martes, 24 de noviembre de 2009

Reseña: "La casa roja ", de Juan Carlos Mestre

Alejandro Luque

Estado crítico, 24 de noviembre de 2009

Por más vueltas que le doy, ustedes me perdonan, no consigo recordar quién dijo aquello de que la poesía demasiado críptica es como un regalo al que olvidamos quitarle el precio. Independientemente de su autoría, me gusta citar esa frase porque revela una gran verdad. La poesía, el arte en general, están superpoblados de oscuros de profesión empeñados en vendernos a buen precio sus tinieblas sin pies ni cabeza, y a multitudes dispuestas a comprarlas y aplaudirlas sólo porque no las comprenden. No me hagan citar obras, que me sublevo. No me hagan dar nombres, que me comprometen.
¿Por qué, entonces, salté de mi silla con una especie de ¡ole! en los labios cuando supe que Juan Carlos Mestre había ganado el Premio Nacional de Poesía, precisamente por el libro que nos ocupa? Vayamos por partes. Mestre es un poeta críptico; a ratos, inasequible. Pero son muchas las virtudes que le adornan y que le salvan. De hecho, es un caso ejemplar para enseñar a distinguir a un poeta –aunque sea un poeta oscuro– de un timo.
No es sólo su lenguaje, riquísimo, y su buen oído para el verso. No es sólo su inagotable capacidad para crear imágenes asombrosas e inesperadas asociaciones. Tampoco sus acertadas alusiones a fuentes muy diversas, esa heterogénea genealogía que Mestre pone de manifiesto incluso cuando no invoca referentes concretos, porque sabe de dónde viene y parece intuir bastante bien adónde va.
Hay algo más: un sentido del humor inteligente atraviesa el libro sin reñir con la hondura ni la sensibilidad. Y hay también compromiso, conciencia crítica, voluntad de ir más allá de la contemplación de la realidad desde la vetusta torre de marfil, de penetrar en ella, de intervenir para transformarla. El poeta aparece en este libro como una figura que todos sabemos necesaria, pero ignoramos para qué, ni dónde colocarlo: aunque no parece encajar en ninguna parte, al menos nos recuerda que tenemos alma y nos obliga a ejercitarla un poco.
Por Júpiter, camaradas, algo debemos haber hecho mal para que la gente sensible se aburra ya de escucharnos. ¿O es que acaso deberíamos tirar confeti en los recitales?
”, leemos en Lince ibérico. El libro está lleno de estas sutiles ironías, pero también de reflexiones que son mazazos en el entrecejo de la conciencia, verbigracia: “La comprensión del crimen es otra forma más exacta de crimen”. O este otro pasaje: “No importa que ustedes no sepan quién soy, un poema no es una misa cantada. Ya sé que la sinceridad esta reñida con lo verdadero y que la filosofía no tiene clientes. Quedan advertidos, las rosas de la realidad andan con los pies torcidos”. ¡Toma que toma!
Sólo un pero le pongo a
La casa roja, aunque sea con boca chica y casi con apuro: su extensión. No sabemos por dónde habría que cortar, porque el tono general del libro es excelente; tal vez habría que haberlo dividido en dos poemarios. Y tampoco es que creamos a pies juntillas aquello de lo bueno si breve, pero hasta lo excelso puede resultar abrumador. No hay que correr nunca el riesgo, como diría el maestro Quiñones, de acabar comiendo miel con un cazo.

http://criticoestado.blogspot.com/2009/11/donde-colocamos-al-poeta.html

viernes, 20 de noviembre de 2009

Novedad Poesía: Sol de resurrección, de Carlos Alcorta


Carlos Alcorta
Sol de resurrección
Colección Poesía, 104. 2009
ISBN: 9788483591734
96 págs. PVP: 14 €


En Sol de resurrección, Carlos Alcorta —antes más atento a la indagación sobre el propio devenir de la conciencia—, se reconcilia con las cosas y la naturaleza que las envuelve. El lenguaje desvela la parte oculta de lo cotidiano gracias a una mirada más tranquila y profunda, no sujeta a los dictados de la actualidad y de lo accesorio. Si hay un hilo vertebrador en este libro es la constatación de que la realidad es lo suficientemente heterogénea y misteriosa como para atraer nuestro interés por sí misma. Una situación rememorada y asentada en una circunstancia concreta sirve, en la mayoría de los poemas, como pórtico a la construcción de un universo simbólico en donde la subjetividad de una anécdota se diluye en beneficio de un significado general y trascendente.

