viernes, 18 de septiembre de 2009

Reseña: La aldea de sal

Leer, septiembre de 2009


Con selección y traducción de otros dos poetas, Guadalupe Grande y Juan Carlos Mestre, que en hermoso escrito liminar glosan con intrépido brío lírico al “ayudante de mentiroso”, Calambur publica La aldea de sal, una amplia antología bilingüe del brasileño Lêdo Ivo (1924), uno de los máximos exponentes de la Generación del 45, movimiento que revisó la poesía de vanguardia y el Modernismo brasileño. Entre dos títulos, Las imaginaciones (1944) y Réquiem (2008), transcurre una poesía planteada como actitud solidaria y como exploración de lo inefable, como conocimiento de lo que vive sólo en el poema y como diálogo imaginativo con la realidad. “Felices los que parten./ No los que llegan a los puertos que se pudren./ Felices los que parten y no regresan nunca”, comienza el canto V de Réquiem. Y termina: “Felices los que viven en las islas periféricas y una nube de hormigas voladoras los rodea al llegar el crepúsculo./ Felices los sedentarios que un día se fueron”. En palabras de Grande y Mestre: “En la aldea de sal, nadie, todos los otros que son él mismo, espera una semejante y unánime mañana: la bella justicia de su asombro, la posible realidad de la memoria”.

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