miércoles, 26 de mayo de 2010

Calambur en la Feria del Libro de Madrid

Estimados amigos, es un placer para nosotros informaros de que Calambur estará presente un año más en la Feria del Libro de Madrid.

Nos podréis encontrar en la caseta 122, en la zona central del Paseo de Coches del parque del Retiro.

A continuación os presentamos el listado de eventos en los que estará implicada Calambur:

PRESENTACIÓN
Un trabajo nocturno
de Xavier B. Fernández
XII Premio Río Manzanares de Novela

Martes 1 de junio, 19:30 h.
Pabellón del Área de las Artes
del Ayuntamiento de Madrid

_______________________

Calendario de firmas en nuestra caseta (122)

SÁBADO 29 DE MAYO
De 12:00 a 14:30
Juan Carlos Mestre

De 18:00 a 21:30
Juan Carlos Mestre

DOMINGO 30 DE MAYO
De 12:00 a 14:30
Juan Carlos Mestre
Javier Lostalé


De 18:00 a 21:30
Juan Carlos Mestre
Javier Lostalé


JUEVES 3 DE JUNIO
De 12:00 a 14:30
Jesús Hilario Tundidor

De 18:00 a 21:30
Juan Carlos Mestre

VIERNES 4 DE JUNIO
De 18:00 a 21:30
Kepa Murua
Ilia Galán


SÁBADO 5 DE JUNIO
De 12:00 a 14:30
Eduardo Moga
Javier Lostalé


De 18:00 a 21:30
Eduardo Moga
Antonio Hernández


DOMINGO 6 DE JUNIO
De 12:00 a 14:30
Carlos Alcorta
Javier Villán


De 18:00 a 21:30
Margarita Martín Velasco

VIERNES 11 DE JUNIO
De 18:00 a 21:30
Mercedes Chozas

SÁBADO 12 DE JUNIO
De 12:00 a 14:30
Marifé Santiago Bolaños
José Antonio Zambrano


De 18:00 a 21:30
Antonio Reseco
Guadalupe Grande


DOMINGO 13 DE JUNIO
De 12:00 a 14:30
Antonio Hernández
Guadalupe Grande


De 18:00 a 21:30
Javier Lostalé
Joaquín Benito de Lucas

lunes, 24 de mayo de 2010

Lectura de poemas de Jesús Hilario Tundidor


Lectura de poemas del nuevo libro de Jesús Hilario Tundidor, UN ÚNICO DÍA


Acompañado por la voz y la guitarra

de Rafa Mora y Moncho Otero

Lugar: Café Libertad 8

(c/ Libertad, 8)

Día: 26 de junio de 2010

Hora: 20:00 de la tarde

jueves, 20 de mayo de 2010

Reseña de Insurgencias, de Antonio Hernández

Por Santos Domínguez

Cuatro décadas largas de escritura y vida se reúnen en los dos volúmenes deInsurgencias, la edición de la poesía completa de Antonio Hernández (Arcos de la Frontera, 1943) que acaba de publicar Calambur.

Precedidos de un prólogo de Francisco J. Peñas-Bermejo, se recogen en estos dos tomos equilibrados en su distribución temporal (1965-1985 y 1986-2007), los quince libros de poesía que Antonio Hernández ha publicado hasta ahora.

Desde el juvenil El mar es una tarde con campanas (1965) hasta la dura madurez de A palo seco (2007), esta edición permite descubrir o releer en su totalidad la obra de una de las voces más sólidas y templadas, más matizadas y versátiles de la poesía española del último medio siglo.

Desde sus primeros libros, en los que ese mundo poético está aún formándose, la obra de Antonio Hernández se mueve equilibradamente entre la contemplación y la reflexión, entre el sentimiento y el pensamiento, y hace del paisaje y de la infancia, del tiempo y el recuerdo, del amor y la muerte algunos de sus ejes fundamentales.

Consistente y sostenida en el intimismo y la temporalidad, en la denuncia y el compromiso, el amor aparece en la poesía de Antonio Hernández como descubrimiento (Yo comienzo a soñarte. Una tarde cualquiera / llegaremos al mar) o como conclusión (Al fin todos los pétalos espinas), se proyecta en el paisaje visto o recordado de Andalucía en Oveja negra o en Donde da la luz, en el flamenco y la hondura de cueva y sombra milenaria de Compás errante.

La expresión poética de Antonio Hernández, que desde el presente se inclina al recuerdo del pasado o a la esperanza del futuro, integra tonalidades y pulsos diversos, une tendencias estéticas distintas en estos quince libros que son eco de lo popular y lo clásico, de la copla y el soneto, de la estrofa y el versolibrismo para dar cauce a un mundo literario que se mueve siempre entre el dolor elegiaco y el sueño de la celebración o el homenaje a los maestros.