Carlos Alcorta (Torrelavega, 1959) ha publicado los libros de poesía Lusitania (1988), Condiciones de Vida (1992), Cuestiones Personales (1997), Compás de Espera (2001), Trama (2003), Corriente Subterránea (2003) y Sutura (2007); y las plaquettes Doureios Hippos, (1986), Un Lugar en la Memoria, (1988), Pormenor (2005), A la intemperie (2007) y Ritual de la luz (2008). Codirigió la colección de poesía Scriptvm (1985-1991) y la revista de literatura Ultramar (1997-2007) y las colecciones de cuadernos poéticos El Astillero y Travesías. Actualmente coordina, en el campo de la edición y de la actividad cultural, diversos proyectos literarios.

Novedad Poesía: Entre dos memorias, de Carlos de Oliveira


Carlos de Oliveira
Entre dos memorias
Trad. de Ángel Campos Pámpano
Edición bilingüe.
Colección Poesía, 101. 2009.
ISBN: 9788483591222
144 págs. PVP: 14 €

Carlos de Oliveira (1921-1981), ligado desde sus comienzos al neorrealismo literario portugués, publicó su primer libro de poemas, Turismo, en 1942. Reunió toda su obra de casi treinta y cinco años bajo el título de Trabalho Poético. En palabras de Ángel Campos Pámpano, «el trabajo creativo de Carlos de Oliveira, sin olvidar nunca el carácter social e histórico de la escritura, procura siempre modular con rigor las palabras, depurando al máximo la materia verbal, condensando espléndidamente el verso o el párrafo». Entre dos memorias (Entre duas Memórias), 1971, se traduce por primera vez íntegramente al español. Anteriormente, también Ángel Campos Pámpano había traducido Micropaisaje, en 1987, y la primera sección de Entre dos memorias, «Cristal en Soria» (Espacio/Espaço Escrito, 8, 1992), un homenaje a la Soria de Machado y al Guernica de Pablo Picasso. Su precisa estructura y su exigencia formal hacen de este libro uno de los más significativos de la trayectoria de su autor.


Ángel Campos Pámpano (San Vicente de Alcántara, 1957 - Badajoz, 2008). Poeta, editor y uno de los principales traductores de poesía portuguesa contemporánea (Fernando Pessoa, Eugénio de Andrade, António Ramos Rosa…). En 2006 recibió el Premio de Traducción «Giovanni Pontiero» por su traducción de Nocturno mediodía, de Sophia de Mello, y en 2008 el Premio Eduardo Lourenço por su relevancia en la cooperación entre las comunidades ibéricas. Director de la revista hispano-portuguesa Espacio/Espaço Escrito y uno de los promotores del periódico Hablar/Falar de Poesia. En 2008, Calambur publicó su poesía reunida, La vida de otro modo (Poesía 1983-2008). Revisada completamente y corregida por él mismo en pruebas, esta de Entre dos memorias es la última traducción que dejó.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Reseña: Diccionario de dudas, de José María Cumbreño

El mismo oficio de escribir

ENRIQUE GARCÍA FUENTES
Diario Hoy

Advierte la solapa de este libro del evidente alejamiento conceptual que puede darse entre el aséptico repertorio retórico de un diccionario y la humanidad palpitante de un libro de versos, pero cuando vemos que entre el sugerente título de Diccionario de dudas se erige la firma de José María Cumbreño, respiramos más tranquilos, porque en seguida vamos a deducir que estamos ante un nuevo planteamiento —que sabiamente mezclará lo teórico con lo práctico— de los que el autor cacereño nos tiene ya acostumbrados. Es Cumbreño un escritor definitivamente literario; ante tamaña perogrullada me veo en la necesidad de explicar que es un autor que (en el buen sentido) supura literatura en cuanto hace; obsesionado con los límites de la expresión, al acecho —como los buenos poetas— de exprimir el sentido de lo que se dice y (sobre todo) cómo se dice, no podemos menos que plantearnos (y espero me perdonen a mí el tópico) esta nueva entrega de nuestro autor como “otra vuelta de tuerca” en su búsqueda por acotar —cuanto menos, explicar— el espacio insondable de lo poético.

