vida ni su forma de escribir. Sí quiero preguntarle, en cambio, sobre el éxito y el fracaso, esos ‘dos impostores’ desenmascarados por Kipling. ¿Cuánto importa ser reconocido o ignorado?
-El reconocimiento de una obra, en esta sociedad llena de ruidos que borran la mayoría de los actos creativos, puede permitir que tenga una docena más de lectores; éstas son las inmensas multitudes de las que estamos hablando, gente que se puede contar con los dedos de una mano. Pero, por ser igual de franco y radical que la pregunta, diré que, con la misma indiferencia que nos han tratado, sin un grado más, para que no parezca soberbia, los premios no significan nada. No significan nada porque no aportan ningún grado de cualidad ni de menosprecio a la obra ya escrita. Yo soy de los que piensa que, a talentos iguales, el fracaso siempre es más hermoso que el éxito.
-¿Qué clase de hormiga sería Juan Carlos Mestre si no fuera una cigarra tan excepcional?
-Sería la hormiga que pasase parte de su vida esperando la miga que del bocadillo de Whitman llevara al hormiguero de la conciencia el pan de la necesidad.
-¿Escribir, pintar, su música… proceden de fuentes diferentes?
-Los discursos de orden tienden a sistematizar todo de una manera tal que sea controlable. El sistema dominante y lo que entendemos por cultura académica tiende a ordenar todo para que todo sea susceptible de significar en el momento oportuno de la manera más útil. Y yo creo que la creación artística es por excelencia el discurso de la desobediencia. La poesía se escribe con palabras que abandonan el diccionario y se niegan a su significación, deciden crear vínculos no previstos en el sistema de la lengua para generar una tercera posibilidad de ser. Lo mismo me ocurre a mí con la pintura, con el grabado o con la música o con todo lo que hago. Yo no elijo; son desobediencias y actos de un mismo acto de conciencia. La creación no es un cuartel de reclutas, sino un pabellón de insumisos. Y las palabras, los sonidos que se articulan en la conciencia. Eso debería ser el desafío de todo ser humano que pretenda ejercer los derechos civiles de su imaginación: desobedecer y hacer aquello que, más allá de las fronteras del canon, llamamos libertad creativa. Después vendrán los policías municipales de la cultura a poner señales de tráfico respecto a lo que se debe hacer o no, pero eso forma parte de la categoría del saber. La poesía, si a algo resiste es a eso que llaman saber.
-¿Qué precio se paga por esa desobediencia? ¿Qué precio ha pagado usted por ser poeta?
-Es difícil pagar un precio cuando no se tiene nada. Los poetas, como todos los creadores, estamos ahí aferrados con las manos desnudas al relámpago de la intemperie. Si uno observa el desarrollo tecnológico de los últimos cincuenta años resulta inimaginable el nivel que ha podido alcanzar en comparación con el desarrollo del proyecto espiritual del mundo. Después de la Declaración de los Derechos Humanos pocas conquistas más significativas ha habido en el territorio del humanismo crítico, mientras los avances tecnológicos están rozando permanentemente los límites. Cuando uno se levanta por la mañana uno carece de método y de conocimiento para escribir el siguiente poema o hacer el próximo grabado. El conocimiento artístico no es estratificado, no se mantiene. No hay ninguna garantía de que después de la Generación del 27 los poetas que subsiguen no sean unos mediocres, que después de Cervantes o de Shakespeare los siguientes escritores alcancen un nivel de cualidad semejante. Como no tenemos nada, como no tenemos más que el desafío permanente, ¿qué otro precio podemos pagar? Pagamos el precio de los que no tienen nada más que su imaginación, la imaginación que siempre estará ahí para dignificar en cualquier circunstancia la peripecia de lo humano. Y también para honrarla.
-¡Qué poco atendemos a la imaginación y a los sueños frente a la realidad!
-Se ha impuesto una razón pragmática que conduce la mayoría de los discursos sociales basados en la experiencia, y con menosprecio de lo que para mí sigue siendo la brújula de los vientos de nuestra conciencia, que es la intuición creativa. Yo pienso en mis antepasados, analfabetos, pobres de los montes del noroeste, que no tuvieron otra cosa en su vida que la intuición para dirigirse por el mundo y sondear los campos, para educarse y sacar adelante aquellas generaciones reclinadas en la más absoluta de las miserias. Y lo que ha sido la historia de la humanidad hasta nuestro días, desde grandes avances en el campo científico como en el humanístico, está muy vinculado a la intuición que proviene de ese territorio mágico de los sueños. La pragmática puede ser que conduzca los índices Nikkei, pero sólo la intuición conduce a las puertas del paraíso imaginado, de esa utopía donde aún es posible seguir pensando, reclamando y exigiendo los derechos siempre pendientes y futuros de la felicidad.
-Antes discrepaba de Celaya sobre la poesía como arma cargada de futuro. Seguro que está de acuerdo en que es poesía necesaria…
-Yo de Gabriel Celaya no podría discrepar en nada. Me refería únicamente a esa posible asociación de un verso y un arma, porque hay palabras y semánticas que entran en conflicto de conciencia. No hay palabra que sea inocentemente pronunciada.
-… ¿Qué sería del mundo sin la poesía?
-Sin la presencia espiritual del ‘Cántico’ de san Juan de la Cruz seríamos muchísimo más brutos. Estoy convencido de que sin las ‘Hojas de hierba’ de Walt Whitman la sociedad y la democracia americana estarían heridas por los más oscuros pronósticos de la historia. Estoy convencido de que después de leer a Saint-John Perse, o a Paul Éluard o a Federico García Lorca es más difícil que un ser humano descerraje un disparo en la sien de un semejante. Estoy convencido de que los poetas, en la inocencia inútil pero imprescindible de sus palabras, han aportado una súbita cualidad de bien al mundo. Y estoy absolutamente convencido de que Oscar Wilde escribiendo su ‘De profundis’ en la prisión de Reading ha hecho posible que algunas décadas después aquéllos que hoy se aman en las calles bajo la luz de los nuevos horizontes de la libertad hayan encontrado que en el tiempo pasado estaba ya contenido el porvenir del tiempo futuro. Creo que ni Whitman ni Lorca ni san Juan ni Wilde fueron prescindibles en la historia y en la conformación de la conciencia humana. Un poeta, decía René Char, no debe dejar pruebas, sino huellas, porque sólo las huellas nos permiten seguir soñando. A mí me gustaría que la sociedad del futuro continuara hacia el horizonte del porvenir en las huellas que algún día nos dejaron como conducta del comportamiento humano gente como ellos.
-¿Esperanza o fatalismo?
-La esperanza siempre nos llevará mucho más lejos de lo que nos llevan el miedo y la resignación.

http://www.larioja.com/20100327/local/region/poesia-discurso-desobediencia-201003271059.html