Uno de esos maestros reconocidos, Antonio Machado, fijó en el Se canta lo que se pierde un programa poético que asume Antonio Hernández en su poesía de insistente vocación elegiaca que alcanza uno de sus momentos más altos en la elegía huérfana del Diezmo de madrugada (¿Por qué el árbol se fue de su madera?) o en el cruce de vida, amor y muerte de Con tres heridas.

La de Antonio Hernández es una poesía contemplativa atravesada por el sentimiento creciente de pérdida y desposesión. Una poesía en la que el pasado y el paisaje del sur vuelven a través del poema, que se convierte en memorial de nubes que huyen y vienen de más lejos que la infancia, por las aguas del Guadalete y el Guadalquivir, del pasado remoto del sur. Porque al sur siempre está la mañana en el que se unen los siglos y las raíces en el arco de la bahía de Cádiz, en Arcos y Córdoba, en Tarifa y Sevilla.

La mirada al paisaje y al pasado en los largos poemas demorados de Lente de agua, Sagrada forma o Habitación en Arcos es también una mirada hacia dentro, y de esa manera la contemplación del espacio se transforma en evocación del pasado, en diálogo constante con el presente, en cruce de experiencia y distancia, de biografía personal e historia colectiva, de lo íntimo y lo prójimo, en suma de melancolía y crítica, en inmersión en lo oscuro.

Esa aventura poética, dilatada e intensa, que mezcla pasión y perpeljidad, asombro y melancolía, culmina en A palo seco, su última entrega poética hasta ahora. Aquí el poeta se mira en el espejo de las sombras profundas del tiempo (Pues vive entre los muertos quien de recuerdos vive) en un duro conjunto de poemas que es el resultado de una experiencia en los límites.

Entre el primer poema del primer libro (Era la montaña lo mismo que una madre) y el Testamento que cierra su último libro (Y que todo sea así / no para ganarme el Cielo / sino por que vuele en paz / mi ceniza en el olvido), estasInsurgencias contienen íntegra la intensidad expresiva y la ambición indagatoria de la poesía de Antonio Hernández, que quiere

sentirse parte del misterio,
no ser en él pregunta sino emoción y signo.

http://encuentrosconlasletras.blogspot.com/2010/05/poesia-completa-de-antonio-hernandez.html

miércoles, 19 de mayo de 2010

Comentario de Álvaro Valverde sobre Las moradas del verbo. Poetas españoles de la democracia

Las moradas del verbo: una lectura

Por Álvaro Valverde

Después de leer el prólogo de Las moradas del verbo uno confirma, para bien, sus sospechas: es un texto riguroso, documentado, razonado y razonable que, además, se lee muy bien. No es poco tal como está, digamos, la cosa antológica. Sobre todo en el sustrato teórico. Se citan, es verdad, nombres de poetas que luego, en la antología posterior, no comparecen y cuyos poemas, en consecuencia, uno echa de menos. Por ejemplo, Antonio Cabrera, Juan Lamillar y Eduardo Moga. Y otros que no se citan pero que también podrían haber estado. Nada nuevo cuando de seleccionar se trata. En ésta hay, por cierto, ocho mujeres y veinticuatro hombres. De ellos, seis castellanos y seis andaluces; cuatro madrileños y otros tantos extremeños y valencianos; dos gallegos, dos asturianos y otros dos de las Islas Baleares (un mallorquín y un ibicenco); además, un cántabro y un aragonés.
Con la perspectiva que dan los años y un cúmulo de florilegios mediante (Villena decía en el último de los suyos que había pocas promociones más antologadas que ésta), Prieto de Paula ha sido capaz de ofrecer a los lectores un panorama cabal de la poesía de entresiglos. La de los poetas de la democracia, como él los denomina. Así las cosas, Calambur (que ha editado un libro que da gusto tener en las manos) y, por supuesto, el antólogo merecen que quienes leen poesía en este país (y aun fuera) reconozcan tanto el acierto como el esfuerzo de esta meditada apuesta.
http://mayora.blogspot.com/2010/05/las-moradas-del-verbo-una-lectura.html

domingo, 16 de mayo de 2010

Novedad: Marifé Santiago Bolaños. Tres poemas


Marifé Santiago Bolaños
La orilla de las mujeres fértiles
Calambur Poesía, 110
ISBN: 978-84-8359-197-0.
72 pp. 2010
Incluye CD con música original de María José Cordero y poemas recitados por la autora.
PVP: 14 €



Ofrecemos tres poemas y un audio de este libro-CD:

III

Niñez desnuda, ¿seis, siete años? Al aire toda, sólo una braguita clara y, sobre la cabeza, un barreño lleno de ropa sucia. Llora a gritos, sin perder el paso descalzo, sin que se le caiga al suelo el castigo.
No sé, la que va tras ella puede tener doce: ya le han crecido los pechos y las caderas, ya se cubre el cuerpo con una tela de colores
y azota, furiosa,
las piernas de la chiquitina que no para de llorar:
llora ignorada por los muchachos ociosos que retozan en el río,
llora ignorada por estas madres de ojos mustios,
llora ignorada por los adolescentes que exhiben su exigente virilidad
a las niñas fértiles.
Aquí no extraña tanto desconsuelo, ni verte erguida y que las lágrimas no vuelquen el barreño. Aquí, no.
Mi piragua se aleja de ti pero yo sigo oyéndote el llanto. Verás: es que este poema deja marcas y escuece.
Tú querías jugar
con la luz del atardecer
en el Níger: eso era todo.