Cumbreño es de esos autores que parece que siempre ofrezca lo mismo, pero basta con penetrar en sus nuevos versos para comprobar que el proceso de intensificación se va agigantando. Devenido ya en uno de los más interesantes autores contemporáneos del difícil género del aforismo (del que se burla en una ocasión, curiosamente: “Sentencia breve que, con la excusa de condensar una reflexión profundísima, frecuentemente da gato por liebre”), en esta obra asistimos a una curiosa manera de representación en la que parece que estemos viendo al artista en su taller mientras trenza vida y literatura en un ejercicio único donde es difícil deslindar una y otra, porque desde luego es así como debiera ser, siempre tramadas la una con la otra. Divido en cuatro partes, aunque mejor sería decir, con una amplia parte central compuesta por dos sólidos edificios aforísticos que, acertadamente, se titulan “Mirar y ver” y “Oír y escuchar”, y flanqueados por dos poemas más largos al comienzo y al final, “Diccionario de dudas” y “Música para castrati”, la parte del león se la lleva, como digo ese monumento central en que Cumbreño atinadamente, de forma juguetona aparentemente, pero con peligrosa carga de profundidad en cuanto dice, dilucida entre la vida como materia literaria y la literatura como forma de vida; quizá sea lo de siempre sí, pero con la “fermosa cobertura” de quien posee un innegable manejo de la palabra precisa y el momento justo. Recuerdos y justificaciones, crisis afectos, se dan a mano con estampas amables de la vida conyugal y familiar, con lo que la obra aparece como un todo continuo desde el inicial poema que da título al libro, que revela acertadamente las claves de lo que va a venir a continuación, y el insólito pero subyugante cierre que nunca es tal en la obra de un escritor de fuste: “la verosimilitud del argumento / tiene mucho más que ver / con las contradicciones / que con las evidencias.” La indagación lúcida sobre la propia vida será la que dote a la literatura de su condición de perpetuidad.


domingo, 15 de noviembre de 2009

Noticia: Sobre Victoriano Cremer, en el Diario de Jerez

Recuerdo y glosa de un gran poeta social

por Manuel Ríos Ruiz | Diario de Jerez 06.11.2009

Murió el pasado veintisiete de junio a los ciento tres años de edad. Y en estos días aparecen tres libros que nos avivan el recuerdo imborrable de Victoriano Crémer: "Los signos de la sangre (Poesía 1944-204)", su poesía reunida, editada por Calambur, y "Victoriano Crémer. Cien años de periodismo y literatura", de José Enrique Martínez, y "Victoriano Crémer: el periodista", de Félix Pacho Reyero, ambos editados por la Fundación Instituto Castellano Leonés.

Nacido en Burgos, pronto vivió siempre en León, trabajando en su juventud de vendedor de periódicos, mancebo de botica, tipógrafo, locutor de radio y periodista afiliado a los anarcosindicalistas, ocupando durante la República el cargo de secretario del Ateneo Obrero Leonés. Por su poema "La Tierra", glosando la revuelta de Casas Viejas, obtuvo un premio y seguidamente un expediente militar. Estuvo a punto de ser fusilado varias veces a lo largo de la guerra civil y tras salir finalmente de la cárcel fundó con otros poetas de la comarca la revista "Espadaña", una de las más importantes de la posguerra, que tuvo diversos enfrentamientos con la cesura y se caracterizó por el agrupamiento de las principales figuras de la llamada poesía social.

