miércoles, 22 de septiembre de 2010

Reseña de Insurgencias (Poesía 1965-2008), de Antonio Hernández, en ABC Cultural

ABC Cultural, 21 de septiembre de 2010

Memoria emocional

Por Luis García Jambrina

Insurgencias recoge, en dos volúmenes, la poesía completa de Antonio Hernández (Arcos de la Frontera, Cádiz, 1943), con un iluminador prólogo de Francisco J. Peñas-Bermejo. Estamos ante una obra muy extensa y variada, compuesta hasta el momento por quince títulos: El mar es una tarde con campanas (1965), Oveja negra (1969), Donde da la luz (1978), Metaory (1979), Homo loquens (1981), Diezmo de madrugada (1982), Con tres heridas yo (1983), Compás errante (1985), Indumentaria (1986), Campo lunario (1988), Lente de agua (1990), Sagrada forma (1994), Habitación en Arcos (1997), El mundo entero (2001) y A palo seco (2007). No obstante, hay que decir que, leída en su conjunto, se trata de una obra extraordinariamente coherente y unitaria. De hecho, no tiene aquí ningún sentido hablar de ciclos o de etapas. Es más, su primer libro anticipa ya los elementos fundamentales de su cosmovisión poética, aquellos que van a ser luego desarrollados, matizados y ampliados a lo largo de su trayectoria.
Tono nostálgico
De una manera u otra, todo este universo verbal está construido desde y para la memoria, una memoria abiertamente subjetiva, emocional y recreadora que lo llevará a evocar y embellecer su infancia y adolescencia y el territorio de sus orígenes. De ahí ese tono nostálgico que predomina en buena parte de su obra. Entre la realidad y el deseo, Antonio Hernández optará casi siempre por teñir de deseo la realidad o por transmutar la vida en sueño. No en vano la poesía es, para él, «la vida real de mi sueño». Asimismo, encontramos un enfrentamiento entre un pasado más o menos idílico que se añora y un presente tedioso, deshumanizado y vacío, que se rechaza. Por otra parte, hay que advertir que en su poesía se entrecruzan con vigor y naturalidad lo autobiográfico y lo histórico, lo personal y lo colectivo, la reflexión existencial y el compromiso cívico, lo confesional y lo trascendente.
Infancia
Uno de los aspectos centrales de esta poesía es la enorme importancia concedida a la infancia. El otro es la comunión con la naturaleza, y, en relación con él, la exaltación de la tierra andaluza, más allá de los tópicos y de cualquier costumbrismo. Por lo demás, conviene destacar también la presencia de una considerable veta culturalista; lo que explica que, en algunos textos, se superpongan los tiempos y los espacios por los que se mueve el yo lírico, como ocurre en «Junto a lo que no muere», de Donde da la luz, un extenso poema dividido en tres partes en el que el autor reflexiona sobre el sentido de la Historia y de su propia poesía: «He vivido en Atenas y en Sevilla. Los años / no pasaron en balde, pero ya no los tengo. / (...) / Fui marino en Hamburgo y agoté la cerveza, / sacerdote del templo de Ra en Heliópolis, / capitán de los tercios y amigo de Calixto». Desde el punto de vista expresivo, llama la atención la abundancia de estructuras antitéticas, la brillantez de su lenguaje y el poder y la variedad de su ritmo. He aquí, pues, una poesía mucho más compleja de lo que a primera vista parece, dotada, al mismo tiempo, de una gran fuerza emotiva y comunicadora.

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