V

Viejo baobab, vigía ante el palacio de las termitas.

La luz tan densa, tan cansada, en el cuello de las jirafas.

Lagartijas antiguas: pasean sobre la única sombra de la sombra.

Contagiosa lentitud del sol: un pastor acompaña la ausencia del cebú.

Babas: la cabra pasta desierto.

Niña vestida de hada: los insectos se han llevado al cielo tus dientes de leche.

Y el Pájaro Azul cruzó la sabana como un ángel.



















XII

Domesticar: a la cama, recoged los juguetes. Tragarte el daño; por el miedo, quédate despierta y escucha el llanto de tu corazón.
Tú: la ausencia de nombre, que la vida te robe la manta, que te destape, que se duerma en tu estómago
el dolor, ese
despótico e indolente
vagabundo.

Tú, también:
Delicadeza de las mujeres, lentitud del gesto suspendido en la copa del árbol,
como en la densidad y el vaho de los cuerpos: sudor,
ingrávido el destino donde la Nodriza Cósmica recita
compromisos:
memoria del trigo, abejas, las espigas, el insignificante y anecdótico deseo.
Mañana, pan y la picadura de una estrella
en los hombros,
pasteles de mundo, digo:
masticas almas, como todas las madres: luego, a la boca del hijo esa papilla de saliva y amor.

Una historia esperando
en la tarde de África,
limpiar de sombra oscura
cada claro de luz.

La Vida escribe un salmo en las acacias y en los cafetales, en el bosque de la libertad y en los pájaros: la tarde en África encendida de amor: collares de mariposas sedientas, la nada, heridas que engalanan a las mujeres dulces, estar en el amor:
intercambiamos la tristeza:
cristales de colores, semillas engarzadas, paquetitos de ternura, pulseras de silencio, la tarde africana, húmeda:
cierro las ventanillas
para que no entre
en el coche sucio
de agravios y barro
la palabra que este
trayecto no evita,
la que tú te llevabas en la cesta,
sobre la cabeza,
erguida,
olvidándome ya…

Entrevista: Juan Carlos Mestre en el Museo Oteiza

Juan Carlos Mestre, ayer en la azotea del Museo Oteiza de Alzuza.
(Foto: patxi cascante)

juan carlos mestre

"Un poema es una pequeña caja de herramientas al servicio de la conciencia de los hombres"

Acompañado de su acordeón y un discurso que destila lirismo a cada frase, Mestre cerró ayer en Alzuza los 'Encuentros con la Poesía' que ha celebrado el Museo Oteiza. Un espacio que, a juicio del poeta leonés, da buena cuenta de un artista cuya "gran dimensión poética" está por descubrir

ana oliveira lizarribar

noticiasdenavarra.com

Domingo, 16 de Mayo de 2010

pamplona.

¿Conocía el Museo?

No. Es mi primera visita y veo que es una fundación definitiva de conciencia crítica. Conocía la obra de Oteiza en otros museos, pero no esta gran asamblea definitiva de lo imaginario, que alcanza una dimensión para mí inimaginable.

Una dimensión que también incluye al Oteiza poeta.

Sí. Coincidiendo con esta visita he descubierto la dimensión del inmenso poeta que era Jorge Oteiza. No sólo he encontrado aquí la gran gravitación de lo que son las raíces y fundaciones de la vanguardia en la poesía contemporánea, a la que yo me siento más próximo, sino también las raíces comunes de una afinidad electiva que tuvo él cuando estuvo en Chile. Me ha emocionado acceder al conocimiento de su relación con Pablo de Roca, el gran poeta chileno, menos conocido de lo que debiera. Y creo que el diálogo con ese gran titán de la poesía chilena, junto con Huidobro y con los hilos invisibles con Walt Whitman sitúan en la perspectiva definitiva lo que debe ser, más temprano que tarde, el gran descubrimiento de Oteiza poeta, que se sume al lugar fundacional que ya ocupa su obra escultórica en el arte contemporáneo.

Oteiza cultivó varias disciplinas artísticas, aunque siempre creyó que todas eran la misma. Juan Carlos Mestre también escribe, dibuja, pinta, compone música... ¿En su caso, detrás de todas estas manifestaciones hay un mismo aliento?