Conocimos personalmente a Victoriano Crémer en Jerez, en la redacción de "La Voz del Sur", donde ejercíamos de auxiliar de redacción, presentándonoslo el entonces director Valentín Domínguez Isla, leonés por cierto. El poeta había llegado a Jerez para recibir la Flor Natural de los Juegos Florales de la Vendimia. Corría el año mil novecientos cincuenta y cinco y desde entonces daraba nuestra amistad y el intercambio de libros. Nuestro segundo encuentro con Victoria Crémer, tuvo lugar en su casa de León, donde le visitamos junto a Francisco Umbral, allá en mil novecientos setenta. Después coincidimos en actos poéticos de Madrid, Salamanca, Valladolid, León. Oviedo, Pontevedra… Glosar su obra sería prolijo aquí y ahora, pero no podemos dejar de reseñar algunos de sus más de treinta libros de poemas, entre ellos "Caminos de mi sangre", "Nuevos cantos de vida y esperanza", y el último, "Cualquier tiempo pasado", publicado solamente hace tres años. Poemarios que merecieron premios como Boscán, Leopoldo Panero, Ciudad de Barcelona, Castilla y León de las Letras…, a los que hay que añadir numerosas distinciones universitarias y académicas como la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes, que se le otorgó el pasado año.

Victoriano Crémer no dejó nunca de escribir poesía, novela y ensayo, alternado estos géneros con el periodismo diario. Finalicemos su recuerdo y glosa con versos de su poema "Pasión de vida (Aleluya y elegía al vino de Jerez)": "Huele Jerez a vino puro y nuevo,/ como a rosa, la rosa huele sólo./ "¡Paraíso total, único y cierto:/ Mar de ti solo. Alcázar sumergido!".

martes, 10 de noviembre de 2009

Entrevista: Juan Carlos Mestre en el diario "El Sur", Chile

El Sur, Concepción, Chile, domingo 11 de noviembre de 2009
Por Sebastián Grant

Juan Carlos Mestre. "Viví muchas cosas en Concepción"

Reseña: La aldea de sal, de Lêdo Ivo

Diario de León, 25 de octubre de 2009
José Enrique Martínez

Reseña: "La casa roja ", de Juan Carlos Mestre

Carmen Busmayor
Diario de León, 5 de noviembre de 2009

LA CASA DE MESTRE
El hijo del hacedor de panecillos villafranquino y de la hija del sastre don Leonardo hace escasas fechas nos ha dado un alegrón que viene de atrás. Pues en realidad el primer gozo fue la salida a la calle en el 2008 bajo el sello de la editorial Calambur de ese poemario en el que los jilgueros conversan de tú a tú con el sastre de las mariposas, La casa roja, que es una casa sin desgastar, como sucede con sus ruedas de molino, a diferencia de las viejas ruedas; que es una casa que cura el insomnio con sus imaginativos huéspedes; que es la casa de todos los atraídos por los signos que predican la belleza, incluso en las horas grises, esas horas en las que las fogatas de la ilusión se han apagado y hay que aguardar nuevos fuegos; una casa con celosías de alambre y abedul y fuentes de aguas curativas.

Ese ha sido el primer gozo, luego, no hace mucho, vino el premio, el Premio Nacional de Poesía 2009 a dicho libro de versos, que es otro gozo que fija la luz en los balcones de tan singular casa incluso durante la noche. Y ahí está Mestre, Juan Carlos, el hijo del hacedor de panecillos y de la hija del sastre don Leonardo, con toda la sencillez del mundo hablando a los medios de comunicación de la estatura roja de esta casa que acoge los labios de la lluvia con amabilidad y planta sueños en las esquinas de la sombra que proyectan los baúles claveteados, con sus ventanas al aire y a una herrería de brillos, de donde parten numerosas marchas de ángeles en bicicleta.