En primer lugar, hay que salvar todas las comparaciones. Yo soy una insignificancia al lado de alguien que ocupa un lugar esencial en el arte contemporáneo del siglo pasado y, sin duda, del presente siglo. Dicho esto, comparto absolutamente con Oteiza esa idea de poner en cuestión la falsa autoridad que tienen los géneros para establecer un límite. Esas transiciones ordenadas y obedientes a los diferentes lenguajes que lo único que hacen es someter a la preceptiva la gran provocación de desobediencia que es el arte en la sociedad contemporánea. Oteiza tenía relación con la escultura, con la poesía, con la arquitectura e incluso con la serialización musical, porque hay una época suya que será interpretada por los músicos del futuro, hay signos en ella que marcan el sonido del viento. Al igual que León Felipe decía de la Biblia que era la gran antología escrita por el viento, creo que toda la obra de Jorge Oteiza está atravesada por el único viento que sopla en la cabeza de aquellos que pretenden volar. El gran viento de la desobediencia, el viento que empuja las naves del porvenir hacia la legislación de lo invisible.

Casi nada...

(Risas) Es como si Oteiza estuviera aquí susurrándome "di estas cosas"... Todos hablamos con palabras prestadas, con ideas ya usadas por otros. Y es muy emocionante reconocer pequeñas intuiciones que uno tiene en grandes resoluciones que otro ha hecho.

Como dice, la poesía de Oteiza aún tiene que ser descubierta; en su caso, la suya ha recibido premios y, aunque no le gusta hablar de ellos, ¿hasta qué punto es importante el reconocimiento de la obra de un autor?

El reconocimiento es que la obra se deje hacer. Después, lógicamente, todo lo que pueda ayudar a difundir, a llamar la atención sobre la obra no hay por qué cuestionarlo. Pero, ojo, un premio no significa ningún grado de jerarquía en el escalafón de las pobres inteligencias humanas. Creo que, como Oteiza, yo pertenezco a la tribu de aquellos que han renunciado a ejercer cualquier tipo de autoridad artística sobre los demás. El peor castigo para un mal poeta reside exclusivamente en las obras que publica y difunde, y creo que la gran venganza del porvenir para un magnífico poeta como es Oteiza está en difundir su obra. No debe inquietarnos el silencio de lo que ha pasado desapercibido, porque, sin duda, la poesía también ha tomado decisiones para ocupar un lugar en el mundo. La obra de Oteiza primero decidió ser escrita y es posible que ahora haya decidido ser leída.

¿El tiempo es el mayor juez?

Toda obra es un organismo vivo y toma decisiones. Y el tiempo es inapelable. Hay obras que esperan su lugar en el tiempo para ser comprendidas. Como decía Walter Benjamin, tan amado por Oteiza, aquello que hoy nos parece oscuro algún día será entendido con la misma facilidad que entienden los niños el lenguaje de los pájaros la mañana de los domingos. Estoy convencido de que la obra de Oteiza es, como llamaba Mallarmé a los cantos de los grillos, la voz sagrada de la tierra ingenua; ella decide cuándo cantará. Ahora, sus palabras decidirán dónde y cuándo ocuparán un espacio en la conciencia de los hombres.

¿El mayor premio para un poeta es precisamente ése, que sus versos lleguen cada vez más a la gente?

No, yo creo que tal vez la consigna consista hoy en resistirse al autoenorgullecimiento. Intentar asumir todo como un gran proceso dialéctico. Que cuando uno lea un libro pase al siguiente, y que cuando uno asista a una lectura piense ya en ir a otra. Esto no es una tarea individual, el premio es colectivo, es la apuesta de aquellos que creemos que es imprescindible la repoblación espiritual del mundo; una repoblación hecha por palabras, con una civilización basada en la cultura del diálogo que haga frente a la barbarie, al crimen, a la indignidad y restablezca el lenguaje de la delicadeza humana como conducta de convivencia. Creo que ése es el único premio que se puede esperar; los premios individuales son anécdotas que, por suerte, duran lo que tarda en salir el arco iris anunciando la promesa después de la lluvia.

¿Qué encaje cree que tiene la poesía en este mundo de prisas y ruido?

Pues tal vez recordarnos la conducta, que no la ejemplaridad, de que la vida carece de sentido sin resistencia al mal; que no hay más alto fin del arte, de la literatura, de los espacios vacíos de Oteiza, de su taller de tizas que oponer esa delicadeza, ese argumento que aporta una súbita actualidad al mundo y se convierte en el recuerdo del elogio de la dignidad humana, el elogio de la inteligencia creativa. Que recordar que todo esto tiene que ver con otra manera de estar en el mundo y que, por tanto, se puede estar en el mundo de otra manera.

¿Cuál es la suya? ¿De dónde nace la poesía de Juan Carlos Mestre?

No creo que haya ningún otro lugar para un acto creativo humano que no sea el de la experiencia de la vida. Nace de nuestra relación con el otro, pero sobre todo de lo que han hecho antes que nosotros nuestros antepasados; los que han escrito, los que han pintado, los que han soñado, los que han pretendido volar, los que se han amado desesperadamente, los que se han dejado la vida en el intento nos han aportado un espacio de mayor libertad. Hoy, la experiencia de un poeta es heredada de los grandes cantos de Walt Whitman alabando la posibilidad de que el otro fuera un igual; de la prisión terrible donde Oscar Wilde escribió De profundis, condenado en el ejercicio su diferencia... Todo lo que pasa en la sociedad contemporánea es resultado de un acto de conciencia invisible de algún poeta que, en las silenciosas buhardillas de la historia, ha ido dejando piedras blancas que conducen a la casa de la conducta, que es también la casa de la honradez.

¿Por qué cree que a mucha gente le asusta la poesía, será porque ha asumido el tópico que dice que es difícil y no apta para todos los públicos?

Creo que los discursos dominantes del poder imponen ciertos grados de dificultad frente a algunas manifestaciones artísticas relacionadas con la creación. Y uno de los equívocos que se imponen es que hay que intentar entender desde los códigos de la razón lo que no ha sido hecho desde esos códigos, sino desde un lugar mucho más celebratorio, más placentero e, incluso, más digno por igualitario, que es el de la intuición. Nadie le pide a una sinfonía que explique qué quiere decir, y lo mismo pasa con los poemas.

¿Nos quedamos entonces con la sensaciones, las intuiciones?

El que participa de una obra debe hacerlo, como decía John Keats, haciéndose pájaro con el pájaro, piedra con la piedra... ¿Acaso entendemos el amor, las fluctuaciones de la pasión y los arrebatos del deseo; los deseos místicos y las carencias emocionales que nos llevan a la exaltación o a la melancolía? Y, sin embargo, convivimos con ello armónicamente. El discurso dominante impone una lectura aristocrática del arte, y el arte es la más democrática de las manifestaciones del espíritu. Primero, porque puede ser hecha por cualquiera que tenga una relación espiritual con el mundo y, segundo, porque puede ser interpretada por alguien que quiera asumir esa experiencia. Tan poeta es quien escribe un poema como el que lo lee. En definitiva, un poema, como una escultura, como un cuadro, es una pequeña caja de herramientas al servicio de la conciencia de los hombres, cada uno sabrá cómo usarla, no tienen prospecto. Es una mano tendida que nos conduce a ese misterio sin el cual, como decía Lorca, no merecería la pena vivir.

http://www.noticiasdenavarra.com/2010/05/16/ocio-y-cultura/cultura/un-poema-es-una-pequena-caja-de-herramientas-al-servicio-de-la-conciencia-de-los-hombres

jueves, 13 de mayo de 2010

Novedad Poesía: Las moradas del verbo. Poetas españoles de la democracia (Antología)

Las moradas del verbo. Poetas españoles de la democracia (Antología)
Ed. de Ángel L. Prieto de Paula
Calambur Poesía, 100
ISBN: 978-84-8359-144-4
Madrid, 2010.
560 pp. PVP: 28 €

La editorial Calambur celebra el número 100 de su colección Calambur poesía con una ambiciosa antología de uno de los periodos más fructíferos y complejos de la poesía española del siglo XX. Las moradas del verbo es una selección de poetas españoles, nacidos entre 1954 y 1968, que representan las corrientes creativas más relevantes desde la Transición democrática hasta los inicios del siglo XXI. Frente a otras propuestas, Las moradas del verbo no es una antología de tendencia, ni se pliega a un esquematismo antitético que excluye a los no alineados, ni tampoco es el reflejo de los gustos incomunicables de un antólogo (la antología como antojolía), sino un mapa de corrientes y de voces de un tiempo histórico en que el espejo del canon aparece roto en pedazos. Esta antología trata de atisbar algún orden rector en ese caos aparente, sin cercenar ninguna de sus ramificaciones esenciales.

Ángel L. Prieto de Paula, catedrático de Literatura en la Universidad de Alicante, ha editado a Garcilaso de la Vega, Tomás de Iriarte, Espronceda (con Gui­llermo Carnero), José Luis Hidalgo, Claudio Rodrí­guez, Antonio Gamoneda y Martínez Sarrión. Ha preparado las recopilaciones 1939-1975: Antología de poesía española, Poesía del Renacimiento y Poetas españoles de los cincuenta. Ensayista (Contramáscaras), traductor (Lucrecio), crítico e historiador de la literatura, ha dedicado a las letras del Novecientos los libros La llama y la ceniza (Introducción a la poesía de Claudio Rodríguez), La lira de Arión, Musa del 68, De manantial sereno, Azorín frente a Nietzsche y, en colaboración con Mar Langa, Manual de literatura española actual. Ha ejercido la crítica literaria de ámbito periodístico en diversos medios; en la actualidad, en el suplemento Babelia, de El País.