Es una lástima que el bueno del maestro Antonio Pereira no esté entre nosotros para darle un apretón. Pero seguro que en los "pastizales" del cielo convocó una festiva asamblea a la que asistieron el estupendo de Ramón Carnicer, Gilberto Ursinos, Ramón González Alegre, Norberto Berberide con sus gigantes y cabezudos, puede que Enrique Gil y Carrasco, acodado en tantos siglos y nieblas, y hasta, muy contento, o demo de Paraxís.

Todo debido a esta Casa que da al mundo y su misterio.

Reseña: El río de los amigos

Manuel Garrido Palacios
Odiel Información, 8 de noviembre de 2009



Novedad Poesía: Huidas, de Antonio Reseco

Antonio Reseco
Huidas
Calambur Poesía, 103. 2009
ISBN: 9788483591833
64 págs. 10 €


La palabra huidas, que titula la obra, actúa como síntesis. Y si bien, en unas ocasiones, la huida individual de cada texto aparece de forma metafórica o tangencial; en otras, es palmaria o explícita. Así, nos encontramos huidas interiores, huidas históricas (como la de Mahoma), la huida hacia la nada de Primo Lévi al suicidarse, la huida hacia lo desconocido dentro de un laberinto, la huida de Boabdil, la huida hacia el fuego de Miguel Servet, la huida de la luz en una catedral, la huida de los cuerpos incinerados en un campo de concentración. En un contexto de reflexión interior, el autor se sirve de estas huidas como pretexto para sí mismo. Un pretexto que refleja hechos concretos que han sucedido en la realidad o hechos fabulados que toman cuerpo en las composiciones menos concretas. No obstante, los textos gozan de evidente autonomía y, aunque este hecho podría ser atribuible a cualquier libro de poemas, en Huidas queda reforzado debido a que una gran parte de los poemas cuenta historias independientes que el lector puede identificar.

Antonio Reseco nace en Villanueva de la Serena (Badajoz) en 1973. Es licenciado en Derecho. Ha publicado varios libros de poemas: Jardín buscado (2000), Un lugar conocido (2002), Anotaciones del viaje (2005), El otoño cotidiano (edición bilingüe catalán-castellano, 2005) y Geografías (2006). Relatos y poemas suyos han aparecido en revistas como Ala de Mosca, Ventana Abierta y El espejo. Ha traducido del catalán las obras del dramaturgo Emili Baldellou Esbarjo (2005) y Fer un cafè (2009). Es, además, director editorial de Littera Libros. 

Novedad Poesía: Apócrifos de marzo, de José Antonio Zambrano

José Antonio Zambrano
Apócrifos de marzo
Colección Poesía, 102. 2009
ISBN: 9788483591826
88 págs. 10€

José Antonio Zambrano es, desde antaño, un gran constructor de poéticas. Sigue viendo la poesía como la gracia que lleva a las palabras hacia un sentido permanente. De muy pocos poetas actuales puede decirse esto. La poesía siempre es un corsé, pero son otros los que se lo ponen. José A. Zambrano lleva ya libros y libros dibujando sus patrones, mostrándonos sus costuras y haciéndoles arreglos como una Penélope. Apócrifos de marzo, sin embargo, es lo bastante original para abrir un camino sólo escasamente presentido en su obra previa. Las fuentes son varias e importantes: los poetas europeos más inmersos en la corriente de la vida, la estética afilada y sin contrapesos de la poesía italiana del siglo XX, algunos poetas de Europa del este y, finalmente, como apunta alguna de las citas de este libro, la poesía norteamericana moderna, la más asediada del mundo libre.
Alonso Guerrero

José Antonio Zambrano nació en Fuente del Maestre, en 1946. Ha publicado entre otros: Can­ciones y otros recuerdos (1980), El libro de las murmuraciones (1984); El rostro conocido (1987); La noche de los lirios (1989); Como una presunción (1999); Después de la noche (Calambur, 2000), Las orillas del agua (2003) o Treinta minutos de libertad (Calambur, 2006).

sábado, 7 de noviembre de 2009

Entrevista: Calambur en el Diario de León

Diario de León, 26 de octubre de 2009, por Cristina Fanjul
Entrevista a Emilio Torné: "Mestre tiene toda la casa roja de Calambur encendida para él"