Lista de autores antologados:

Miguel Casado (1954)
María Antonia Ortega (1954)
Julio Llamazares (1955)
Julio Martínez Mesanza (1955)
Concha García (1956)
Tomás Sánchez Santiago (1957)
Juan Carlos Mestre (1957)
Ángel Campos Pámpano (1957-2008)
Luis García Montero (1958)
Blanca Andreu (1959)
Álvaro Valverde (1959)
Felipe Benítez Reyes (1960)
Carlos Marzal (1961)
Aurora Luque (1962)
Amalia Iglesias Serna (1962)
Jorge Riechmann (1962)
Amalia Bautista (1962)
Manuel Vilas (1962)
Miguel Ángel Velasco (1963)
Vicente Gallego (1963)
Vicente Valero (1963)
José Mateos (1963)
Antonio Moreno (1964)
Juan Antonio González-Iglesias (1964)
Álvaro García (1965)
Ada Salas (1965)
Luisa Castro (1966)
Antonio Méndez Rubio (1967)
José Luis Piquero (1967)
Jordi Doce (1967)
Lorenzo Oliván (1968)
Enrique Falcón (1968)

Novedad Poesía: La orilla de las mujeres fértiles, de Marifé Santiago Bolaños

Marifé Santiago Bolaños
La orilla de las mujeres fértiles
Calambur Poesía, 110
ISBN: 978-84-8359-197-0.
72 pp. 2010
Incluye CD con música original y poemas recitados por la autora.
PVP: 14 €

En La orilla de las mujeres fértiles, las imágenes se transmutan en palabras para convocar a las mujeres de África y del mundo. Palabras que aspiran a retratar los rostros del silencio y a servir de conjuro en favor de los sueños de tantas jardineras del porvenir. Este libro resulta ser, entonces, un cuaderno de bitácora de quien se niega al olvido: la celebración de la esperanza. Escrito desde la orilla eterna de las mujeres fértiles es, sobre todo, un canto ofrecido a las niñas de ojos sin infancia, cuya vejez llega mucho antes de que sea la hora. Este nuevo poemario de Marifé Santiago enlaza con su obra anterior en la revelación del sonido de la sabiduría femenina, que al cabo sustenta la realidad y la poética del mundo. Conocimiento y existencia, reflexión y sentimiento se funden enraizados en la más estricta realidad: las manos, los ojos, los pechos…
La primera parte del libro es un intenso itinerario poético (literatura como viaje, tan propia de Marifé Santiago); la segunda adquiere un tono ensayístico, sin abandonar la respiración del verso.

Marifé Santiago Bolaños (Madrid, 1962) ha publicado los poemarios Tres cuadernos de bitácora, Celebración de la espera, Las constelaciones del Capitán (Fragmento), y El día, los días. Y las novelas El tiempo de las lluvias, Un ángel muerto sobre la hierba, El jardín de las favoritas olvidadas y recientemente La canción de Ruth. Doctora en Filosofía, investiga en torno al encuentro entre el pensamiento y la creación artística, fruto de lo cual son, entre otros, sus libros La mirada atlántica, La palabra detenida: una lectura del símbolo en el Teatro de Buero Vallejo o Mirar al dios: el Teatro como camino de conocimiento.

Reseña de Un único día, de Jesús Hilario Tundidor


El Norte de Castilla, 1 de mayo de 2010

Tundidor en estado puro
El poeta zamorano reúne y perfila su obra en dos volúmenes editados por Calambur

Por Carlos Aganzo

Como un gran paisaje poético donde el fulgor de la escritura se revela en toda su intensidad. Pero también como una rosa de extraña fragancia, construida pétalo a pétalo con dedicación de demiurgo alejandrino. Así se presenta la obra poética de Jesús Hilario Tundidor (Zamora, 1935), reunida, actualizada y fijada en dos espléndidos volúmenes publicados por Calambur bajo el título común de 'Un único día'; el fruto de una intensa labor de revisión y reescritura prolongada a lo largo de años, en la que el poeta confiesa haber sentido «las mismas implicaciones creativas» que cuando sus versos cobraron vida por primera vez.

Agrupados en torno a dos grandes etapas, 'Borracho en los propileos' (1960-1978) reúne los poemarios 'Río oscuro', 'Junto a mi silencio', 'Las hoces y los días', 'En voz baja', 'Pasiono' y 'Tetraedro', mientras que 'Repaso de un tiempo inmóvil' (1980-2008), además de por el libro que da título al volumen está integrado por 'Libro de amor para Salónica', 'Construcción de la rosa', 'Tejedora de azar' y 'Las llaves del reino'. En la primera parte, marcada por una intensa «búsqueda del conocimiento y la luz en la emoción», el ejercicio de reescritura de Tundidor ha propiciado la poda de numerosas ramas poéticas, sobre todo de 'Río oscuro', donde desaparecen poemas que, en palabras del zamorano, «en ningún modo los acepto ni comparto hoy, pues fueron publicados sin responsabilidad alguna», dejando asimismo «anulados» todos aquellos que escribió o publicó con anterioridad a 'Junto a mi silencio', la obra con la que ganó el premio Adonais en 1962; poemas que no pertenecen a su pensamiento ni a su sensibilidad, «salvo el librito 'Luz de nostalgias', que se publicó en Zamora, en la colección Odalis», del poeta Elisardo González Crespo. Algunos cambios, también, en 'En voz baja' y un nuevo cierre para 'Tetraedro' que, visto con el paso de los años, parece que se quedó «cojo»...

Menos cambios se observan en el segundo volumen, correspondiente a una obra de mayor madurez poética, donde la ansiedad existencial de la primera etapa se convierte ahora en una «dialéctica del encuentro entre el ser y el mundo». En el conjunto no se incluyen, sin embargo, dos libros de referencia como son 'Mausoleo' y 'Fue', ya que el escritor considera que ambos tienen carácter morfológico específico, y los reserva para cerrar trilogía con un libro todavía inédito. La obra se completa con prólogo de Natalia Carbajosa y con la presentación y la adenda que incorpora el propio Tundidor.

Acostumbrados a ir leyendo la obra de un poeta poco a poco y a lo largo de los años, generalmente al hilo de la aparición de cada nuevo título, encontrar así reunida la mayor parte de la poesía de Jesús Hilario Tundidor nos sirve para reflexionar sobre el valor singular de una poética basada, quizás fundamentalmente, en lo que el mismo escritor aborda en uno de sus libros más bellos y profundos: 'Construcción de la rosa'. «¿Cómo sin la metáfora / o el retráctil sentido de la imagen / tocarías el mundo? / Dificultad de ser / en la contemplación, de conocer aquello / que en sí, poema o rosa o vida / contigo, inalcanzable realidad, / preexiste», dice en este poemario, donde la deconstrucción de la belleza, como manera de entender el mundo, y su posterior reconstrucción, como manera de actuar poéticamente sobre él, son una magnífica referencia del modo en el que Tundidor se entiende con la poesía.

O dicho con sus mismas palabras: después de tomar conciencia de «haber sido estigmatizado por la creación poética», se le hizo necesario aceptar «el desafío de su construcción». Intuición y edificación son los dos momentos que marcan de manera permanente la obra del poeta zamorano. Obra, además, que se va construyendo al mismo tiempo que se construye la vida del poeta: «Elaborándola -dice Tundidor-, la vida era algo aceptable que tomaba sentido»; y añade: «si no estaba en ello, vivir era mudo».

Vida y obra elaboradas a partes iguales entre la conciencia y la inspiración, entre la metafísica y la ebriedad; y concebidas, en cualquier caso, como «estructura abierta». En el mismo sentido que Jorge Guillén, o quizás al contrario, el tocar y el retocar los textos obedece a un deseo tan humano como imposible de cerrar lo que se sabe nacido para estar abierto: la palabra. Un círculo que en esta ocasión quiere cerrarse por donde empezó, por esa luz «carnívora y mortal» que nos recuerda a San Juan de la Cruz, el mismo poeta con el que inició su camino y que ahora se asoma, con toda la fuerza de la mejor poesía de Tundidor, en 'El holocausto de los huracanes', el poema inédito con que se cierra la obra.

http://www.nortecastilla.es/v/20100501/cultura/tundidor-estado-puro-20100501.html

viernes, 7 de mayo de 2010

Entrevista con Antonio Hernández



El Norte de Castilla, 6 de mayo de 2010

«La obra completa reunida deja ver la decrepitud del poeta»

Llegó a Palencia con una novedad bajo el brazo: la unificación de todos sus libros en dos tomos, editados por Calambur con el título de 'Insurgencias (Poesía 1965-2007)'. Antonio Hernández abrió el martes las XII Jornadas de Poesía Ciudad de Palencia, que continuarán ayer con Esther Muntañola y acaban hoy con Isidro Ferrer.

—Cómo se enfrenta a la edición de su poesía completa?
—Con cierta dificultad y extrañeza. En primer lugar, porque los primeros libros no suelen gustar demasiado. Se les tiene una consideración que luego puede cambiar a la hora de establecer una revisión crítica. En principio yo no quería las obras completas porque entendía que tenía una obra de desecho bastante considerable. Como me convenció el editor de que mi perspectiva no era la suya, terminé diciendo que la revisaría, y después de hacerlo me di cuenta de que los primeros libros no sólo me gustaban, sino que también los considero más auténticos que los últimos, me parecen mejores. Mi producción es una trayectoria ascendente, en algunos casos descendente o con altibajos, donde está representado ese aliento espiritual que decía San Juan de la Cruz que conllevaba el poema. La que está contenida en una obra completa es toda la peripecia espiritual del escritor, con sus repeticiones y enfoques diferentes en cada uno de los temas. Una obra completa es el espejo donde te ves entero. Lo que se ve también es la decrepitud paulatina que el poeta va experimentando.

'Oveja negra'
—¿No ha descartado entonces poemas?
—Al contrario. En mi segundo libro, 'Oveja negra', he incorporado poemas que retiré para la primera edición. Lo publiqué coincidiendo con un expediente que se me abrió por un artículo que apareció en la revista 'Índice', en el que defendía las libertades que la España del momento estaba pidiendo pero que el franquismo no concedía. El Ministerio Fiscal me puso una querella, que gané en primera instancia, pero como no querían sentar un caso de jurisprudencia, me pusieron un abogado de oficio al que no conocía y me condenaron a pagar 25.000 pesetas y cinco años de inhabilitación profesional. Yo tenía que presentarme todos los día 1 y 15 al juzgado porque tenía una orden de 'caza y captura', como se llamaba antes. Por supuesto, no me presenté ni el 1 ni el 15 ni ningún día. Javier Reverte, que desde entonces es un gran amigo mío, me ofreció trabajar en un gabinete de prensa del Gobierno, donde la Policía no me iba a buscar. No pagué la multa y encima empecé a cobrar un sueldo oficial (risas). Todo esto sucedió a principios de 1969 y 'Oveja negra' se publicó ese verano. Mis amigos me dijeron que había poemas excesivamente restallantes por estentóreos que me iban a crear muchos problemas y a estimular la búsqueda contra mí. Retiré los poemas más virulentos y antigubernamentales y los sustituí por otros que eran de ocasión, porque al fin y al cabo yo quería publicar el libro porque me hacían falta las 6.000 pesetas que la editorial Biblioteca Nueva me daba como adelanto, un dinero entonces importante. Esos poemas retirados ahora forman el libro como lo tenía yo estructurado en ese momento.

—¿Por qué el título de 'Insurgencias' para su obra completa?
—Ni al editor ni a mi nos gustaba que apareciera 'Poesía completa'. Ese título le pega a mi poesía, porque me anticipé a lo que se llamó 'canallismo'. Francisco Umbral dijo de mí que era un poeta maldito, pero a mí no me gustaba porque conllevaban una serie de concepciones que yo no estaba dispuesto a hacer, sobre todo éticas. Entonces se acuñó el término del 'canallismo', vinculado a la poesía urbana, que implicaba una serie de circunstancias, si no extremas, sí un tanto escandalosas. Todo esto ya esbozo a 'Metadory', que escribí como homenaje a Carlos Edmundo de Ory. También yo he practicado una amplia poesía social en libros como 'Donde da la luz'. En suma, yo me despegaba de la poesía que hacían mis compañeros, la poesía palaciega, veneciana y esteticista. Esto también lo asumo en cuanto que soy amigo de las formas, pero no en cuanto que domine el continente sobre el contenido. Yo prefiero una poseía de mensaje, de compromiso, y en aquella época no dejaba de ser una insurgencia.

Entre dos generaciones

—Pertenece a la Generación del 60, poco reconocida y en parte nublada por autores de la del 50, más consagrados. ¿A qué cree que se debe este escaso reconocimiento?
—Yo soy el benjamín de la Generación del 60. Jesús Hilario Tundidor, Manuel Ríos Ruiz o Félix Grande son algunos de los componentes de esa generación donde yo soy el más chico. Empecé a publicar en 1965, con el premio Adonais de 1964, y se me encajó en esa generación, aunque en realidad soy de la otra. Ahora se está estudiando con más distancia y ya se me incluye en ambas generaciones. Estoy en la del 60, pero sobre todo en la del 68.

—¿Qué méritos tiene la Generación del 60?
—De alguna manera, van arrancando características de lo novísimo. Venimos a ser como la posdata del 50, pero ya adelanta una mayor riqueza verbal, una inclinación más acentuada por la metáfora, un cuidado formal más importante, son poetas que avanzan mucho. Son poetas de mucha personalidad y con una característica formal que es el barroquismo, aunque de mí en concreto se llegó a decir que soy el poeta más castellano de todos los andaluces, porque soy más sobrio, con un sentido de la economía verbal más austera que mis compañeros.

—¿Qué mensajes transmite en los diferentes géneros que cultiva, especialmente la poesía y la narrativa?
—Cada género necesita diferentes lenguajes. La poesía está más cerca del cuento, del relato corto, que la novela, aunque en el fondo la novela es un relato corto ampliado. Mis novelas son cuentos de doscientos folios, porque me interesa que la última línea sea la resolución del conflicto. Yo tengo nueve novelas publicadas, y una de las constantes de mi narrativa es hacer un planteamiento general en un lugar concreto, una trama, un enigma y la solución.

http://www.nortecastilla.es/v/20100506/cultura/obra-completa-reunida-deja-20100506.html

martes, 4 de mayo de 2010

Recital-concierto de Juan Carlos Mestre en León

Martes 4 de mayo de 2010

Juan Carlos Mestre estará recitando poemas junto a músicos del Conservatorio de Música de León.

Será a partir de las 19:00 en el Auditorio de León (Avenida de los Reyes Leoneses, 4)